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Por Mayra Núñez P.
En 2019 estuvimos Luis y yo en Aix, en Provence, ciudad de Francia ubicada en la Costa Azul y conocida por su calidad de vida, por su encanto con numerosos palacios de los siglos XVII y XVIII, sus excelentes marches y las terrazas de sus animados cafés.
Sentados en el restaurant L’Espirit de la Violette conocimos a una pareja que estaba a un lado nuestro. Nos dijeron que eran profesores; ella, en historia del arte, por lo cual le pregunté si tenía preferencia por algún artista en particular, y a lo que respondió:
- Me encanta la obra de Jean Michel Basquiat.
Me intrigó el por qué le gustaba ese tipo de obra a una persona de edad.
Basquiat fue un artista que nació en el barrio neoyorquino de Brooklyn, en 1960; su ascendencia mezclaba dos de las etnias tradicionalmente discriminadas en la sociedad americana, la portorriqueña y la haitiana. Su condición de afroamericano influyó en su arte durante su breve trayectoria.
Fue un artista que murió a los 27 años (1987), y cuya obra abarca un período de siete años.
En los años setenta se dedicó a pintar grafiti alrededor de Manhattan y a producir tarjetas postales pintadas a mano, una de las cuales vendió a Andy Warhol, quien lo acogió como amigo y protector.
En esa etapa de su vida vivía en las calles, donde vendía y consumía droga. En 1980, Basquiat empieza a ser reconocido gracias a que algunos galeristas les llama la atención su obra por ser diferente a las tendencias de esos momentos.
Los estudiosos del arte empezarían a calificarla como una obra con una gran carga simbólica. La mayoría de las imágenes muestra la desigualdad y el racismo y a menudo contienen símbolos ocultos, como las palabras Soap (jabón se refiere al blanqueo), cotton ( algodón alude a la esclavitud); en sus lienzos se pueden ver esqueletos, muecas que evocan mascaras, y también se refiere a menudo a la historia del pueblo afroamericano, con expresiones faciales al límite, llenando el rostro de dolor y melancolía.
La obra de Jean Michel Basquiat empezó a llamar fuertemente la atención y a ser cotizada, hasta colocarse en las altas élites. Su éxito en los siguientes años fue esplendoroso. “El niño radiante”, comenzó a llamarle la crítica. Pero, como afirmaron muchos, “su fama superó a su arte”.
Basquiat murió a los 27 años de una sobredosis.
La leyenda continúa después de su muerte. En la actualidad, algunas personas lo consideran un genio.
Su última obra vendida alcanzó la suma de 110.5 millones de dólares, en una subasta realizada en Sotheby’s, adquirida por el japonés Yuzaku Maezawa.
La obra de Basquiat está indudablemente enfocada en donde el concepto es más importante que la figura (el arte sin concepto no es arte) y no es tan importante la técnica; lo esencial es transmitir lo que se quiere decir (aseguran algunos críticos).
Sin embargo, pese a que la obra de este artista siempre fue una crítica hacia la sociedad capitalista y a la pobreza de los barrios, cuando pasó a formar parte de la élite, al igual que otros artistas terminó por ser parte del sistema que tanto daño le había hecho.
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