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Cápsulas de filosofía política para Pascua



Por Omar Garfias

@Omargarfias


“La libertad requiere que existan el Estado y las leyes. Pero no viene dada por el Estado o las élites que lo controlan. La toman las personas normales, la sociedad. La sociedad tiene que controlar al Estado para que éste proteja y promueva la libertad de las personas. La libertad necesita que haya una sociedad movilizada que participe en la política, proteste cuando sea necesario y vote cuando sea posible para que el Gobierno abandone el poder. La libertad surge de un delicado equilibrio de poder entre el Estado y la sociedad”. “Para que la libertad surja y florezca, tanto el Estado como la sociedad deben ser fuertes. Un Estado fuerte es necesario para controlar la violencia, hacer cumplir las leyes y proporcionar servicios públicos que son cruciales para una vida en la que las personas tienen poder para hacer elecciones y luchar por ellas. Una sociedad fuerte y movilizada es necesaria para controlar y encadenar al Estado fuerte”.

Pasaje de El pasillo estrecho,

de Daron Acemoglu y James Robinson.

“Vista desde abajo, la soberbia de la élite es mortificante. A nadie le gusta que se le mire por encima del hombro, pero la fe meritocrática añade sal a la herida. La idea de que nuestro destino está en nuestras manos, de que «puedes conseguirlo si pones empeño en ello», es una espada de doble filo: inspiradora por uno de sus bordes, pero odiosa por el otro. Congratula a los ganadores, pero denigra a los perdedores y afecta incluso a la percepción que estos tienen de sí mismos. Para quienes no pueden encontrar trabajo o llegar a fin de mes, es difícil rehuir la desmoralizadora idea de que su fracaso es culpa suya, de que todo se reduce a que carecen del talento y el empuje necesarios para tener éxito”. “Cuatro décadas de globalización impulsada por el mercado han vaciado el discurso público, han desposeído de poder a los ciudadanos corrientes y han propiciado una reacción populista adversa que trata de revestir nuestra desnuda arena pública con un manto de nacionalismo intolerante y vengativo”. “El verdadero problema no estuvo en una inadecuación de la inteligencia de los trabajadores, sino en la inadecuación de su poder. Las personas que producían perdieron su capacidad para exigir su parte de los beneficios por lo que fabricaban, y las personas que tenían la propiedad se fueron quedando con una cuota cada vez mayor para sí”.

Pasaje de La tiranía del mérito, de Michael J. Sandel

“Hubo un típico choque entre la deslumbrante modernización y la ampliación de la enorme grieta de la desigualdad, que abría un abismo entre, por un lado, la masa de pobres y las clases medias en precario equilibrio, y por otro lado unas élites oligárquicas espectacularmente enriquecidas. Éste fue el caldo de cultivo en el que volvió a crecer el viejo populismo mexicano, que encontró un nuevo impulso en la transición y adquirió algunos tintes anticapitalistas reaccionarios”. “Hay que reconocer que el populismo que hoy gobierna a México es una criatura de la institucionalidad revolucionaria. Es un vástago que se desprendió del aparato gubernamental priísta cuando fue abandonado el populismo de Echeverría y López Portillo para dar paso a una modernización llamada neoliberal. Ese populismo nacionalista se alió a algunas expresiones de la izquierda, lo que le dio un semblante progresista e incluso radical en algunos momentos”.

Pasaje de Regreso a la jaula, de Roger Bartra

“El pueblo es una invención, como cualquier otra construcción humana, pero una invención que funciona de una forma emocional. Por lo tanto, el pueblo siempre es un recuerdo nostálgico que pertenece a un paraíso original. Esta ansia de «pueblo» puede implicar una paranoia contra los otros”.

Pasaje de El populismo, de José María Perceval

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