Por Carol Perelman
@carol_perelman
Estas preguntas nos las hicimos Lourdes Patiño, Jorge Padilla y yo, Carol Perelman, cuando leímos a inicios de 2021 que en Gran Bretaña habían aumentado dramáticamente las solicitudes de jóvenes aplicando a las escuelas de enfermería.
Nuestra inquietud se acrecentó cuando varios utilizaban una y otra vez el término ‘efecto Fauci’ acuñado para describir cómo muchachos mostraban interés por ingresar a carreras de medicina.
Algo tendría que estar sucediendo en las mentes de los adolescentes que escuchaban de forma cotidiana términos como “reinfección”, “transmisión”, “epidemiología”, “estudio clínico”, “prueba de PCR”, “receptores”, “eficacia de vacunas”, “antígenos” y “secuenciación”…
De pronto, el vocabulario de los terrícolas se expandió y las primeras planas de los periódicos incluían a la ciencia, un día sí y el siguiente también.
¿Estaría sucediendo algo similar con nuestros jóvenes en México? Así que nos reunimos Lourdes, Jorge y yo, como buenos curiosos divulgadores de la ciencia, para tratar de entender si las vivencias pandémicas, al menos hasta mediados de 2021, habían modificado la percepción de la ciencia, de los científicos y los trabajadores de la salud, de adolescentes en edad de elegir vocaciones, entre 14 y 19 años en México. Y si, además, podíamos ver algún cambio en las intenciones de estudio posiblemente traducidas en solicitudes y matriculaciones a carreras de área de ciencias naturales y de la salud en las universidades y escuelas superiores nacionales. Con la llegada de Neil Armstrong en 1969 a la Luna una generación de nuevos científicos apasionados por descubrir lo que había más allá de nuestra atmósfera, fascinados con las posibilidades de la ingeniería, con la potencia de los cohetes, con la inteligencia artificial, se inspiró.
También se reconoce al gran divulgador de la ciencia y astrofísico Carl Sagan, con la serie documental COSMOS, estrenada en 1980, como el promotor de entusiastas por la evolución, la biología, la astronomía, la divulgación de la ciencia.
Quizás entonces ahora, con nuestras experiencias durante la pandemia de COVID-19, se despertaría una pasión por ayudar al prójimo, por incursionar en la medicina, en la enfermería, al ser testigos de cómo médicos, enfermeras, trabajadores de la salud están, y han estado, desde el primer día, sacando adelante a sus pacientes enfrentando una enfermedad que no estaba en ningún libro de texto. Y es que así lo están reportando Escuelas en Canadá, Universidades en Inglaterra y Asociaciones en Estados Unidos. Pero además, la labor de los científicos que desde un inicio pausaron sus investigaciones en curso para enfocarse en comprender a un virus desconocido, con la idea de ayudarnos a prevenir, detectar, manejar y curar la nueva enfermedad podría revalorizar el papel de la ciencia y los científicos en las sociedades. Y más allá de sólo eso, también la relación de los ciudadanos con la ciencia.
Durante la emergencia, la comunicación de la ciencia tomó un papel angular en que de forma rigurosa y constante vinculó a las personas y las sociedades con la información y evidencia que, poco a poco, se iba a acumulando para que cada una pudieran tener las herramientas para tomar mejores decisiones con la idea de disminuir sus riesgos. Mensajes claros, poniendo en contexto la situación, dando confianza durante la mayor de las incertidumbres. Para tratar de contestar nuestras preguntas requeríamos llevar a cabo un estudio. Lo que hicimos fue sumar dos estrategias. Por un lado, diseñamos y lanzamos una encuesta nacional en línea, anónima, para que jóvenes mexicanos, entre las edades descritas, pudieran compartirnos si la pandemia había impactado su percepción de la ciencia, de los científicos y de los trabajadores de la salud, y si había provocado alguna modificación en sus intenciones de estudio.
Después, utilizamos la base de datos pública de la Asociación Nacional de Universidades e Institutos de Estudio Superior (ANUIES) para analizar si había algún cambio en las solicitudes y matriculación en las carreras de ciencias naturales y área de la salud entre el año escolar 2019-2020 (pre-pandemia) y 2020-2021 (de pandemia) comparándolas con las demás áreas de estudio. Bueno, y ¿qué encontramos? Aplicamos la encuesta entre mayo y junio de 2021 y hacia noviembre de 2021 presentamos los resultados en el XVII Congreso de la RedPop, los cuales acaban de ser publicados como preprint en la plataforma Scielo. Lo que hallamos al revisar más de 980 encuestas de jóvenes mexicanos de entre 14 y 19 años de toda la República Mexicana, fue que 9 de cada 10 tenía una opinión favorable de la ciencia, y que 70 por ciento de ellos mejoró su percepción de la ciencia, de los científicos y de los trabajadores de la salud a raíz de la pandemia. De los jóvenes que contestaron la encuesta, en su mayoría mujeres, y 7 de cada 10 de colegios públicos, sólo un 4 por ciento empeoró su perspectiva de los científicos o de los trabajadores de la salud a raíz de la pandemia, mientras que 8 por ciento contestó que empeoró su percepción de la ciencia, pero para 2 de cada 10 jóvenes la pandemia no modificó su valorización sobre estos rubros.
Al observar con detenimiento estos cambios, encontramos que son más los jóvenes que coincidieron en mejorar tanto su percepción sobre los científicos como de los trabajadores de la salud, que las personas que empeoraron su visión sobre ambos. Cuando preguntamos sobre sus intenciones de estudio, 22 por ciento contestó que quiere estudiar una carrera en el área de las ciencias de la salud; 6 por ciento en ciencias naturales, mientras que 71 por ciento estudiará carreras de otras áreas. El 1 por ciento restante no tiene planes de estudiar carrera universitaria. Es interesante hacer notar que el 48 por ciento de los encuestados, cuya edad promedio era de 17 años, dijo que ninguno de sus padres tenía estudios superiores. Pero, ¿qué tanto cambió sus planes la pandemia? La mitad de los jóvenes dijeron que sus planes no han cambiado; 22 por ciento dijo que sí cambiaron como resultado de la pandemia y 22 por ciento que cambiaron por otros motivos. Al mirar más de cerca, encontramos que de quienes cambiaron sus planes, 18 por ciento decidió ya no estudiar carrera universitaria; 20 por ciento eligió una carrera en otra área distinta y, sorprendentemente, 23 por ciento cambió hacia carreras en ciencias naturales, mientras 28 por ciento cambio sus planes hacia estudiar una carrera en ciencias de la salud. Es decir, vemos cómo la proporción de cambio hacia ciencias, y especialmente ciencias de la salud, es mayor que el promedio (22 por ciento) o hacia otras carreras (20 por ciento). Es interesante que del 28 por ciento que eligió estudiar una carrera de ciencias de la salud, la cuarta parte también había reportado que mejoró su percepción sobre los trabajadores de la salud a raíz de la pandemia. Y de ese 23 por ciento que cambió hacia ciencias, 15 por ciento también mejoró su percepción sobre los científicos. Cuando preguntamos por qué habían decidido estudiar carreras en las áreas de ciencias y ciencias de la salud, muy pocos contestaron que fue por la pandemia, mientras la mayoría dijo que le gustaban los contenidos que se aprenden en las respectivas carreras. Genial, pero aún teníamos que entender si estos cambios en la percepción y en la intención se han traducido a un cambio también en solicitudes y matriculación, y para ello se hizo un análisis detallado de los datos públicos de ANUIES. Lo que se encontró es que, para el primer año de pandemia, entre las solicitudes de los años escolares 2019-2020 y 2020-2021, hubo un incremento en general del 7 por ciento en solicitudes para cursar carreras no científicas en universidades nacionales o instituciones de educación superior, mientras que, para ese mismo periodo, en carreras de ciencias naturales, matemáticas y estadística, el aumento de solicitudes fue de 22 por ciento, y para ciencias de la salud, de 17 por ciento. Claramente vimos que ambos son mayores al promedio de otras áreas. Interesante poderlo seguir en los años venideros. Sin embargo, las matriculaciones dependen de los espacios o plazas que las universidades e instituciones de educación superior ofrecen, además de que posiblemente varios jóvenes aplican a distintas carreras y solamente ingresan a una, por lo que la matriculación fue mucho menor que las solicitudes, pero sí observamos un incremento en ambas áreas: en ciencias de la salud y en ciencias naturales, matemáticas y estadística. Posiblemente la pandemia, aún en curso, está forjando una nueva generación de científicos, médicos, enfermeros, trabajadores sociales e incluso divulgadores de la ciencia, no solamente en muchos países del planeta sino también en México. Estaremos atentos para confirmarlo.
Lo que sí, es que sin duda está acercando a la ciencia a las personas y ellas a la vez han cambiado, revalorizado y replanteado su relación con la ciencia. Ya veremos en algunos años con un buen espejo retrovisor. Algo positivo nos deben dejar nuestras vivencias a lo largo de dos años de pandemia.
Comments