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Con la música y el medio ambiente en el corazón

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Charly Alberti obsequió a Inger Andersen una gorra de la fundación Revolución 21 - Latinoamérica Sustentable. / PNUMA

Por Victoria Fernández / ONUNoticias


Tras años de activismo en Argentina y América Latina, Charly Alberti, baterista de Soda Stereo, fue nombrado como el primer embajador de buena voluntad del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.

Charly Alberti, como baterista del grupo argentino Soda Stereo, contribuyó a revolucionar el mundo del rock hispanoamericano en los años 80, pero lo que quizá nadie conoce es que también es un activista medioambiental y que su fundación, Revolución 21 - Latinoamérica Sustentable, trabaja en asuntos relacionados con el medio ambiente en Argentina y América Latina.

Soda Stereo ha llevado a cabo acciones ecológicas como la plantación de 4,700 árboles autóctonos para compensar la huella de carbono de Gracias Totales en 2020, una de las primeras giras latinoamericanas en emprender estas iniciativas.

Refiere Charly Alberti que es un honor después de tantos años de colaborar con la ONU en el tema ambiental; en algún momento fui nombrado embajador del PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) en Argentina, siempre con todas las ganas que uno tiene de colaborar y ver si de alguna forma podemos resolver todos estos graves problemas.

Charly Alberti (CA).- Hoy es muy emocionante venir a la ONU, y más con un cartelito que dice que soy embajador de buena voluntad.

Ha sido largo llegar a esta instancia tan honorable, porque la ONU tiene un proceso de selección que toma tiempo y es muy cuidadosa. Estoy muy contento y con muchas ganas de empezar a hacer cosas juntos, siempre con ganas de ver al futuro. Eso es lo que lo que me une con la gente con la que trabajamos.

Lo resolveremos entre todos

P: Hay tres retos en el ámbito medioambiental: el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación. ¿Cuál es su mensaje para las personas en América Latina?

CA: Hablo del cambio ambiental global, que reúne todas esas consecuencias y provoca un montón de situaciones. Cuando empecé era el momento de hablar del carbono y de su captura, pero no es el único problema, porque estamos perdiendo la biodiversidad del planeta y, por ende, la instancia de la vida del planeta. Un planeta sin biodiversidad no puede contenernos y no puede darnos un futuro posible. El problema es vasto.

Lamentablemente, hay mucha gente que por más que nos escuchaba decía: “Charly, qué bueno lo que está diciendo, pero a mí no me afecta”; ahora vienen y dicen: “se me inundó la casa, perdí tal cosa o se prendió fuego a tal cosa y me afectó”.

Hay gente que hoy se da cuenta claramente. Mis amigos europeos están aterrorizados con el cambio climático y descubrieron que, de golpe, las ciudades pueden tener temperaturas que nunca habían sentido, con consecuencias nefastas para la vida humana.

Entonces, el problema no son las empresas, no son los gobiernos. El problema somos todos. Y es lo primero que tiene que entender la gente. Son ustedes, soy yo.

Cada persona que dice “yo no contamino. Díganle al tipo que tiene el avión privado que la culpa la tiene él”. No, tu también tienes la culpa.

Uno se pregunta: “¿en qué va a cambiar que yo no cierre la llave cuando me lavo los dientes?”. Ese mismo pensamiento lo tienen miles de millones de personas en el mismo momento, o durante el mismo día, en el planeta y las consecuencias son desastrosas.

Es muy difícil educar y ganar la comprensión de la gente; todos creemos que en el ámbito personal nuestras acciones no cambian nada. ¿En qué cambia que yo no lleve la bolsa al supermercado? Si fueses tu y 200 más que vivimos en el planeta, podríamos hacer lo que quisiéramos. El planeta tendría la capacidad de recuperarse, pero ya somos demasiados y hacemos las cosas muy mal.

La colaboración de cada uno es más sencilla de lo que uno cree. Uno dice “no tengo tiempo de salir a plantar árboles”, pero ¡no hace falta! Cierra la llave del agua cuando te lavas los dientes; trata de utilizar el auto lo menos posible, mientras no sea eléctrico; aboga para que los políticos y las empresas generen un cambio... Esas pequeñas cosas cotidianas te van a hacer sentir muy bien y vas a estar colaborando.

Lo difícil, y ahí están las palabras clave Naciones Unidas, es que esto lo resolvemos entre todos. Que lleves la bolsa al supermercado es muy importante, pero es importante que logremos hacerlo todos. Ahí está el gran desafío.


PNUMA

Especialistas en no ponernos de acuerdo

Los seres humanos somos especialistas en no ponernos de acuerdo. Ese es el gran problema de la humanidad y las naciones tienen que estar unidas.

Además, los más vulnerables son los primeros en sufrir las consecuencias, y a los grandes millonarios, que creen que no les va a pasar porque “tengo miles de millones”, también les va a afectar.

Estamos en un momento donde la gente tiene que comprender que los cambios son personales, pero hay que convencer al resto para que haga lo mismo. Si logramos hacerlo todos, los cambios van a sentirse y la muestra clara de ello es el Protocolo de Montreal.

En 1987 se firmó el Protocolo de Montreal, donde los principales productores de los sustancias que provocaban la destrucción de la capa de ozono se pusieron de acuerdo en eliminarlos. Al día de hoy, el agujero de la capa de ozono está casi cerrado y para el 2050 lo va a estar totalmente. ¿Y eso, por qué fue? Porque nos pusimos de acuerdo.

P: Parece que tienes dos pasiones, pero ¿dónde se cruzan la música y la protección del medio ambiente?

CA: En el corazón. Hacer música es algo que me nace. Siempre hablo con amigos músicos y nos pasa a todos: todos estos días he estado componiendo; te sientas y no sabes qué vas a hacer y, de golpe, las cosas empiezan a pasar.

Creo que el medio ambiente es eso: entender que, sin él, no vivimos. En definitiva, la gente, ¿qué hace? Trabaja todo el año para tratar de tomarse unas vacaciones. ¿A dónde? En general, a disfrutar la naturaleza. Van al mar, van a la montaña.

También fui educado de esa forma. Madre, artista plástica; padre, músico. ¡Era la casa de los locos Adams! En mi barrio, una casa con sala de ensayo... ¡Imagínate! Pero me enseñaron el amor por la naturaleza.

Cuando era chico no se hablaba del cambio climático. Había algunos pocos científicos que ya la veían venir. Entonces, la lógica es proteger lo que te hace feliz, lo que amas. Yo amo la naturaleza como todos la amamos. Lo que pasa es que la gente dice “no tengo tiempo” o ”no sé qué hacer”.

El carbono es sólo una parte

P: Cada vez son más las iniciativas para reducir la huella de carbono en festivales de música y conciertos ¿Cuál es tu mensaje?

CA: Es algo en lo cual fui pionero con la gira de Gracias Totales, antes de la pandemia. Fue la primera gira grande de una banda latinoamericana carbono-neutral. Coldplay lo hizo después.

Hablé mucho de eso con Chris Martin. Ellos le dieron una vuelta más y tienen la economía también para llevar adelante un montón de iniciativas lindas. En algunos casos son educativas, como la de Salto para darle energía al concierto. Tendría que saltar medio planeta para dar energía a ese concierto, pero la gente se engancha, a la gente le gusta participar. Entonces, tiene esa parte educativa que es muy buena.

Podemos empezar por el carbono, pero es simplemente una parte menor. En nuestro caso, no solamente hicimos carbono, sino regeneración, reciclado (en cada concierto se reciclaba la basura). Ojalá todos los hagan, porque así es como hay que hacerlo.

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