top of page
migueldealba5

Dialogar pensando en el bien común



Texto e imagen de Fernando Silva


En el marco de la psicolingüística, hacer una introspección reflexiva sobre nuestro pensamiento puede ser una actividad compleja en tanto no se tenga claro qué es realmente lo que se pretende cavilar y, más aún, si no se tiene el conocimiento imprescindible sobre lo que se quiere considerar y, por ende, para formar, combinar ideas o juicios con la sensata intención del para qué, así como

ser respetuoso con la propia capacidad para determinar un resultado digno, con argumentos sólidos e, incluso, amparados en hipótesis y/o resoluciones de profesionales doctos sobre el tema a deliberar. En lo concreto, los pensamientos son en sí la derivación de la sana práctica de pensar en base a lo que se observa, se lee, se sabe con certidumbre y se percibe a través de las sensaciones y las emociones. En este entendido, la dialéctica es el arte de la alocución con la cual aseveramos probar o refutar algo por medio de la pregunta y la respuesta individual o en la discernida conversación con nuestros interlocutores, teniendo en consideración los aportes de la semántica generativa, la ciencia cognitiva y la pragmática.

De acuerdo con el sinnúmero de estudios realizados por académicos e investigadores sociales, antropólogos, historiadores, psicólogos, autores de las bellas artes, humanistas y filósofos, un contundente proceso con generoso potencial transformador se tiene en el diálogo, ya que de no contar con ello, es prácticamente imposible la justa y respetuosa comunicación en bien común; y sin la transferencia de erudiciones que eleven la calidad humana, tanto el desarrollo como los cambios que permiten coexistir en armonía, empatía, fraternidad y en derecho para vivir en paz no se conseguirán de la misma manera; dicho con otras palabras, si no ponderamos el bienestar general es avenirse a las contrariedades en las relaciones entre los países y/o grupos de una misma sociedad, así como en los sentimientos, deseos e intuiciones de cada quien. Para desgracia de muchos, la paz como un valor deseable y altamente benéfica para la humanidad, no se hace presente en el panorama mundial, al grado de que los conflictos bélicos, las beligerancias civiles, la pobreza, la hambruna, el racismo, el clasismo, las rebeliones y otras perturbaciones en las cuales intervienen las fuerzas armadas traen consigo muerte, sufrimiento, destrucción de bienes tangibles e intangibles, deterioro ecológico y degradación moral —esa que está basada en la conciencia y el entendimiento—, resaltando la ignorancia e imperando las contravenciones en todas las sociedades mediante el alarmante proceder del cohecho y la corrupción. Lo más brutal de tan degradante obrar es que cínicamente lo asume mucha gente bajo el cobijo aspiracionista de tener más de lo que necesitan para vivir dignamente, llegando al grado de desear tener desde lo superfluo y hasta lo trivial en vana condición, incluso de manera ilegal, pero eso sí, mientras les permita mostrarse «importantes» sin advertir que con ello denuestan su naturaleza humana.

Por ello, hay que prestar atención en que la baja eficacia moral incide en la toma de decisiones éticas, por consiguiente, la ignominiosa doble moral que se brinda en alto porcentaje de hogares (parte de la mala educación), así como la clasista formación en universidades privadas, crecientemente nos lleva a seres humanos conscientes a poner un alto a este proceder en los términos de una dicotomía entre las formas que adquiere la compatibilidad humana-profesional; la primera, en la autocrítica capaz de proponer, impulsar y acompañar procesos de transformación en el campo social tendientes al desarrollo del bienestar individual y colectivo, asimismo en la construcción progresiva y permanente de sociedades equitativas, fraternas y democráticas; la segunda, la tecnocrática capaz de incorporarse de manera funcional al ámbito burocrático-administrativo supeditado a justos y legales objetivos en términos del bienestar social y apartados de los institucionales fiscalizados por oligarquías.

Por ésta y otras razones, hay que analizar el funcionar de las predisposiciones de comportamiento en la tendencia de dos tipos de lógica moral: la que orienta la acción hacia la realización de la cooperación, reciprocidad, empatía y respeto entre pares en acción autónoma y, por el otro, la que se hace en el acatamiento a la autoridad legalmente elegida como un valor en sí mismo del existencialismo, más allá y a pesar de las significaciones que determinan las gestiones heterónomas. Aquí, hablar de educación en valores es todo un tema, substancialmente vacilante para muchos tutores, ya que el trascendental objetivo de enseñar a los menores de edad a ser personas de bien, suele entrar en contravención ante sociedades materialistas fraccionadas por ideologías conservadoras o totalitarias de extrema derecha, que abiertamente se oponen a cualquier sistema sociopolítico que defiende la soberanía del pueblo y el derecho de éste a elegir y a regular a sus gobernantes, además de que avariciosos empresarios de los medios masivos de comunicación difunden contravalores, divulgan noticias falsas y producen programas mediocres cargados de odio, envidia y violencia, así como perturbadoras series criminales. A lo anterior, hay que agregar que para muchos adolescentes el valor de la enseñanza escolarizada es cada vez menor, lo que los lleva a cuestionar su rendimiento y la pérdida de autoridad de buena parte de los profesores, generando abusos (bullying), atraso estudiantil, bajos índices de desempeño y alta deserción escolar.

En tan amargo escenario, mientras se mantengan las tóxicas conductas como la aporofobia; la insaciable ambición de poseer el recurso económico sin importar el cómo se consiga; que el objetivo de formar académicamente sea tan sólo para resolver necesidades laborales y no se priorice elevar la calidad humana en bienestar de todo ser viviente, seguirá siendo la búsqueda de la ventaja personal —cueste lo que cueste y por todos los medios a su alcance— lo más importante para buena parte de la población mundial. Asunto que resulta inquietante al observar la desesperanza de millones de personas, principalmente de adultos jóvenes que, al no obtener oportunidades educativas, escolares o laborales dignas, son señalados con dedo flamígero como huraños e intratables y que no tienen condiciones para sociabilizar. En esa fragilidad, la violencia que reciben desde diversos entornos sociales y los abusos de todo tipo por parte de quien debería garantizar sus derechos, hacen que no asuman los valores humanísticos como vía para salir adelante con su vida, consolidándose de esta manera el perfil de una delincuencia caracterizada por jóvenes mayormente de barrios marginales, que contemplan en las armas, las drogas, el narcomenudeo, el mercado informal en el que se llega a dar el lavado de dinero… en concreto, lo que ahora las impacientadas jurisdicciones llaman «La construcción social del delito» en donde los sectores vulnerables obtienen la coyuntura para su subsistencia, quizás sin asumir que con ello se acrecente todo tipo de situaciones que dañan la estabilidad social o puedan terminar en la cárcel y hasta perdiendo la vida; reflejo inequívoco de que en su estado de ánimo se ha desvanecido el deseo de resolver sus privaciones psicofisiológicas según justicia y razón.

Tal disparidad empobrece no sólo la calidad humana en cualquier rincón del mundo, sino que la observancia y respeto hacia los valores y los derechos universales se reduce de manera significativa, y si se yuxtapone la pobreza, la afectación de la salud mental y física de millones de mujeres y hombres por motivo del consumo de drogas, tener al alcance todo tipo de armas, la propagación del miedo por parte de grupos dogmáticos, las políticas de terror para controlar a la gente… las divergencias, la violencia y los conflictos bélicos seguirán escalando hasta llegar a la devastación del planeta. Como diría Albert Einstein, arrepentido de sus fervores nucleares para frenar al nazismo: «Yo no sé con qué armas se combatirá en la Tercera Guerra Mundial, pero la Cuarta será con piedras y palos». Por consiguiente, si tal atrocidad está tocando a la puerta, es perturbador que la mayoría de la humanidad ni siquiera se altera, lo que deja en claro que la ignorancia supina se expande como cáncer, por lo que urge hacer conciencia y dialogar pensando en el bien común. Si nos percatamos y pensamos que la estupidez no tiene límites, no seamos cómplices al asumir que no hay de qué preocuparse o que no podemos hacer nada. Tenemos todo para demostrar que somos plausibles ejemplos de calidad humana.

68 visualizaciones2 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

2件のコメント


Mauricio Gómez Morin
Mauricio Gómez Morin
2023年12月09日

Perdón , no hay que ser tan protagónico e importante; para empezar hay que ocuparse en el bien familiar, amistoso y amoroso. Desde ahí se construye la vida misma. Amar y ser amado; amar tu trabajo y tu obra de vida. Querer y amar a tus enemigos/as y conservar la media calma (después los matas) Perón pero no se trata creo yo, de ser santas y santos que aguanten la vara: Se trata de dialogar buenamente tu punto y si te van a golpear regresar muy antes el primer chingadazo... y luego explicarle la virtud!


いいね!
Arte Silva
Arte Silva
2023年12月10日
返信先

Hola estimado Mauricio. En respeto a tu persona, organicé mentalmente lo que consideré necesario para razonar tu mensaje, que dicho sea de paso, está redactado de manera insólita.


Es sensato afirmar como dices: «…no hay que ser tan protagónico e importante», si en ello radica el que se cometan actos de violencia (de todo tipo); que se esté en posición de asesinar a quien sea por tan solo tener un arma o ser parte de un grupo de la delincuencia organizada; ser un mandatario que considera a las naciones vecinas ajenas a su ideología y, en consecuencia, justifique sin mayor recelo hasta brutales ataques bélicos; ser un empresario que hace hasta lo innombrable para obtener beneficios en su provecho y,…


いいね!
bottom of page