Por Miguel Ángel Rentería
El escultor de papel maché, Martín Rentería Espinosa, falleció el 8 de febrero de 2023 en su casa de San Miguel Nepantla, víctima de una neumonía.
El artista, quien sin tener un maestro que lo guiara en el manejo del papel maché, fue creador de obras monumentales como retablos, cristos, toreros y de colecciones de calaveras inspiradas en los trabajos de José Guadalupe Posada.
Martín inició sus estudios en la Academia de San Carlos, donde manifestó una inusitada facilidad para manejar los pinceles y el barro. Sin embargo, su inquietud por buscar nuevas formas de expresión lo llevó a descubrir la técnica para moldear el papel maché.
“Mete las manos en el engrudo, siéntelo, percibe cómo rodea tus dedos”, me dijo alguna vez, al tiempo que elaboraba una figura de San Francisco de Asís, cuya textura era casi idéntica a la tela del hábito que vestía el monje. Tal era su exigencia y gozo para crear, que la imagen tenía una paloma, también de papel mache, en la mano derecha.
Rentería realizó una réplica, a mediados de los años 70, del mismo tamaño de la Nao Victoria, el barco Magallanes, en la esquina de las calles Río Mississippi y Río Lerma, en cuyas bodega hubo un bar y en la cubierta un restaurante, en lo que era el hotel Romano Diana.
El dueño había invitado a arquitectos e ingenieros para hacerse cargo de la obra, pero nadie aceptó el reto. Felipe Derflingher, conocido artista del vidrio soplado, presentó a Martín con el dueño del hotel, quien le expresó su deseo de hacer el galeón.
El artista del papel recordaba que Romano le preguntó a qué se dedicaba; que si era arquitecto o ingeniero, a lo que Martín respondió: soy escultor. Romano, incrédulo, le dijo:
— ¿Cómo cree?, yo necesito a alguien que sepa, que no me haga perder el tiempo. Tráigame a una gente que pueda realmente hacer este proyecto...
“Para mi papá fue como si le hubieran puesto una puya y, como toro bravo, hizo la maqueta y luego todo el proyecto”, narró uno de sus hijos.
Sus piezas favoritas eran las calaveras, con las que recreó escenas de la vida cotidiana, ya que se reflejaba en ellas porque le permitían manifestar lo que sentía por su país.
De la revolución hasta principios de este siglo
Su amor por México se manifestó en los festejos que con motivo del aniversario de la independencia se hacían en su casa, donde familiares y amigos se reunían para “el grito”, al grado que aún hay quien recuerda los nocturnos desfiles con mariachi y pirotecnia en las calles de San Miguel Chapultepec.
Martín siempre decía que hay que soñar; pedía no dejar de soñar, porque los sueños se vuelven realidad. Quien no sueña, carece de proyectos.
Varios de sus proyectos quedaron pendientes, como rehacer una serie taurina con calaveras: la partida de plaza, los tercios, el festejo, la salida en hombros...
Entre sus planes estaba crear en San Miguel Nepantla, donde residía, una escuela para enseñar la técnica, su técnica, de la escultura en papel maché.
Martín solía pasar horas hablando de toros, viendo toros, leyendo sobre toros... Tal era su amor, pasión, seriedad y respeto por la tauromaquia, que su hijo Bernardo se hizo matador de toros.
Su hijo Martín es artista multidisciplinario, precursor del performance en México, y su hija María de Lourdes es especialista en medicina alternativa.
A Martín, en noviembre de 2022 le detectaron un tumor en el cerebro, que se complicó con una neumonía. El 8 de febrero de 2023 partió de éste, su mundo de papel, donde le sobreviven su esposa, hijos y nietos.
Martín nació, vivió y murió para el arte. Ese fue el papel de su papel.
Descanse en paz.
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