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El poder convirtió a Morena en aquello que prometió combatir


Por Omar Garfias

@Omargarfias


En 2018 y 2021 la mayoría estábamos insatisfechos con el estado de cosas.

Muchos aspiramos a vivir en una sociedad que aliente la producción, el buen empleo y los negocios; en la que la familia se sienta segura y en paz, y en la que le vaya bien a todos. Donde, trabajando derecho, se pueda salir adelante.

En esas elecciones nos prometieron que iban a acabar con la corrupción. Que todos los contratos del gobierno se harían por concurso, que eliminarían las adjudicaciones directas, ese procedimiento que permite a los funcionarios elegir libremente a los proveedores.

No cumplieron.

El 80 por ciento de los contratos del gobierno federal morenista se da por adjudicación directa, como antes.

Así lo reporta el portal oficial de compras gubernamentales.

En 2022, los ayuntamientos morenistas de Sinaloa adjudicaron directamente entre el 80 y 90 por ciento de sus obras y, en el caso de Cosalá, el 100 por ciento, según la Auditoría Superior del Estado (ASE).

Sigue vigente el privilegio para hijos, amigos y parientes de los políticos y funcionarios. Ellos son quienes pueden vender al gobierno o hacer obra pública y cobrarla más cara. Robar, pues.

En Culiacán, siete constructoras recibieron 55 contratos, informó la ASE.

Nos dijeron que no tolerarían a los corruptos.

La Auditoría Superior de la Federación encontró desvíos por 9 mil 500 millones de pesos en Segalmex, de 2019 a 2022.

No hubo consecuencias para el director de esa institución, Ignacio Ovalle. El presidente lo exculpó, dijo que lo habían engañado sus empleados. Sólo lo cambió de puesto. Dejaron de hacerle auditorías.

La corrupción sigue consumiendo los presupuestos. El daño: menos obras, menos servicios y menos apoyos al pueblo.

Arturo Quintanilla, compadre de la ex secretaria de Energía y ahora candidata a gobernadora, constituyó una empresa y a los cinco días obtuvo un contrato de 5 mil millones de pesos para acondicionar terrenos para la refinería Dos Bocas. Esta planta duplicó su costo y, luego de dos años de inaugurada, no ha producido un sólo litro de gasolina.

Nos prometieron regenerar la política.

Después de 2018 sumaron a Quirino Ordaz, Daniel Amador, Gerardo Vargas, Fernando Pucheta, Alejandro Higuera, Rosa Elena Millán, Martín Heredia, José Murat, Alejandro Murat, Eugenio Hernández, Eruviel Ávila, Jorge Carlos Ramírez Marín, Claudia Pavlovich, Cuauhtémoc Blanco, Adrián Ruvalcaba, Omar Fayad, entre otros.

En Sinaloa son parte de la coalición política obradorista quienes gobernaron el estado en los pasados 25 años.

Debo apuntar que hay quien dice que esos políticos ya cambiaron, que ahora son progresistas, feministas, ecologistas, idealistas, soñadores y… de izquierda.

Nos prometieron combatir las élites... y ahora ellos son una élite.

Todas las candidaturas a las principales posiciones las tienen políticos que ya han sido diputados o funcionarios; esto es, se brincan de una posición a otra, se intercambian los puestos, como una casta.

Los lazos familiares por sobre los méritos.

No llegó nadie ajeno a la política, no hubo una mayor presencia de ciudadanos, gente sin partido, pueblo.

Ningún fundador de colonias populares, ningún formador de sindicatos independientes, ninguno que esté pagando su casa de interés social, ninguno de a pie.

Los dirigentes sindicales se pasaron del PRI a Morena. Alfonso Cepeda, el sucesor de Elba Esther Gordillo en el SNTE, es candidato a senador, mientras que Víctor Flores (Ferrocarriles), Joel Ayala (FSTSE), Ricardo Aldana (PEMEX), Napoleón Gómez (Mineras) e Isaías González (CROC) hicieron un evento de adhesión a Claudia Sheinbaum.

Las prácticas de los sindicatos no cambiaron, lo que cambió fue la actitud de Morena respecto al charrismo sindical.

Nos prometieron seguridad y paz.

Ya llevamos tres culiacanazos.

Que no habría impunidad ni complicidad.

Secuestran 60 personas en un día y no hay ningún detenido. Destruyen 114 cámaras de vigilancia en una noche y no hay ningún detenido.

Los personajes morenistas aparecen en los principales libros y reportajes de colusión con el crimen organizado.

Nos prometieron ser eficientes.

Improvisaron a un agrónomo como director de Pemex y tiene pérdidas por 1.3 billones de pesos; en Sinaloa no pusieron a un economista al frente de Desarrollo Económico y somos, según el INEGI, la economía que menos crece del país.

Murieron quemados 40 migrantes que estaban detenidos en un edificio del gobierno, y 26 personas en la línea 12 del metro de la CDMX, pero no hay ningún sancionado.

Prometieron una vacuna mexicana contra la COVID-19, pero todavía no está.

No cerraron la brecha entre gobernantes y gobernados. López Obrador nunca recibió a los agricultores y campesinos de Sinaloa, a diferencia de los anteriores cuatro presidentes. Tampoco recibió a las madres buscadoras.

No priorizan a los pobres, dan lo mismo a todos. Por eso subió la pobreza extrema, como informaron los organismos oficiales INEGI y Coneval, y aumentó la deserción escolar, según la SEP.

Desaparecieron el Seguro Popular y con ello, de acuerdo al Coneval, los mexicanos sin acceso a servicios de salud aumentaron de 20 millones a 50 millones de 2018 a 2022.

Nos prometieron que para que los programas sociales no se usaran para manipular con fines electorales no habría intermediarios, pero crearon un ejército de 19 mil intermediarios llamados “servidores de la nación”.

Nos prometieron escuchar, pero declararon enemigos a periodistas que antes alababan porque investigaban a Peña Nieto. Se molestaron con Aristegui, Proceso, Casar y Anabel Hernández cuando los investigaron a ellos.

Prometieron 7 mil pesos por tonelada de maíz, no cumplieron. Prometieron no habría represión por protestas de campesinos. Sheinbaum invitó a un líder a un foro. Ahí lo capturó la FGR.

Ahora piden que se les dé más poder.

Piden que desaparezcan los contrapesos.

Piden más diputados y senadores que no le cambien ni una coma a las iniciativas del presidente.

Piden repetir en los ayuntamientos.

Piden tu voto.

Asumen que muchos mexicanos están resignados a que todo siga igual.

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