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En pro de una formación progresista, artística y humanística




Texto e imagen de Fernando Silva


La mayoría de las unidades lingüísticas, así como las expresiones estéticas, están dotadas de intención y sentido, es decir, nos hacen saber, declarar o manifestar sensaciones, emociones, pensamientos e intuiciones, con exquisito entendimiento sobre la base de lo semiótico, lo semántico, la calología y la exégesis del pensamiento crítico, particularmente si las aprendemos y ponemos en práctica desde temprana edad. Por consiguiente, si las asumimos en su cualidad etimológica, es decir, si nos imbuimos en las lecturas y razonamientos grecolatinos o procedentes de alguna lengua clásica —conocidas como «cultismos»— nos adentramos en la espléndida naturaleza ecuménica del arte de interpretar en función de la filosofía del lenguaje. Esto implica un proceso dialéctico en el cual quienes indagamos en el conjunto coherente de enunciados escritos y/o gráficos, nos desplazamos entre las partes y el todo de una obra o composición de autor —tanto científica como literaria y artística— para lograr una comprensión, quizás conveniente e idónea, de lo que se conoce como «círculo hermenéutico»; algo así como un procedimiento que involucra acciones y trámites para observar, interpretar, crear y exponer, con lo que se produce un insólito pero cautivante argumento relativo a la percepción y apreciación de lo bello que, simultáneamente, aporta valor agregado al énfasis en los valores humanistas, la recursividad y la dimensión histórico-contextual de nuestro entorno individual y general.

No obstante comprender las múltiples teoréticas de los investigadores que estudian la transmisión de señales —emisor-receptor— mediante códigos de escritura, dibujos, trazos o signos, no es tema necesariamente de los autores de las bellas artes, literatos, ni de poetas, por ello, es factible atender con mayor escrupulosidad y circunspección a la filosofía aristotélica del lenguaje que, en su perspicacia, nos permite conciliar y brindar razones a partir de la arsología, la filología y la glotología, en torno a las fuentes ideológicas de la filosofía contemporánea, entendidos de que su contribución al pensamiento con los conceptos del análisis discursivo retórico, poético y de expresión verbal, plástica, musical, corporal…, hacen que realizar y exhibir piezas revestidas de estética belleza sean la esencia sensible en la producción inventiva con atención a los recursos de viveza sensorial y discursiva en la estructura de las obras literarias, pictóricas, escultóricas, musicales, teatrales, arquitectónicas, dancísticas, visuales, cinematográficas… asimismo, a los elementos de organización mental estructurales y de configuración de ideas innovadoras a soluciones de carácter profesional-laboral.

Entrados en el terreno de la comprensión del lenguaje profundo —desde la infancia—,  tenemos a las llamadas «nuevas pedagogías», con un enfoque en la reformulación de los roles y las asociaciones tradicionales del aprendizaje, en donde la conformación de lo intrapersonal, interpersonal y lo cognitivo —como dimensiones inseparables para lograr un aprendizaje— basan buena parte de su espíritu y estrategias orientadoras en las figuras del estadista Pítaco de Mitilene, con su famoso Nosce te ipsum (Conócete a ti mismo), del teólogo, filósofo y pedagogo Jan Amos Comenius (en checo Komenský, derivando actualmente en el apellido Commentz) y su «Didáctica magna», así como del filósofo, profesor y reformador de la educación Celestine Freinet, estableciendo esenciales procesos lúdicos para un aprendizaje significativo en los niños con ambientes agradables de manera natural, desarrollando habilidades a partir del método activo «Aprender haciendo», mediante el cual todo alumno puede generar su propio conocimiento con la memoria sensorial de la propia experiencia, antes que con la decadente memoria por repetición.

En este entendido, el juego es indispensable para el desarrollo integral de los menores, por lo que todo docente debe tener en cuenta la importancia que éste tiene, además de comprender la forma en la que funciona en el aula, por lo que al ejecutarse de la mejor manera es posible transformar para bien sus vidas, así como incentivar la creatividad y despertar en ellos auténtico interés por el aprendizaje significativo, en donde ellos sean parte creadores de sus conocimientos, conocerse a sí mismos, establecer tolerantes y empáticas relaciones con sus compañeros de clase; en los hogares con sus tutores y hermanos; en su convivio con parientes y sociedad en general; resolver problemas utilizando sus facultades de pensar y razonar; desarrollar su lenguaje natural, verbal, oral, icónico, facial y kinésico, que en conjunto enriquecen su vocabulario y su libre expresión, teniendo en cuenta el uso de técnicas, elementos y dinámicas propias de los ejercicios recreativos para potenciar la estimulación, mejor conocida como la gamificación o ludificación, el flipped classroom o aula invertida. Como principio básico, no sirve que el alumno memorice tan sólo para un examen y se le olvide en los próximos dos días.

Teniendo presente que al aplicar técnicas pedagógicas que incidan en la motivación intrínseca del alumnado, supone la trasformación en el método de enseñanza-aprendizaje que se desarrolla en la mayoría de las instituciones formativas de educación básica y que en la Nueva Escuela Mexicana (NEM) se están implementando con estrategias significativas para el alumnado y docentes, propiciando actitudes reflexivas, activas y autónomas. Como se indica en el documento La Nueva Escuela Mexicana (NEM): orientaciones para padres y comunidad en general: «La educación que hoy reciben niños, niñas, adolescentes y jóvenes mexicanos será decisiva en su futuro y en el de sus comunidades; por tal motivo, la Secretaría de Educación Pública (SEP), preocupada por brindar una educación de excelencia y con sentido humano, propuso transformar el Sistema Educativo Mexicano a través de la Nueva Escuela Mexicana (NEM). Para hacer esto posible, en el año 2019 el gobierno de México realizó una reforma constitucional y modificó la Ley General de Educación. Actualmente, la NEM está siendo implementada y como padre, madre, tutor, docente, directivo, autoridad educativa, promotor del deporte y la cultura, empresario, representante de instituciones de salud, de educación, de seguridad o de alguna organización social, somos parte de este gran proyecto educativo». […] «Es un proyecto educativo con enfoque crítico, humanista y comunitario para formar estudiantes con una visión integral, es decir, educar no sólo para adquirir conocimientos y habilidades cognitivas, sino también para:

1) conocerse, cuidarse y valorarse a sí mismos;

2) aprender acerca de cómo pensar y no en qué pensar;

3) ejercer el diálogo como base para relacionarse y convivir con los demás;

4) adquirir valores éticos y democráticos; y,

5) colaborar e integrarse en comunidad para lograr la transformación social. Es decir, con la NEM se desea formar personas capaces de conducirse como ciudadanos autónomos, con sentido humano y crítico para construir su propio futuro en sociedad».

En concreto, parte de los retos vinculados a la calidad de la labor formativa, ocupa un lugar trascendente el logro de una buena enseñanza a los educandos, en tanto individuos y parte fundamental de cualquier sociedad y, a la vez, como futuros profesionales en áreas que promuevan el bienestar general. Por ello, es vital argumentar y fortalecer la pedagogía integral progresista, artística y humanística que garantice —en lo inmediato y en lo futuro— el que como sociedad nos ocupemos por educarnos desde los hogares en pro del bien común y para elevar la calidad de vida de todo ser viviente, particularmente para heredarle un mundo mejor a las generaciones venideras.

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