Conforme se aceleran los impactos climáticos, el déficit financiero para la adaptación es 50 por ciento más de lo que se pensaba, por lo que las necesidades de los países en desarrollo son entre 10 y 18 veces mayores que los flujos financieros públicos internacionales, además de que no mejorar la adaptación tiene grandes implicaciones en términos de pérdidas y daños.
Los avances en la adaptación al clima se desaceleran en todos los frentes cuando deberían acelerarse para alcanzar a los crecientes impactos y riesgos del cambio climático, según un nuevo informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
Publicado antes de las conversaciones sobre el clima COP28 que tendrán lugar en Dubai, Emiratos Arabes Unidos, el Informe sobre la brecha de adaptación 2023: Falta de preparación: la inversión y la planificación inadecuadas en materia de adaptación climática encuentra que las necesidades de financiamiento para la adaptación de los países en desarrollo son entre 10 y 18 veces mayores que los flujos financieros públicos internacionales: más del 50 por ciento más que la estimación anterior.
"El Informe sobre la Brecha de Adaptación muestra una división cada vez mayor entre la necesidad y la acción cuando se trata de proteger a las personas de los extremos climáticos. La acción para proteger a las personas y la naturaleza es más apremiante que nunca", dijo el secretario General de la ONU, António Guterres, en su mensaje sobre el informe.
“Se pierden y destruyen vidas y medios de subsistencia, y los más vulnerables son los que más sufren. Estamos en una emergencia de adaptación. Debemos actuar en consecuencia y tomar medidas para cerrar la brecha de adaptación ahora", añadió.
Como resultado de las crecientes necesidades de financiamiento para la adaptación y de los flujos vacilantes, se estima que el actual déficit de financiamiento para la adaptación asciende a entre 194 mil y 366 mil millones de dólares al año. Al mismo tiempo, la planificación y la implementación de la adaptación parecen estar estancadas. Esta falta de adaptación tiene enormes implicaciones en términos de pérdidas y daños, especialmente para los más vulnerables.
“En 2023, el cambio climático volvió a ser más perturbador y mortal: se batieron récords de temperatura, mientras que tormentas, inundaciones, olas de calor e incendios forestales causaron devastación”, afirmó Inger Andersen, directora Ejecutiva del PNUMA.
“Estos impactos, cada vez más intensos, nos dicen que el mundo debe reducir urgentemente las emisiones de gases de efecto invernadero y aumentar los esfuerzos de adaptación para proteger a las poblaciones vulnerables. Ninguna de las dos cosas está sucediendo”.
"Incluso si la comunidad internacional dejara de emitir todos los gases de efecto invernadero hoy, la perturbación climática tardaría décadas en disiparse", añadió.
“Por lo tanto, insto a los formuladores de políticas a prestar atención al Informe sobre la Brecha de Adaptación, incrementar el financiamiento y hacer de la COP28 el momento en que el mundo se comprometa plenamente a proteger a los países de bajos ingresos y a los grupos desfavorecidos de los impactos climáticos dañinos”.
Las finanzas, la planificación y la implementación disminuyen
Después de una importante actualización respecto de años anteriores, el informe encuentra que los fondos necesarios para la adaptación en los países en desarrollo son mayores: se estima que se sitúan entre 215 mil y 387 mil millones de dólares al año durante esta década.
Los costos de adaptación modelados en los países en desarrollo se estiman en 215 mil millones de dólares por año esta década y se prevé aumenten significativamente para 2050. El financiamiento de adaptación necesario para implementar las prioridades de adaptación nacionales, basado en la extrapolación de las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional y los Planes Nacionales de Adaptación presupuestados a todos los países en desarrollo, se estima en 387 mil millones de dólares anuales.
A pesar de estas necesidades, los flujos de financiamiento de adaptación multilateral y bilateral a los países en desarrollo disminuyeron 15 por ciento a 21 mil millones de dólares en 2021. Esta caída se produjo a pesar de las promesas hechas en la COP26 en Glasgow de entregar alrededor de 40 mil millones de dólares por año en apoyo financiero de adaptación para 2025 y sienta un precedente preocupante.
Si bien cinco de cada seis países tienen al menos un instrumento nacional de planificación de la adaptación, el progreso para alcanzar una cobertura global total se está desacelerando, y el número de acciones de adaptación apoyadas a través de fondos climáticos internacionales se estancó durante la última década.
Esencial encontrar formas innovadoras de ofrecer financiamiento
Una adaptación ambiciosa puede mejorar la resiliencia –lo cual es particularmente importante para los países de bajos ingresos y los grupos desfavorecidos– y encabezar de pérdidas y daños.
El informe señala un estudio que indica que sólo las 55 economías más vulnerables al clima han experimentado pérdidas y daños por más de 500 mil millones de dólares en las últimos 20 años, costos que aumentarán marcadamente en las próximas décadas, en especial en ausencia de una mitigación y adaptación contundentes.
Los estudios indican que cada mil millones invertidos en adaptación contra las inundaciones costeras conduce a una reducción de daños económicos de 14 mil millones de dólares. Mientras tanto, una inversión de 16 mil millones de dólares al año en agricultura evitaría que aproximadamente 78 millones de personas pasen hambre o padezcan hambre crónica debido a los impactos climáticos.
Sin embargo, ni el objetivo de duplicar los flujos financieros internacionales de 2019 hacia los países en desarrollo para 2025 ni un posible Nuevo Objetivo Cuantificado Colectivo para 2030 cerrarán significativamente por sí solos la brecha financiera para la adaptación y generarán tales beneficios.
El informe identifica siete formas de aumentar el financiamiento, incluso a través del gasto interno y el financiamiento internacional y del sector privado. Otras vías incluyen las remesas, el aumento y la adaptación del financiamiento a las pequeñas y medianas empresas, la implementación del artículo 2.1(c) del Acuerdo de París sobre la reorientación de los flujos financieros hacia vías de desarrollo bajas en carbono y resilientes al clima, y una reforma de la arquitectura financiera global, como propuesto por la Iniciativa Bridgetown.
El nuevo fondo para pérdidas y daños también será un instrumento importante para movilizar recursos, pero persisten algunos problemas, ya que deberá avanzar hacia mecanismos de financiamiento más innovadores para alcanzar la escala de inversión necesaria.
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