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Hay gobernantes y oligarquías de brutal proceder



Texto e imagen

de Fernando Silva


El pasado 27 de octubre de 2023, los miembros de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) votaron en la 10ª Sesión Especial de Emergencia, una resolución solicitando a Israel permitir el paso de servicios humanitarios para ayudar a los civiles que están cercados en la Franja de Gaza y asolados por los perseverantes incursiones bélicas (tanto por aire como por tierra). Algunos puntos clave de la resolución son: «Se incluye la petición de una ‘tregua humanitaria inmediata, duradera y sostenida’, así como la ‘exigencia’ de que todas las partes cumplan el derecho internacional humanitario y de que se provean suministros y servicios esenciales a la Franja de Gaza de forma ‘continua, suficiente y sin obstáculo’. Asimismo, se solicitó la: «liberación inmediata e incondicional de todos los civiles cautivos, además de exigir su seguridad, bienestar y trato humano de acuerdo con el derecho internacional». Mientras que el gobierno de Israel afirmó que «El mundo está del lado del terror de Hamás» insistiendo en que no interrumpirá sus ataques hasta eliminar al grupo islamista.

De lo más inquietante del asunto es que cuando los representantes de los gobiernos acuden a la ONU para plantear la «solución» al problema palestino-israelí, los llamados no son más que soeces embelecos que suspicazmente extiende la confrontación y, peor aún, nunca abordan el problema de fondo, simplemente se acotan a exponer: «Acabar con el terrorismo», en una postura —como una obligación— hacia los palestinos; «Por favor, podrían detener la expansión de sus colonias» que por supuesto no suena como una obligación para los israelíes; «Retomar la cooperación en seguridad», «Encuentren una fase que mitigue el conflicto», «Construyan confianza»… Palabras superficiales, embusteras y ajenas al sufrimiento de los pueblos que se encuentran en constante peligro. En la misma Asamblea General de la ONU, retomada el 31 de octubre de 2023, Bolivia comunicó que romperá relaciones diplomáticas con Israel en solidaridad con el pueblo palestino y ha pedido un alto al fuego, lo contrastante, absurdo y alarmante es que horas antes, Estados Unidos de América descartó solicitar el alto el fuego, porque según el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, supondría «consolidar las acciones de Hamás», pero eso sí, anunciaron que enviarán a más militares a Oriente como modo de «disuasión» a Hamás.

Evidentemente, a EE UU no le molesta hacer la guerra-negocio y hasta lavado de dinero mientras sus territorios e intereses no se vean afectados, así mismo, no le importa que miles de personas de esta región hayan sido y continúen siendo asesinadas o que hayan quedado heridas en ataques desde antes de la fundación de Israel en 1948. En ese sentido y en cínica manifestación de doble moral, le da la espalda —lo mismo que Israel— al derecho internacional humanitario (DIH), ese conjunto de normas que trata de limitar los aterradores efectos de los conflictos armados, ya que en ello obtienen ingente provecho con la industria militar y, por ende, incalculables ganancias, no sólo económicas, sino de apropiación de territorios y de recursos naturales de los naciones sometidas y/o devastadas.

Algo perverso sobre tal proceder, se advierte al leer, reflexionar, mirar y escuchar sobre las «estrategias» orientadas a definir los intereses y valores en función de las (armas y billetes) que siguen siendo las fuentes de poder con que los países más poderosos —económicamente y militarmente— se sientan en la mesa de las negociaciones globales, independientemente de sus posiciones ideológicas, las cuales hipócritamente adecúan de acuerdo a sus depravados y ambiciosos juicios, enmascarado de esta manera de «justo realismo ofensivo y/o defensivo» sus violentas y homicidas intervenciones, así como de un neoliberalismo apegado a la doctrina en el que las ideas son paradigmas, arquetipos o modelos de las provechosas tácticas internacionales que, desde luego, son determinadas por las oligarquías y las cúpulas que forman empresarios con servidores públicos corruptos, así como por el brutal legado de ideologías conservadoras que han impuesto sus criminales dictaduras disfrazadas de democracia.

El grave escenario planeado por estas oscuras y retorcidas cúpulas globales es invisibilizado por medio de noticias falsas extendidas por los medios de (des)información que controlan, así como por un ejército de sometidos y activos súbditos en las redes sociales, además de la mayoría de los autonombrados «influencers». Lo que permite insistir a la gente que no se deje llevar por la voz de estos acomodaticios comunicadores que nada tienen que ver con destacados investigadores sociales, periodistas, luchadores sociales, filósofos, académicos y seres humanos que defendemos con argumentos sólidos y hechos comprobables los derechos y valores universales que dan sentido a una mejor calidad de vida para todo ser viviente.

Basta con darse la oportunidad de examinar de cerca la interminable historia de las crisis internas en cada nación, así como los conflictos bélicos generados para establecer las pautas de su desarrollo, lo que nos permite descubrir y entender de mejor manera el brutal proceder de gobernantes, políticos, multimillonarios y hasta figuras de la farándula, que han actuado descaradamente como líderes morales y que se sirvieron de su influjo para ejercer un dominio ideológico efectista sobre mucha gente que lamentablemente padece ignorancia supina, falta de memoria e inconsciencia. Todo por alcanzar la supremacía y obtener, por tanto, el supeditado respaldo de buena parte de la población. Evidentemente, estos zopencos (mujeres y hombres) emplean todos los recursos a su alcance —incluyendo los obtenidos de manera ilícita— para desacreditar toda acción en bien social e, incluso, llegan al grado de asesinar a quien no piense y actúe como ellos.

Para evitar caer en las garras de tan viles personajes y crear conciencia en pro del bien común es importante considerar las estrategias de manipulación como: La distracción como proceso cognitivo; la fórmula: problema-reacción-solución que crea de manera malintencionada la oligarquía; las políticas socioeconómicas neoliberales; cuando hacen pensar que sus medidas de solución son dolorosas pero necesarias, como endeudar a un país; señalar a la gente como un conjunto de personas ingenuas o incapaces de hacerse responsables de sí mismas, o de no saber tomar decisiones críticas y responsables; dar mensajes que impactan directamente en el registro emocional y sensible de la gente a través del miedo, con la intención de implantar normas de comportamiento a modo y conveniencia de sus intereses; al promover la idea de que las personas se reconozcan a sí mismas como víctimas que no tienen posibilidad de pensar en su bien; hacer pensar que las negativas circunstancias en la que se está, son así por nuestra culpa, como la corrupción: asegurando que «¡todos somos corruptos!»; no se educa desde un proceso de autoconocimiento y valoración, con lo cual estas protervas élites se asumen como las poseedoras del conocimiento y, por ende, así justifican el control de los demás;…

En pro de elevar la calidad humana en bien de todos, hay que denunciar todo acto violento, abusivo y malintencionado, ya que estos tipejos creen y hasta aseguran que nadie les puede poner alto a sus tropelías.

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