La brecha de género

Por Carol Perelman
@carol_perelman
Cada 8 de marzo #8M recordamos una de las razones por las que, como sociedad, no somos mejores: la brecha de género. Y en esta lucha por la equidad no se quedan atrás la ciencia y las científicas: #Mujeres en #STEM, así que escribo este artículo para colisionar ideas y reconocer el escalón que es tuyo.
(NdelaR: El término STEM (por sus siglas en inglés) es el acrónimo de los términos en inglés Science, Technology, Engineering and Mathematics (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas)
Estos últimos dos años entendimos la importancia de la salud pero, más allá de la salud de cada quien, comprendimos la vulnerabilidad de la salud humana y del equilibrio global, ya que, en parte, la pandemia fue resultado de un problema de salud planetaria.

Antes, quiero resaltar que para el desarrollo de las sociedades y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) se requiere equidad y ciencia, y por ello el 11 de febrero es el Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Históricamente, los relatos son cuentos de hombres, por lo que no es de sorprender que, según estudios, las niñas a partir de los seis años piensan que pueden menos que los niños. (science.org/doi/full/10.11…) ¿¡Cómo!? ¿Serán las expectativas? Y lo vemos en la cinta “Picture a Scientist” (https://www.netflix.com/mx/title/81303549), documental en el que científicas destacadas hablan sobre las desigualdades que han enfrentado en la lucha para que el campo esté a disposición de cualquier persona.

Para confirmar que sí podemos, AYUDA tener modelos de inspiración, como lo es hoy Sara Gilbert, creadora de la vacuna de AstraZeneca y Oxford contra la COVID-19, y de quien Mattel creó una muñeca en su colección de Barbie.
La misma Sara Gilbert ha dicho que quiere que se le "reconozca como científica, no como una ‘mujer científica’”.
Pero no es suficiente con tener modelos q muestran q podemos triunfar; también requerimos ejemplos de que el camino es viable, como lo vio Irène Joliot-Curie, hija de Pierre y Marie Curie y Premio Nobel de Química, quien no dudó en el cómo porque creció en ese contexto.

Por eso necesitamos incluir en estas conversaciones a los padres, jefes, compañeros, para que crean en nosotras y sean parte de la solución. Como dijo Katalin Karikó, creadora de las vacunas de ARNm: “…no tienes que escoger entre ser mamá y tener una carrera… ¡búscate un buen esposo!”.
Pero la brecha es tan amplía… Las mujeres somos más del 50 por ciento de la población mundial y tenemos la mitad de invitaciones a conferencias, menos recepción de becas, representamos un tercio de los científicos de México y 12 por ciento de miembros de academias nacionales! (uis.unesco.org/sites/default/…).

Y, claro, de 970 Premios Nobel otorgados, sólo 59 han ido a 58 mujeres, y la primera, Marie Curie, por insistencia en inclusión de su marido… y también la única en haber recibido ¡dos! ¡Qué gran ejemplo: rompió techos de cristal! Pero falta… Y justo sobre los premios Nobel, ¡qué gran orgullo que este año sea nominada a recibir el Premio Nobel de la Paz la científica hondureña María Elena Bottazzi, co-creadora de la única vacuna contra la COVID-19 sin patente.
Pero además, y en el contexto de la pandemia, no podemos obviar el liderazgo de las mujeres que en puestos políticos (Alemania, Nueva Zelanda, Dinamarca, Islandia, Eslovaquia y Finlandia) siguieron la ciencia en su toma de decisiones y gracias a ello encabezaron los países con MENOS fatalidades por COVID-19.
Y a todas las mujeres trabajadoras de la salud quienes, siguiendo ejemplos de otras grandes como Florence Nightingale, representan al 70 por ciento de los enfermeros del mundo (ganando 11 por ciento menos que sus compañeros) y donde en México las mujeres son el 79 por ciento del personal.

¡Gracias por cuidarnos! Y no olvidar a Matilde Montoya, primera médica mexicana, quien hoy sentiría tristeza al saber que encabezamos la lista de más médicos fallecidos durante la pandemia, pero estaría orgullosa de saber que ha crecido el interés de los jóvenes mexicanos por estudiar carreras en áreas de la salud.
Y no puedo más que aprovechar y reconocer también a mis colegas y amigas con quienes, haciendo EQUIPO, trabajamos en pro del periodismo, la divulgación y la investigación científica colaborando, dándonos la mano, encontrando cada una nuestras escaleras a la medida.
Ojo que en los estudios por entender al coronavirus (2,000 artículos semanales), como los de #LongCovid o en las dudas sobre los efectos de la COVID en la salud sexual femenina, existe una enorme ausencia de investigación, específicamente en mujeres.
Desde chica quería vivir la ciencia: me apasiona cuestionar y saber que el conocimiento es infinito, que es una búsqueda continua y no una meta final. En este sentido, agradezco a mis papás; a mi maestra Rebe Rochman; a mi tía Dalia, a mi mentora Paty Ostrosky y Maricha Gonsebatt, pero sobre todo a mis tres hijas que, sin necesariamente ser científicas, PIENSAN cómo científicas y miran al mundo buscando cómo, desde su individualidad, hacerlo mejor, construyendo sus propias escaleras para #tikunolam (reparar el mundo, en hebreo). “La ciencia es parte de la cultura, y por eso, es de todos y para todos”, porque, al final, no buscamos ser iguales, sino queremos equidad: IGUALDAD de oportunidades. Nos fascina ser diferentes, incluso celebramos la individualidad porque para cada una de nosotras el camino es lo que decidimos que es, no lo que nos dicen que es, y soñamos con la justicia.

Así que voltea y mira a tu niña a los ojos, la tuya interna, o a los ojos de tu pareja, de tu hija, de tu mamá, y dale esas herramientas para que construya su propia escalera. Ella, con las herramientas adecuadas, sabrá cómo hacer un mundo más sano. Hay mucho por hacer, pero primero reconoce que EXISTE la brecha, ponte “gafas violetas”, como diría Gemma Lienas, y comienza a mirar tu entorno con perspectiva de género, porque este mundo es tuyo. Hagámoslo más sano, cada quien desde su propia escalera.