La inversión se va...
- migueldealba5
- 6 may
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Por Omar Garfias
@Omargarfias
Cuando inició el gobierno del Dr. Rubén Rocha Moya, 64 por ciento de los empresarios miembros de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) consideraban era buen momento para invertir en Sinaloa. Tres años después, el porcentaje es de sólo 28 por ciento. Se cayó el ánimo para invertir.
Los miembros de la Coparmex recibieron con entusiasmo al actual gobierno morenista. Los resultados de la encuesta sobre el ánimo estatal para invertir estaban entre los cinco mejores en el país. Luego de tres años, está en lo más bajo, en los últimos lugares.
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) dice que la actividad económica en Sinaloa disminuyó 3.9 por ciento en 2024. Por ese comportamiento, ocupa el lugar 29 en el ranking nacional. En el fondo.
Las actividades primarias (caza, pesca, agricultura, cría y explotación de animales y aprovechamiento forestal) reportaron un decremento anual de 28.6 por ciento. Con ello, Sinaloa se situó en el último lugar en cuanto a la dinámica del sector.
En los últimos 20 años, la variación anual promedio de la actividad económica del estado creció 1.2 por ciento. El lugar 28 a nivel nacional. Mientras tanto, Aguascalientes creció al 4 por ciento.
Al considerar sólo la última década, el crecimiento es de 0.2 por ciento. Lugar 28. Baja California Sur creció 2.8.
Desde que asumió como presidente Andrés Manuel López Obrador, la variación acumulada de la actividad económica de Sinaloa disminuyó 6.8 por ciento. En este comportamiento ocupa el lugar 31. Mientras tanto, Tabasco creció 31 por ciento.
La economía de Sinaloa aún no recupera el nivel que tenía antes de la pandemia. Está 5.6 por ciento abajo. Lugar 31. Mientras tanto, Oaxaca recuperó y superó en 30 por ciento el nivel previo a la COVID-19.
Es urgente definir una serie de acciones y responsables para aumentar la inversión y atraer capitales.
Es evidente que no hay inversión suficiente. Lo más grave es que el actual gobierno no tiene siquiera una meta de inversión total, ni como porcentaje del producto interno bruto (PIB) ni como monto global.
El Plan Estatal de Desarrollo sólo habla de inversión extranjera, con una meta muy tímida que sigue la inercia del pasado, sin abordar las inversiones pública ni privada (local y nacional).
La productividad de una sociedad es determinada por la cantidad de inversión de capital que hay por cada trabajador. La productividad de una persona que labora con una franela y una cubeta, aunque digna y encomiable, es muy inferior a la de un operador de maquinaria o de un empleado de alta tecnología.
Distintos análisis coinciden en que la inversión necesaria para crear acervo de capital y empleos de alta productividad y nivel salarial superior, debe ser del 35 por ciento del PIB.
La meta de inversión en Sinaloa debe ser de 242 mil millones anuales, si se considera el dato más reciente del PIB estatal (2023), a precios de ese año.
Esta cifra sirve para evaluar el hecho de que la aspiración del gobierno estatal sólo sea agregar un promedio anual de inversión extranjera de 6 mil 600 millones de pesos.
La inversión pública debe ser de 34 mil millones, pero en 2024 sólo fue de alrededor de 9 mil millones.
Las inversiones no van a llegar por el esfuerzo aislado de un pequeño grupo de promotores.
Hay que constituir un sistema coordinado de promoción, integrado por múltiples y amplios equipos de empresarios, funcionarios, embajadas, consulados, comunicadores, fondos y bancos.
Hay que definir e instrumentar líneas estratégicas sobre seguridad pública; regiones prioritarias; mejora regulatoria; infraestructura pública; certeza jurídica; proveeduría local; educación y capital humano; branding, marca e imagen del estado, y crédito, financiamiento y mercado de capital.
Con los malos resultados de todo este tiempo, la falta de inversión es resultado de un trabajo gubernamental poco ambicioso, que no asume que estamos en una economía cuya dinámica se ubica en los últimos lugares del país; que esconde su intrascendencia detrás de los sectores de éxito mundial, como la horticultura; que se pone metas fáciles en el Plan Estatal de Desarrollo (o ni se las pone siquiera), y que sigue la inercia de lo que se hace desde hace muchos años, aunque no tenga lógica ni razón de ser continuado.
El trabajo gubernamental ha sido un ejercicio sin planeación; de ocurrencias; de instituciones sin recursos; de acciones improvisadas y sólo para las fotos; cheques entregados sin evaluación ni seguimiento.
Los inversionistas ven a Sinaloa como un conjunto de ciudades donde se asesina impunemente y donde no hay un plan que defina el rumbo de la economía ni cómo se va a llegar ahí.
La misión que han adoptado los funcionarios gubernamentales es la de amenazar a los empresarios que disienten del cuento de “todo está perfectamente bien”, el cuento que se repite desde hace ocho meses.
Para atraer inversiones es necesario que el gobierno y la iniciativa privada colaboren de verdad, invirtiendo en soluciones y adoptando una visión a largo plazo.
Hoy las inversiones no llegan en la cantidad que necesita Sinaloa, y muchas se van. Es una de las razones de que disminuya el indicador de la actividad económica.
Para el gobierno, la solución es que quien invierta en Sinaloa aguante a ganar menos.
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