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La mala intención en los medios de comunicación masiva

migueldealba5


Por: Fernando Silva


Cuando observamos el proceder de los medios masivos de comunicación enfocados para realizar un daño determinado hacia una comunidad en lo general o a los sistemas democráticos en lo particular, podemos reflexionar sobre que esa modalidad —mal intencionada— es consecuencia de sucesos complejos multicausales, que van desde una perversa línea editorial por parte de los dueños coludidos con las oligarquías, hasta la desfavorable influencia de pseudoperiodistas y mediocres influencers —muchos de ellos vulgares lectores de noticias o patiños propagadores de fake news— que sueltan descaradas aberraciones en cada oportunidad bajo el cobijo de una «libertad de expresión» que no acompañan de una labor seria de investigación, análisis y confirmación de hechos, pero eso sí, como herramientas de poder sobre consumidores a los cuales les producen negativos efectos cognitivos, afectivos y actitudinales. Por lo que es legítimo plantear la inquietud por la concentración y alcances que aún tienen, así como lo que infieren al sistema de libertades para las sociedades. Me concentro en las imbricaciones existentes entre estos medios conservadores y su relación con la ideología capitalista que dirigen a la gente y el control de masas que conlleva, es decir, de cómo afecta o puede perjudicar la concentración de valores y derechos humanos.

Tal centralización de la (des) información es una de las principales herramientas del ideario neoliberal para controlar y adoctrinar a las poblaciones. De esta manera, la mayor parte de la prensa escrita, radiofónica y audiovisual pasó de ser medios de supervisión de la sociedad hacia los poderes económicos y financieros empresariales, así como a los constituyentes de los sistemas institucionales, a ser el control de la ciudadanía por parte de las clasistas élites y servidores públicos con cardinales cargos de representación que se corrompieron. Lo que nos permite comprobar la amarga mutación que se ha operado en ese mal llamado cuarto poder, que ha atentando en más de un sentido contra la equidad y la libertad en prácticamente todas las naciones, siendo así un componente crucial del control social que, adicionalmente, conlleva una homogeneización del discurso y la consolidación de la dominación de grupos autoritarios y antidemocráticos sobre el resto, consolidando las relaciones del poder económico, político y cultural en contra de los intereses y necesidades de la mayoría de la humanidad.

En esa dirección, en la «sociedad del conocimiento», caracterizada por haber pasado de la industria productora de objetos a la producción de servicios y a una economía basada en el entendimiento, la inteligencia, la razón natural… hay que advertir la entelequia que el término infiere, ya que buena parte de la población mundial no está incluida, por el hecho de que simplemente no tienen alcance a una formación profesional y/o a las tecnologías de vanguardia, por ende, a esos contenidos que divulgan en prodigalidad libre y abierta concretamente en la Internet y en las redes sociales. Sobre el particular y según las estadísticas de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), un tercio de la población mundial sigue privada de la Internet y el ritmo de las nuevas conexiones se ha lentificado, lo que quiere decir que más de cinco mil millones de personas usan la red informática mundial​, pero eso no es más que un escenario inexacto, gracias a la propagación de que particularmente los celulares «inteligentes» se encuentran en los más recónditos rincones del planeta y, por derivación, dos tercios de la población mundial hacen uso de la red de redes. Ahora, suponiendo sin conceder que esto sea cierto ¿Qué mira, escucha y comparte la gente? En concreto ¿la apropiación social del conocimiento útil se brinda por este medio o es mayormente conocimiento basura, violento, tendencioso, básico, recreativo, en boga, para compras superfluas o impregnado de noticias falsas?

Aquí, cabe advertir que parte de la «Teoría del conocimiento» se encuentra en el análisis, la clarificación y la sistematización de los conceptos epistémicos que se hallan no únicamente en las ciencias exactas —aquellas que generan conocimiento confiable a partir de la experimentación, observación objetiva y modelos teóricos aplicados— sino también en las expresiones intuitivas, del sentido común, de la moral, la ética, la sabiduría, la estética, el respeto, la empatía, la fraternidad, la conciencia, la de ejecución creativa para aprender y actuar en pro del bien común… En paralelo, tales concepciones cognoscitivas como creer, saber, conocer y existencia posible, necesitan ser reveladas en sus derivados semánticos, a partir de la observación del lenguaje inclusivo, el coloquial —que se brinda no sólo vago e impreciso— con añeja tradición oral-cultural, además desde el estudio del conjunto de saberes que buscan establecer de manera racional los principios que organizan y orientan el conocimiento de lo que entendemos como «realidad», así como el sentido del obrar de cada persona, lo que nos consentirá la disposición sistemática y multicultural de los conceptos, su esclarecimiento y, aún mejor, la transformación al expresarse oralmente o por escrito sin discriminar a un sexo, género social o identidad en particular sin tolerar degradantes estereotipos.

Tener en cuenta que la manipulación mediática se basa en el desplante racista y clasista de quienes la controlan o dirigen, dando como atroz secuela la difusión de un odio irracional, recelo hacia todo lo que suponga un sistema democrático, así como un miedo insensato a ideologías sociales humanísticas e información intencionadamente sesgada por parte de comunicadores-títere que, sin pudor ni vergüenza, despliegan complaciente sumisión, todo al servicio de los avariciosos fines de las oligarquías y, por supuesto, para recibir —a modo de compensación— dádivas-soborno que les dejan con la lengua de fuera, babeando y moviendo la cola.

Para no dejarnos perturbar por la mala intención de buena parte de los medios de comunicación masiva, habrá que tener en cuenta que los conocimientos e ideas provienen de nuestras lecturas, diálogos circulares con familiares, amistades y colegas profesionales, experiencias emocionales y la necesaria reflexión con relación a un objeto y sujeto que quizás no sea la realidad en sí, pero sí definida como la existencia de algo o alguien a nuestro alcance a través de nuestros sentidos y cognición, lo que hace que tengamos un pensamiento objetivo, que no se deja influenciar por la perversión de la globalización de medios y los procesos de concentración multinacional dirigida por empresarios avariciosos e indiferentes a la equidad social que implica preocupaciones de justicia distributiva y de políticas sociales.

De esta manera, dispersan mentiras en la cobertura y acceso a la formación escolarizada, aturdiendo la educación que se imparte en los hogares con programas y contenidos insulsos, burdos, plagados de insultos y con descripciones explícitas de escenas violentas, lo que tergiversa el reconocimiento de necesidades diferenciales y el desarrollo de la capacidad de juicio sobre situaciones singulares, multiculturales y dilemáticas, en brutal especulación para garantizar la permanencia de modelos neoliberales, conservadores y de retrogradas ideologías derechistas, que ponen en retorcida significación la cultura, los valores, los derechos humanos, las tradiciones y costumbres, así como la organización y la construcción de las autonomías y libertades en democracia.

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