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La misión socialdemócrata: Sinaloa incluyente y sin pobreza



Por Omar Garfias

@Omargarfias


La socialdemocracia es una posición política que pone por delante la equidad y la democracia.

Pondera que ninguno de los dos objetivos se conseguirá si no se dan, conjuntamente, con avances simultáneos, vinculados y paralelos. Plantea que un retroceso de la democracia implica un posterior retroceso de la equidad y viceversa.

A diferencia de la izquierda autoritaria, no cree que un solo hombre puede representar a todo el pueblo.

Considera que la sociedad está integrada por legítimos intereses diversos que deben encontrar un espacio para manifestarse y dialogar entre ellos y así encontrar acuerdos.

Existe una amplia evidencia que cuando las decisiones las toma uno o pocos, aunque se propongan el bienestar de los más pobres, terminan por no conseguir la equidad y por coartar la libertad y los derechos porque se quiere imponer una sola opinión.

En México, por ejemplo, el presidente no escucha razones que le piden corregir errores de sus programas sociales y, en consecuencia, la pobreza terminó creciendo de 2018 a 2020, del 42 al 44 por ciento de la población, casi tres millones más.

Cuando se le señalan ineficiencias, se enoja y ataca.

A diferencia de la derecha, los socialdemócratas no creemos que la pobreza se debe a la pereza de las personas.

Identificamos a la falta de condiciones básicas de salud, educación, seguridad social, alimentación, vivienda, inversión privada, democratización de la productividad, seguridad pública, empleos dignos, salarios remuneradores y Estado de Derecho como causas de la pobreza y la desigualdad.

En Sinaloa, el 28 por ciento de la población que trabaja tiene un ingreso que no le alcanza para comprar una canasta alimentaria.

La socialdemocracia propone la intervención del gobierno para garantizar ese piso básico, pero sin renunciar que en los mercados se decidan algunos precios.

Tanto Estado como sea posible, tanto mercado como sea necesario.

La desigualdad debilita la participación política de los más pobres y de los excluidos. Van a una arena donde su voz compite contra megáfonos potentes.

La democracia debe ser acompañada de crecimiento económico y de combate a la pobreza. La lucha por la equidad debe ser acompañada por el respeto a la inclusión, las libertades y los derechos.

En Sinaloa, el programa socialdemócrata se traduce en la construcción de una política social propia, no centralista; el fortalecimiento de la economía mediante la innovación y el acceso para todos; la creación de espacios para las agendas feminista, ecologista y de la diversidad sexual, y la ampliación de los espacios para la expresión del pluralismo.

La política social de Sinaloa, como en todos los estados donde gobierna Morena, se define en las oficinas de la Ciudad de México.

Morena no tiene propuesta propia, mucho menos local, adecuada a las circunstancias estatales y municipales. La línea es: lealtad ciega a lo que dicta el presidente. Cuando el presidente elogia algo, dicen que está bien, cuando el presidente condena algo, dicen que está mal.

Recordemos el caso de las escuelas de tiempo completo.

El 24 de abril de 2021 fue promesa de campaña morenista impulsar las escuelas de tiempo completo. En abril de 2022 el presidente restringió el uso de recursos para este programa, le quitó la asignación presupuestal fija, lo puso a competir con otras necesidades y dificultó su uso para el horario extendido y la alimentación porque las sociedades de padres tendrán que contratar maestros y encargarse de los comedores, labores más propias de instituciones y funcionarios.

El 6 de julio pasado, la oposición pidió regresar al modelo anterior del programa, mismo al que, en campaña, Morena prometió impulsar en Sinaloa. La respuesta de Morena estatal fue que “las escuelas no son guardería”.

Dicen que “las escuelas no son guardería”, como si fuera malo que estén abiertas por más tiempo enseñando y alimentando a los niños. Prefieren que estén cerradas.

Nunca se inconformaron con el modelo, hasta lo prometieron, sin cambios. Ahora que al presidente se le antojó otra cosa, consideran que no está bien lo que habían prometido.

La mayor carencia social en Sinaloa es la falta de seguridad social, afecta a un millón 191 mil sinaloenses. No hay propuesta federal ni local para abatirla.

Queda analizar los problemas sociales locales y construir las soluciones locales, aquí.

La política económica vive la misma circunstancia, el centralismo y los presupuestos raquíticos.

De junio de 2021 a junio de 2022, Sinaloa fue el segundo peor estado por crecimiento de empleo formal. Ocupamos el penúltimo lugar. Tabasco creció 15.9 por ciento; nosotros, 1.2.

También es urgente frenar la tentativa del centro, del Gobierno federal, de que en la mitad de los ayuntamientos no existan regidores de oposición, contrapesos al presidente municipal, según la reforma electoral que promueve el presidente López Obrador.

Nos falta prohibir las terapias de conversión de género, restringir las adjudicaciones directas, abatir la violencia de género, incrementar la productividad del campo y la pesca, eliminar los feminicidios, tener un plan estatal contra la sequía, implementar un programa de apoyo a las instituciones de asistencia privada, abrir espacios a las iniciativas ciudadanas, conformar políticas culturales y artísticas con presupuestos dignos, y un largo etcétera sinaloense que incluya evitar los culiacanazos.

Hay mucho trabajo que hacer para tener un Sinaloa democrático y equitativo.

La misión es un Sinaloa con capacidad de organizarnos democráticamente para construir una vida común próspera.

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