Por Carol Perelman
@carol_perelman
Mis destrezas culinarias carecen, definitivamente, de gran complejidad pero incluyen suficientes habilidades como para distinguir una ensalada de una sopa. Y no, lo que vemos gestarse en Asia y Europa, y que es posible llegue próximamente a nuestro continente, es más una sopa que una ensalada. Veamos. Espero equivocarme, pero existen tres elementos que, combinados entre, sí son la fórmula o receta perfecta para promover una ola de casos de COVID-19 durante los próximos meses en el país:
1) Ya sabemos que la inmunidad decae con el tiempo y muchos hemos recibido nuestras últimas dosis de vacuna hace ya más de seis meses;
2) las nuevas subvariantes han perfeccionado su habilidad para evadir la inmunidad y no sólo son sumamente contagiosas, sino además causan reinfecciones con gran incidencia; y, además,
3) hemos cambiado nuestro comportamiento y no sólo el relajamiento de medidas favorece la transmisión, sino que durante el invierno tendemos a reunirnos en espacios cerrados, mal ventilados, que permiten el contagio de los virus de propagación aérea, como el SARS-CoV-2 que causa COVID, pero también de virus como los de la Influenza y las gripas comunes. Pero, como dije en entrevista para MVS con la periodista Ana Francisca Vega, esta película ya la vimos cinco veces. ¿Es que no aprendimos nada? Ya vimos subir estrepitosamente los casos en Europa, tal como sucede en este momento, para luego, en un par de semanas, comenzar a verlos en los Estados Unidos y posteriormente en nuestro país.
Claro que la intensidad de la ola depende de muchos factores, especialmente de nuestra capacidad para evitar la transmisión del virus al usar cubrebocas, hacernos pruebas, aislarnos en caso de estar enfermos los días suficientes para no contagiar a otros, contar con comunicación clara y oportuna, aunado a que:
a) exista una buena distribución de antivirales como Paxlovid, más allá de los 581 centros de salud pública del país que actualmente lo tienen, y,
b) finalmente, tener urgentemente disponibles vacunas contra COVID-19 para los 33 millones de mexicanos que aún no tienen refuerzo, los casi 10 millones de pequeños menores de cinco años sin alguna dosis protectora, los poco más de 7 millones de niños entre cinco y once años sin su segunda dosis para completar el esquema inicial, los casi 5 millones de adolescentes entre 12 y 17 años sin ninguna vacuna y los 9.5 millones de adultos que aún están completamente desprotegidos. Entonces, toca obligadamente mirar a Asia y a Europa para entender qué sucede, como una manera de darnos una idea de posiblemente qué esperar nosotros. Vimos surgir el virus de China, pasar por Italia en 2020 y luego nos llegó; después vimos a Alfa en Gran Bretaña, a Delta en India, a Ómicron en Sudáfrica… Ya sabemos que vivimos en un planeta interconectado y que el virus viaja en avión. Esta vez no tiene por qué ser diferente. Repito, espero equivocarme. También ya sabemos que mientras el SARS-CoV-2 siga replicándose encontrará nuevas mejores versiones de sí mismo, que hemos denominado variantes, y que por fortuna no han llegado a ser cepas, como en el caso de la Influenza, en que los cambios son tan radicales que hasta hay que modificar año con año las vacunas. Sin embargo, a pesar de ser variantes más estables y que responden aún a las vacunas iniciales, algo diferente ha sucedido desde que apareció Ómicron en noviembre de 2021. Desde hace un año observamos solamente descendientes –subvariantes- de la misma Ómicron y ya no ha sido necesario desempolvar la siguiente letra del abecedario griego, que sería Pi, para nombrar a las sucesoras. Entre el virus original de Wuhan y Alfa hubo un salto evolutivo importante, incluso de Alfa a Delta, y lo mismo de Delta a Ómicron, donde cada una era bastante diferente a la anterior.
Sin embargo, desde Ómicron el escenario ha sido mas diverso, paulatino e inusual, donde los cambios que ha sufrido Ómicron desde su aparición se han mantenido dentro de los parámetros que definen el mundo de Ómicron sin hacer cambios que merezcan una categoría distinta. Y esto justamente se conoce como una evolución convergente, en que los cambios que otorgan ventajas en el sentido de la
1) contagiosidad,
2) patogenicidad, o bien de,
3) evasión inmunitaria del virus, llegan a un mismo punto: encuentran que todos los caminos que hacen al nuevo coronavirus adaptarse a nosotros coinciden en un destino común. Como un posible ejemplo de evolución convergente donde especies de forma independiente coinciden en una “solución” evolutiva, podemos hablar del tiburón y el delfín que, sin compartir un ancestro común, resolvieron retos en su anatomía de forma bastante similar: coincidiendo en la forma de su cuerpo y en la necesidad de tener aletas; o bien, las aves y murciélagos que desarrollaron rutas similares para sus alas a pesar de su distancia biológica. En un sentido similar, el coronavirus disperso por todo el mundo, finalmente, luego de casi tres años de circular, encuentra la misma fórmula para evadir nuestra inmunidad. Pero ¿ésto qué implica? Es interesante, y aún no sabemos realmente el impacto epidemiológico ni clínico de que el virus haya encontrado estas formas comunes de adaptarse a nosotros y brincar a nuestro sistema inmune haciéndose más infeccioso, invasivo y/o evasivo…
Aún no sabemos su significado en el mundo real, pero investigadores lo estudian en los laboratorios y encuentran una especie de estabilidad en el proceso evolutivo, con las mismas mutaciones que se repiten en distintas subvariantes, pero con muchas preguntas abiertas que seguramente pronto podremos resolver. Recordemos que Ómicrón empezó con sus ramas BA.1 (en Sudáfrica), BA.2 (la que dominó la ola en México en enero de 2022) y BA.3 (que sucumbió rápidamente); y de ahí, en el verano circularon, principalmente, BA.4 y BA.5 y causaron la quinta ola en el país.
Pero realmente desde entonces ninguna otra subvariante de Ómicron ha podido lograr una dominancia absoluta y lo que ahora observamos en Europa es la proliferación de cientos de subvariantes muy parecidas entre sí, que fragmentan el “poder” y, por ahora, ninguna ha conquistado el espacio actual.
Específicamente, en Dinamarca, uno de los países que más secuencias genómicas realiza, se encontró que el 7 por ciento de sus casos actuales se conforman por 120 subvariantes de Ómicron, todas con variaciones muy ligeras en su estructura, compitiendo entre sí para desplazar a la aún dominante BA.5. Obviamente, llama mucha la atención esta nueva mezcla de tantas subvariantes de Ómicron que, además, coinciden en ciertas mutaciones repetidas, al ser denominadas: “sopa de variantes”.
Sopa de variantes porque, en sí, prácticamente todas son similares: justamente como una sopa de pasta en que las letras están hechas de la misma harina y flotan en el mismo caldo; incluso, “saben” igual, pero con ligeras diferencias en su forma. Definitivamente, no es una ensalada en la que los ingredientes son distintos entre sí. Es una sopa que, esperemos, no sea tan humeante ni tan caldosa. Pero de esta “sopa de variantes”, descendientes principalmente de BA.5, sobresalen algunas subvariantes que varios científicos han llamado “pentágono” o “hexágono” porque coinciden en tener las mismas cinco o seis mutaciones repetidas -mutaciones en el sitio: 346, 444, 452, 460 y 486- que son justamente en la región responsable de unir al virus con nuestras células y permitir la infección: una ubicación puntual sumamente sensible llamada el dominio de unión del receptor (RBD por sus iniciales en inglés) y que es una zona de la espícula del virus que hasta ahora se había conservado casi intacta, razón por las cual las vacunas diseñadas desde 2020 seguían siendo efectivas.
Y es también por ello que algunos autores argumentan que las nuevas vacunas bivalentes que incluyen en su fórmula no sólo la espícula del virus inicial, sino también el modelo de Ómicron, elevarían nuestra protección al acercarse más a la realidad de variantes actualmente en circulación. De hecho, Marc Johnson, un microbiólogo de la Universidad de Missouri que ha revisado las aguas residuales para monitorear los cambios en el virus, ha encontrado algo similar: el virus presenta mutaciones en los mismos sitios.
Sin embargo, como bien argumenta el científico Ulrich Elling, esto es dinámico y aunque ahora coincidan, posiblemente esta diversidad, que resultó de la interacción del virus con nuestras defensas, al enfrentarse de nuevo a nuestro sistema inmune resulte en mayores oportunidades de variantes por emerger. Ya veremos.
Cornelius Roemer, quien monitorea las variantes en Europa, estima que a pesar de la altísima tasa de mutación, el 30 por ciento de las muestras hasta septiembre coincidían en las mismas mutaciones en el sitio RBD, las mutaciones repetidas ya mencionadas. Lo que sí, es que de estas subvariantes que integran la sopa vale la pena mencionar a la que actualmente llama la atención en Europa, BQ.1.1, descendientes de BA.5 y con gran capacidad de evasión de inmunidad, la mayor de todas las analizadas según los últimos cálculos del científico belga Tom Wenseleers (pero que por descender de BA.5 quizás será sensible a las nuevas vacunas bivalentes).
Le siguen otras como BA.2.3.20 y BJ.1, pero especialmente llama la atención en Asia la XBB (apodada grifón) y su descendiente XBB.1 –hipogrifo- que son recombinantes, resultado de mezclar dos variantes: Centaurus y una descendiente de BA.2, y que hoy conforman la mayoría de los casos secuenciados en Bangladesh (52 por ciento) y en Singapur (48 por ciento), con un estrepitoso aumento en casos y admisiones a terapias intensivas debido a que ha mostrado tener la mayor evasión a la inmunidad, ser sumamente contagiosa y, lo preocupante, que no son neutralizadas por los tratamientos de anticuerpos monoclonales (Evusheld y Bebtelovimab) que sí funcionaban para las Ómicron iniciales de hace un año.
También vale la pena mencionar a BA.2.75.2, descendiente de Centaurus (BA.2.75), que ha alzado los casos en Australia y de la que comenté en un reciente texto, ya que al parecer tiene menos ventaja competitiva. Es fundamental no confiarnos de que al ser de la familia de Ómicron tendremos casos “más leves” y minimizar algo que aún no conocemos. Todavía no sabemos el significado de esta sopa de variantes y me parece primordial monitorear lo que sucede en Europa, no sólo por el efecto de las subvariantes en sí, sino porque muchos hemos perdido ya cierta protección de las vacunas que nos aplicamos hace casi un año y hemos bajado la guardia.
Por ejemplo, llama la atención lo que sucede en Francia o en Austria, con aumentos importantes en hospitalizaciones, donde se tienen a BN.1, BQ.1.1, BY.1, BA. 2.75.2 y XBB en circulación, y en el Reino Unido, donde ciertos médicos se han sorprendido por pacientes con complicaciones pulmonares similares a la época de Delta, aunque todo es aún muy preliminar. Así que, ojo, cualquier conclusión es prematura, sí, pero buscamos prepararnos, observar, aprender y poder aplicar todo ello ágilmente para protegernos, robustecer nuestras instituciones, familias y comunidades. Hoy los casos por COVID-19 en México no son cero. El 11 de octubre se reportaron más de 6 mil casos oficiales que, debemos asumir, están subreportados por la falta de pruebas y porque muchos o no se las hacen o se hacen los tests de antígenos caseros.
Es decir, el riesgo de contagio está ahí, latente, menor pero no despreciable, y no se irá, sólo aumentará. Así que relajar medidas solamente nos hace más vulnerables. Además, hoy sabemos que la única forma de evitar secuelas de COVID es esquivando la infección. Así que cuídate, ponte tu refuerzo contra COVID-19, aprovecha y sí, vacúnate contra la influenza, que se espera circulará con mayor fervor. Mantente al pendiente de cómo evoluciona esta sopa de variantes y, claro, usa cubrebocas en espacios abiertos concurridos y en los espacios cerrados. Ya esto lo sabemos todos. Los humanos y sus instituciones podemos, por conveniencia y fatiga, emitir decretos, dejar de hacer monitoreos, minimizarlo todo, elegir regresar a la normalidad y olvidarnos de la COVID-19; sin embargo, desgraciada y evidentemente, el virus SARS-CoV-2 no se ha enterado de ello y no ha terminado su apenas incipiente travesía. Es más, contrario a nuestro anhelo, esas decisiones unilaterales y humanas fertilizan, facilitan y abren más el camino al virus. Esta película ya la vimos cinco veces; y sí, esperemos que la siguiente ola sea más una marea que un tsunami, pero su magnitud no está sólo en “esperar” a que así sea; debemos todos y cada uno de nosotros actuar y prepararnos para que esta sexta ola, esta sexta vez, la película sea de mucho menos terror y nada de suspenso. La sopa de variantes tenemos que colarla y enfriarla. Ya tenemos las herramientas y el conocimiento, hay que comprometernos y usarlos. Seguiremos pendientes. --- Nota: Diariamente esta información cambia gracias a lo que muchos científicos comparten y como resultado de interesantes conversaciones que se dan en Twitter; si quieres seguir algunas de ellas sobre estos hallazgos en cuestión de secuenciación genómica, evolución de virus, datos epidemiológicos y de modelación matemática, te recomiendo seguir los siguientes perfiles: @PeacockFlu, @CorneliusRoemer, @JPWeeland , @TWenseleers y @Jbloom_lab y en
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