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México y Estados Unidos: ¿conflicto inventado o realmente serio?

migueldealba5

Un Parlamento, más parece imaginario

que no me los imagino hablando del salario

de la gente común, sí los suyos

de funcionario en aumento,

los de los demás por el contrario,

un suelto de palabras nada extraordinario.


Poema

Contra el circo parlamentario,

Poder autoritario


Del español Nacho Rey


 

El ahora constante intercambio de declaraciones entre los gobiernos de los Estados Unidos y México refleja una creciente tensión, no nada más en cuanto al tema del narcotráfico, pero es poco probable que derive en un conflicto que pase a mayores. Más bien, forma parte de una estrategia política.

La insistencia de Donald Trump en designar a los cárteles como terroristas se alinea con su narrativa de seguridad y mano dura, tema central en su campaña electoral. Busca reforzar su imagen y presiona al gobierno mexicano para tomar medidas más agresivas contra el crimen organizado.

La respuesta de Claudia Sheinbaum también es política: mantener una postura firme ante los Estados Unidos fortalece su liderazgo interno y evita la percepción de sumisión ante presiones extranjeras. México históricamente ha rechazado la intervención estadunidense en asuntos de seguridad interna.

Claro que buscan distraer de problemas internos. Ambos países enfrentan crisis. México, con sus niveles elevados de violencia y grandes dudas sobre la estrategia de seguridad del gobierno. Y los EEUU su crisis por el consumo de drogas y un problema de tráfico de armas que alimenta la violencia en México.

El conflicto retórico ayuda a desviar la atención de estos problemas estructurales y traslada la responsabilidad al otro país. Hoy les funciona, mañana no creo.

Es poco probable que se pase de las declaraciones a las sanciones económicas o a las intervenciones militares. México es un socio clave en comercio, migración y seguridad fronteriza. Ambos países tienen incentivos para evitar una crisis real.

Más que un conflicto inminente, la confrontación parece un juego político de presión y posicionamiento. Sin embargo, la designación de los cárteles como terroristas podría generar repercusiones más serias, como sanciones financieras y operativos encubiertos en territorio mexicano, lo que elevaría la fricción diplomática.

Los medios de comunicación juegan un papel crucial en la política y pueden influir en los gobernantes de varias maneras, aunque no siempre de forma directa. Su impacto depende del contexto, del líder en cuestión y de la capacidad de los gobiernos para controlar la narrativa.

Presión mediática y agenda política al exponer problemas que generan indignación pública. Cuando un tema se vuelve tendencia, los políticos a menudo se ven obligados a responder.

Un gobierno con buena relación con los medios puede usar la cobertura para reforzar su imagen. Por el contrario, una prensa crítica puede debilitar la credibilidad del líder, especialmente en democracias con alta libertad de prensa. Ambos países viven una crisis en ese sentido.

Por eso, la percepción internacional puede influir en la imagen y en cómo lo tratan otros gobiernos. Si la prensa estadounidense retrata a México como permisivo con el narcotráfico, por ejemplo, se pueden justificar políticas más agresivas por parte de Trump.

Para estos Gobiernos autoritarios con control mediático, la prensa es más una herramienta de propaganda que un contrapeso real.

Vemos cómo algunos políticos ignoran o minimizan a los medios si tienen un fuerte respaldo popular (caso AMLO y sus conferencias matutinas, donde descalificaba a medios críticos). Ahora, los medios amplifican la tensión entre Trump y Sheinbaum, pero no significa que determinen sus acciones.

Ambos líderes usan la narrativa mediática para reforzar sus posiciones políticas, pero si la presión mediática crece y se involucran más actores (por ejemplo, el Congreso de los Estados Unidos), el tema podría escalar a sanciones o medidas más concretas.

Los medios pueden influir en la política, pero no siempre determinan las decisiones de los gobernantes. Su impacto depende de la capacidad del líder para controlar la narrativa y de la reacción de la opinión pública.

La acción real dependerá más de los intereses políticos y económicos de ambos gobiernos.

Ni modo. Por ahora, habremos de encontrar el punto fino.

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