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Por Profa. Mayra Núñez P.
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Galeria Mayra
Recientemente se han vendido obras creadas con la Inteligencia Artificial (IA) en casas de subastas, como el retrato del matemático británico Alan Turing (1912-1954), creado por Al-Da, un robot humanoide, subastado en 1.1 millones de dólares.
Siempre he dicho que el arte es un reflejo del momento social, político y económico que vivimos y eso es lo que nos trasmite. Una obra creada por humanos refleja su visión única; la creatividad y las experiencias personales del artista están influenciadas por sus emociones, pensamientos y contexto histórico.
Las obras de artistas consagrados se vinculan a movimientos culturales, artísticos, épocas y acontecimientos específicos que les dan un profundo significado.
Cada obra es exclusiva, lo cual la hace más escasa, especialmente si proviene de artistas consagrados, lo que aumenta su valor.
Además, esas obras transmiten emociones reales, al crear una conexión emocional con el espectador.
Las obras creadas con la Inteligencia Artificial superan, en ocasiones, la creatividad humana. Sin embargo, la falta de una trayectoria personal y emocional detrás de cada obra limita la profundidad emocional que pueda transmitir; no son exclusivas, lo cual es una característica de las obras hechas por creadores humanos.
La IA puede generar obras de muchos estilos y técnicas en un tiempo corto. Esto permite una rápida producción y distribución en formato digital, lo cual las hace más accesibles, pero menos exclusivas y, para muchas personas, menos apreciadas.
La esencia, la emoción y la intuición inherentes al espíritu creativo del ser humano siguen, y seguirán, siendo insustituibles, aunque es innegable que se podrán lograr obras inimaginables al combinar la Inteligencia Artificial con la creatividad humana.
¿Cómo reflejarán esas obras la unión de los sentimientos humanos y los algoritmos?
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