Rumbo a la COP29: el legado de la guerra y la visión neta cero de Azerbaiyán
- migueldealba5
- 17 may 2024
- 12 Min. de lectura
Por Matteo Civillini / Climate Home
Prolijas hileras de casas nuevas con paneles solares en sus techos turquesas irradian desde la tranquila plaza central de Aghali, una “aldea inteligente” de marca gubernamental en el suroeste de Azerbaiyán. Un camino bordeado de arbustos amarillos conduce al río, donde una central hidroeléctrica de última generación produce electricidad limpia para los residentes.
Aghali es un ejemplo pionero del plan de Azerbaiyán para la reconstrucción “verde” de los territorios que capturó después de un largo y sangriento conflicto con Armenia, centrado en el disputado enclave montañoso de Nagorno-Karabaj.
Cientos de azeríes desplazados de la región a principios de la década de 1990 han regresado a Aghali, dijo un funcionario del gobierno local a Climate Home.
“El vínculo emocional con estos territorios es muy fuerte a pesar de que han pasado 30 años; nuestra gente está feliz de estar de regreso”, afirmó el funcionario.
El gobierno dice que más de 100 mil azeríes regresarán para poblar las aproximadamente 30 nuevas ciudades y aldeas planificadas en toda el área para 2026, que se espera que funcionen principalmente con energía limpia y apunten a emisiones “netas cero”.
Sin embargo, bajo la brillante superficie presentada por las autoridades se esconde una historia más problemática: parte de los esfuerzos de Azerbaiyán por pulir sus credenciales verdes antes de la cumbre climática de la ONU COP29, que organizará en noviembre.
Unos 136 mil armenios étnicos que habían llamado Nagorno-Karabaj su patria huyeron en un éxodo masivo durante una ofensiva militar en dos partes por parte de Azerbaiyán, que comenzó en 2020 y terminó el otoño pasado.
Para las autoridades armenias y algunos expertos jurídicos y de derechos humanos, la campaña equivalía a una “limpieza étnica”, frase usada en una resolución del Parlamento Europeo sobre el conflicto. Un portavoz de la COP29 dijo a Climate Home que las autoridades de Azerbaiyán “rechazan categóricamente esa opinión”.
Terminados los combates, las dos partes están en conversaciones para construir una paz duradera. Llegaron a un acuerdo inicial para establecer demarcaciones fronterizas en abril, pero las esperanzas de un rápido avance hacia una solución permanente aún son escasas.
Mientras tanto, los armenios desplazados han dicho públicamente que temen que los sitios patrimoniales y las casas que abandonaron apresuradamente sean borrados por un gigantesco esfuerzo de construcción. Prueba de ello fue vista el mes pasado por Climate Home en un viaje de prensa organizado y patrocinado por el equipo de la Presidencia de la COP29, que controló el acceso a lugares y fuentes en la región.
Visión de 'cero emisiones netas'
Azerbaiyán ha construido su destreza, dentro y fuera del campo de batalla, sobre la base de sus vastas reservas de petróleo y gas. Alrededor del 60 por ciento del presupuesto del gobierno se financia mediante la venta de combustibles fósiles, principalmente a través de la exportación a Europa.
En abril, el presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, calificó al petróleo y al gas como “un regalo de Dios” en el Diálogo sobre el Clima de Petersberg, en Berlín, lo que indica una inversión continua en una mayor producción de gas. Esto, a pesar de firmar, como todos los países, un acuerdo global para abandonar los combustibles fósiles “de acuerdo con la ciencia”, en la COP28 de la ONU, celebrada en Dubai, en 2023.
No obstante, mientras Bakú, su capital, se prepara para albergar la COP29, Azerbaiyán quiere mostrar sus esfuerzos para adoptar energías limpias y reducir las emisiones que calientan al planeta.
Nagorno-Karabaj y las provincias circundantes se encuentran en el centro de esta ofensiva. El gobierno ha declarado aquí una “zona de energía verde”, al añadir una docena de plantas hidroeléctricas y buscar atraer inversión extranjera en energía solar y eólica.
En todo el país, el gobierno quiere que las energías renovables representen 30 por ciento de su capacidad eléctrica instalada para 2030, ante el 7 por ciento en 2023. La principal motivación es reducir el uso de gas en sus propias centrales eléctricas para enviar una mayor cantidad a Europa, dijo Aliyev en un evento en la Universidad ADA, en Bakú, en abril.
Azerbaiyán también planea lograr emisiones de carbono “netas cero” en Karabaj para 2050, como describe en su último Plan Nacional de Acción Climática (NDC), presentado ante la ONU. Dice que "para revitalizar los territorios liberados de la ocupación", el gobierno establecerá asentamientos "inteligentes", promoverá zonas de energía, agricultura y transporte "verdes" y reforestará "miles de hectáreas".
Para Anna Ohanyan, investigadora principal del programa Rusia y Eurasia del Carnegie Endowment for International Peace, con sede en los Estados Unidos, “es un lavado verde de una limpieza étnica, pura y simplemente. Azerbaiyán está poniendo un sello en el territorio como una forma de legitimar la conquista de Nagorno-Karabaj y lo hace con el pretexto de ayudar a combatir el cambio climático", dijo a Climate Home.
El portavoz de la COP29 dijo en comentarios enviados por correo electrónico que esta opinión “no tiene ningún fundamento real”, y agregó que Azerbaiyán reconstruye casas para sus ciudadanos desplazados internamente durante el conflicto, “de acuerdo con los estándares de sostenibilidad de la ONU”.
Territorio disputado
Las disputas territoriales sobre la región de Nagorno-Karabaj tienen una historia larga y compleja.
"Azerbaiyán y Armenia están convencidos de que se trata de un patrimonio histórico de su pueblo", indicó Audrey Altstadt, profesora de historia en la Universidad de Massachusetts Amherst, especializada en Azerbaiyán.
Cuando la Unión Soviética se dispuso a gobernar sus provincias remotas en la década de 1920, el entonces Comisario de Nacionalidades, Joseph Stalin, dictaminó que la región debería ser parte del Azerbaiyán soviético, a pesar de que los armenios étnicos eran el 94 por ciento de su población.
En la década de 1980, junto con la caída de la Unión Soviética, las tensiones aumentaron después de que las autoridades gobernantes de Nagorno-Karabaj declararan su intención de unirse a Armenia y Azerbaiyán reaccionara intentando reprimir a los separatistas.
Después de que ambas partes se independizaron de la Unión Soviética en 1991, los enfrentamientos escalaron hasta convertirse en una guerra total.
Cuando los combates cesaron, tres años después, Azerbaiyán había sufrido una derrota aplastante, al perder Nagorno-Karabaj y una porción considerable de territorio a su alrededor. Los armenios étnicos declararon una república separatista en la región con el respaldo de Armenia.
Unos 870 mil azeríes abandonaron sus hogares en la zona capturada y en la propia Armenia, mientras que alrededor de 300 mil personas de etnia armenia huyeron de Azerbaiyán, según la Agencia de Refugiados de las Naciones Unidas (ACNUR).
Durante 15 años, el conflicto permaneció congelado mientras los actores internacionales –liderados por los Estados Unidos, Francia y Rusia– intentaban, sin éxito, encontrar una solución pacífica.
El autocrático presidente de Azerbaiyán, Aliyev, tomó el asunto en septiembre de 2020 y organizó una ofensiva militar a gran escala en Nagorno-Karabaj. Impulsadas por armamento más sofisticado y respaldadas por Türkiye, las fuerzas azeríes prevalecieron durante una guerra de 44 días que dejó al menos siete mil personas muertas, incluidos más de 100 civiles.
En virtud de un acuerdo de alto el fuego firmado en noviembre de 2020, Azerbaiyán obtuvo una porción significativa de Nagorno-Karabaj, incluida la ciudad de Shushi, llamada Shusha por los azeríes, además del control de los distritos adyacentes.
Poco después, Bakú anunció un programa para reconstruir y repoblar la región, estableciendo “zonas de energía verde” en Nagorno-Karabaj y Zangezur Oriental.
Reconstruyendo 'desde cero'
Muy detrás de una serie de controles policiales, el plan avanza a buen ritmo. Incluye Aghali, una de las aldeas “inteligentes” creadas por el gobierno para acoger a los ciudadanos azeríes desplazados de la zona hace tres décadas.
“Todo lo que construimos aquí, desde casas hasta escuelas, se basa en el elemento solar”, explicó Vahid Hajiyev, representante especial de la Presidencia de Azerbaiyán en los distritos de Jabrayil, Gubadli y Zangilan, al dirigirse a un grupo de periodistas internacionales.
"Toda la zona había quedado devastada, en gran parte abandonada y llena de minas después de que Armenia la capturara. Estamos haciendo todo desde cero y eso nos da la oportunidad de hacerlo bien", añadió Hajiyev.
Una turbina hidráulica de tornillo cercana proporciona electricidad a todo el pueblo, mientras las casas están equipadas con sistemas solares de calentamiento de agua, explicaron los funcionarios a Climate Home.
Se desarrollan proyectos de "agricultura inteligente" para dar trabajo a las más de 860 personas que, según cifras del gobierno, ya se han mudado a la aldea. Se espera que cientos más se les unan pronto, agregaron.
Climate Home no pudo hablar con ningún residente ni se le mostraron las casas.
Aghali es un modelo para 30 aldeas similares que el gobierno azerí planea erigir en las regiones capturadas. Son sólo una parte de la gigantesca campaña de construcción en la zona de Karabaj, financiada por Bakú con menos de 2 mil 500 millones de dólares al año, alrededor del 12 por ciento del gasto público total.
Si bien la visión oficial proyecta un paraíso ecológico, en el vertiginoso esfuerzo de Bakú por ponerlo en práctica, el paisaje actualmente se asemeja a una extensa obra en construcción, según como lo ve Climate Home y muestran las imágenes de satélite.
Mientras avanzaba por la sinuosa carretera hacia Shusha-Shushi poco antes de la medianoche, los faros de los camiones y las hormigoneras perforaban la oscuridad casi total.
Son la columna vertebral de un gigantesco esfuerzo para construir kilómetros de carreteras, vías férreas y aeropuertos completamente nuevos, enormes salas de conferencias, hoteles y apartamentos.
A nivel mundial, la construcción se encuentra entre las industrias más contaminantes y contribuirá con alrededor del 10 por ciento de las emisiones globales de dióxido de carbono (CO2) en 2022, según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
En marzo de 2022, el gobierno de Azerbaiyán invitó a observadores del PNUMA a evaluar la situación ambiental en los territorios ganados, después de acusar a los armenios de destrucción y contaminación a gran escala del agua y el suelo.
El equipo del PNUMA documentó la “contaminación química del agua” y la “deforestación” como resultado de las actividades en decenas de minas y canteras llevadas a cabo por la administración armenia, “con una vigilancia y supervisión ambiental inadecuadas”.
También encontró que la campaña de construcción de Azerbaiyán, entonces todavía en sus principios, ya ejercía mayores presiones sobre el medio ambiente, además de causar emisiones de calentamiento climático, “afectando negativamente al objetivo de cero emisiones para la región”.
La construcción de nuevas carreteras estaba “teniendo un impacto significativo en la cubierta forestal”, afirmaba su informe, mientras el programa de infraestructura “imponía una carga significativa sobre las materias primas naturales finitas” extraídas de las canteras locales para fabricar cemento o asfalto.
El portavoz de la COP29 dijo que Azerbaiyán sigue las recomendaciones del informe del PNUMA y que “ha adoptado una serie de medidas de mitigación” para frenar la huella ambiental de las obras.
"Creemos que el impacto neto del esfuerzo de reconstrucción contribuirá realmente al objetivo de cambio climático y descarbonización de Azerbaiyán", añadió.
El objetivo de cero emisiones netas de Nagorno-Karabaj aún no se extiende al resto del país. Actualmente, Azerbaiyán tiene el objetivo de reducir las emisiones en un 40 por ciento para 2050 y ha prometido presentar una nueva NDC alineada con limitar el calentamiento global a 1,5 °C para principios de 2025.
Bloqueo ambiental
En diciembre de 2022, las preocupaciones medioambientales se convirtieron en un arma en la larga disputa sobre Nagorno-Karabaj. Los ecoactivistas azerbaiyanos bloquearon el corredor de Lachin, la única carretera que conecta la región con el mundo exterior y una línea de suministro vital de alimentos y medicinas.
Aparentemente se manifestaban por el impacto de la minería en la región separatista. Pero, según observadores cercanos del conflicto, los manifestantes habían sido enviados allí desde Bakú, afirmación negada por el portavoz de la COP29.
Un manifestante dijo a Climate Home que también estaban presentes representantes del Ministerio de Medio Ambiente. En muchas otras ocasiones, el gobierno de Azerbaiyán ha reprimido la disidencia política, según grupos de derechos humanos.
Cuando, cuatro meses después, Azerbaiyán erigió un puesto de control permanente en la carretera para “impedir el transporte ilegal de mano de obra y armas”, la manifestación concluyó, pero el bloqueo de Nagorno-Karabaj continuó y sólo llegaron cantidades limitadas de ayuda.
La escasez de alimentos, medicamentos y combustible hundió a la región en una crisis humanitaria, según expertos en derechos humanos de la ONU.
“Fue difícil incluso encontrar pan. Había mujeres y niños haciendo cola toda la noche para pedir un trozo de pan”, recordó Siranush Sargsyan, periodista armenio de Nagorno-Karabaj, en una entrevista con Climate Home. "Básicamente era gente hambrienta".
El 19 de septiembre de 2023, las fuerzas azeríes lanzaron un ataque relámpago contra partes de Nagorno-Karabaj aún controladas por personas de etnia armenia, en lo que Bakú llamó “una operación antiterrorista”. En 24 horas, el gobierno de facto del enclave se rindió y anunció que la república dejaría de existir en enero siguiente.
Por temor a la violencia y la persecución, más de cien mil personas de etnia armenia (casi la totalidad de la población restante) huyeron de sus hogares en Nagorno-Karabaj y buscaron refugio en Armenia.
“[La] liberación de territorios fue un objetivo principal de mi vida política. Y estoy orgulloso de que se haya logrado”, dijo en diciembre pasado el presidente Aliyev, cuya familia ha gobernado Azerbaiyán durante los últimos 31 años. “Creo que trajimos la paz. Trajimos la paz mediante la guerra”.
Ahora que tiene el control total de Nagorno-Karabaj, Azerbaiyán redobla sus esfuerzos para remodelar la región y trasladar allí a decenas de miles de azeríes. "Continuaremos la campaña del 'Gran Retorno' hasta que todos los que fueron obligados a abandonar sus hogares puedan regresar a casa", dijo el portavoz de la COP29, al referirse a los azeríes desplazados internamente.
Los funcionarios del gobierno dijeron a Climate Home que los armenios étnicos también son bienvenidos a regresar, pero sólo si cumplen con las condiciones impuestas por Bakú.
La periodista Sargsyan dijo que regresar a Nagorno-Karabaj bajo control azerí está fuera de discusión, porque teme por su seguridad. “Dejé todo ahí, pero prefiero morir antes que terminar en una prisión en Azerbaiyán".
Destrucción del patrimonio
Mientras tanto, los armenios étnicos temen que la enorme campaña de construcción azerí borre la mayor parte, si no la totalidad, de su legado.
Nijat Karimov, asesor especial de la presidencia de Azerbaiyán, dijo que Bakú había destruido edificios del gobierno armenio en Nagorno-Karabaj por razones de “seguridad”, sin dar detalles. Desde entonces, el gobierno de Azerbaiyán ha “reparado y rehabilitado” las aldeas.
Un día después, Climate Home pasó por lo que queda de la aldea de Karintak (conocida como Dashalti en azerí). Ubicado en un desfiladero justo debajo de Shusha-Shushi, fue el hogar de cientos de personas de etnia armenia hasta que las fuerzas azeríes tomaron el control, a finales de 2020.
Ahora casi todo el asentamiento parece haber sido arrasado. Montículos de tierra removida rodean una gran mezquita, en construcción, y una iglesia, uno de los pocos edificios originales que quedan en pie.
Climate Home preguntó a la presidencia de la COP29 qué había pasado con la aldea. Un portavoz dijo que los expertos del gobierno necesitarían examinar las imágenes de satélite, los edificios y los sitios a los que se hace referencia en la pregunta "para obtener una respuesta completa".
El caso de Karintak no es aislado, según Caucasus Heritage Watch, un grupo de investigación dirigido por arqueólogos de las universidades de Cornell y Purdue, quienes han documentado la destrucción de al menos ocho sitios del patrimonio cultural armenio –incluidas iglesias y un cementerio– en los territorios retomados desde 2021.
Contratos lucrativos
Bakú dice que su gran visión es repoblar Nagorno-Karabaj y las áreas vecinas, atraer negocios extranjeros y eventualmente convertirlos en destinos turísticos. Pero cuando Climate Home visitó la zona, la mayor parte de lo construido parecía estar infrautilizado, mientras el acceso a la región está severamente restringido.
Dos aeropuertos internacionales, construidos en sólo 10 a 15 meses y separados por apenas 70 kilómetros, tienen muy poco tráfico aéreo, excepto algún vuelo chárter ocasional, según muestran los datos de seguimiento. Actualmente se construye un tercer aeródromo cerca.
En Shusha-Shushi, hace poco más de un año, se inauguró un complejo hotelero de cinco estrellas con elegantes interiores de mármol. Cuando Climate Home pasó por allí en abril, no había clientes a la vista, solo trabajadores ambulantes que se dirigían a los sitios de construcción cercanos.
El historiador Altstadt dijo que la reconstrucción es impulsada por múltiples incentivos. “Sí, es para que la gente regrese a la tierra que dejaron hace más de 30 años, y también para poner su sello para mostrar que 'este es nuestro territorio y podemos hacer lo que queramos'”, dijo a Climate Home. "Pero los oligarcas de Azerbaiyán también pueden ganar mucho dinero".
Pasha Holding es un conglomerado controlado por la familia Pashayev, de la primera dama Mehriban Aliyeva. Está muy involucrado en la reconstrucción de Nagorno-Karabaj, pero también gestiona enormes extensiones de tierras agrícolas y nuevos hoteles, y abre sucursales bancarias y supermercados.
La enorme cantidad de dinero –y activos– en juego también atrae a un considerable interés extranjero.
La empresa turca Kalyon –considerada con estrechos vínculos con el primer ministro Recep Tayyip Erdogan, según Reporteros sin Fronteras— ha ganado importantes contratos de construcción en los territorios. Y los permisos de minería en Karabaj se otorgaron a un grupo dirigido por el empresario pro-Erdogan, Mehmet Cengiz.
Los arquitectos británicos Chapman Taylor ganan al menos 2.3 millones de dólares para planificar la reurbanización de Shusha-Shushi y también trabajarán en el diseño urbano de otras ciudades.
Mientras tanto, BP desarrolla una planta de energía solar de 240 megavatios en el distrito de Jabrayil y se espera que la construcción comience a finales de este año. En su intervención en la Semana de la Energía de Bakú en 2022, Gary Jones, presidente regional de la empresa energética para Azerbaiyán, Georgia y Turquía, elogió los esfuerzos de Bakú para convertir Karabaj en “el corazón del desarrollo sostenible”.
Adoptando una terminología controvertida utilizada por Azerbaiyán, dijo que los “territorios liberados” están “bendecidos con algunos de los mejores recursos solares y geotérmicos del país”, creando la “oportunidad perfecta para un sistema totalmente neto cero” que “puede construirse a partir de una nueva tecnología”.
BP y Chapman Taylor no respondieron a la solicitud de comentarios por parte de Climate Home.
El representante presidencial especial, Hajiyev, dijo a Climate Home que muchas empresas internacionales están interesadas en trabajar en Karabaj. "Es una enorme oportunidad de inversión porque aquí se ofrecen muchos incentivos gubernamentales", concluyó.
NOTAS:
Reportaje de Matteo Civillini en Azerbaiyán; edición de Megan Rowling y Joe Lo; verificación de datos de Sebastián Rodríguez.
Matteo Civillini visitó Nagorno-Karabaj y los distritos circundantes, como parte de una “gira de medios energéticos” organizada y patrocinada por la Presidencia de la COP29.
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