
Por Mayra Núñez P.
Al escuchar de Ámsterdam, se dice que es una ciudad extremadamente liberal, con coffee shops, donde es legal consumir algunos tipos de drogas blandas y su famosa zona roja, pero también es conocido por su sistema de canales, sus casas angostas y flotantes, sus hermosos y coloridos tulipanes, y el ambiente que se desprende de ella, que le da el beneficio del título de una de las capitales con más personalidad del continente europeo.
Es una ciudad muy musical, en la cual todo tipo de artistas callejeros interpretan en salas de concierto. Y sus museos son imperdibles.
Y, por supuesto, visitamos el museo más grande de esa capital, el Museo Nacional de Holanda Rijksmuseum, (en español Museo del Reino), donde se encuentra la mayor colección de arte holandés del mundo.
Como el museo cuenta con un acervo de más de ocho mil obras, que datan básicamente de los siglos XV, XVI y XVII, ya sabíamos cuáles queríamos ver.
Uno de mis pintores holandeses preferidos es Johannes Vermeer, pintor que realizó aproximadamente 30 obras, cuatro de las cuales están en este museo.
Desde luego, también obra de Rembrandt y un cuadro icónico: “La Batalla de Waterloo”, realizada por William Sadler, en 1815.
Las cuatro obras de Johannes Vermeer son “La lechera", “Mujer leyendo una carta", “La carta de amor" y “La callejuela”.
Una de sus obras más famosa es “La joven de la perla", que se encuentra en el museo de Mauritshuis. Tracy Chevalier escribió la novela, y también se hizo una película.
Entre las extraordinarias obras que escogimos de Rembrandt se encuentran “Síndico de pañeros" y la obra considerada como una joya permanente del Museo, pintada entre 1639 y 1642: “La ronda nocturna".

Otra atracción de Ámsterdam es que puedes degustar tu bebida favorita en alguno de los muchos pequeños restaurantes contiguos a sus canales.
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