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¿Sigue la rebelión en la granja?

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TEMAS CENTRALES


Por Miguel Tirado Rasso


Quienes quedaron en el gabinete

de la presidenta como herencia

del pasado no parecen haber sido

nombramientos concertados.

En nuestro comentario de la semana pasada mencionamos que entre las libertades que se tomó el entonces presidente Andrés Manuel López Obrador antes de entregar el mando del Poder Ejecutivo a su sucesora, destaca una serie de nombramientos políticamente estratégicos, como los de los morenistas líderes de los senadores y diputados, además de otros en el gabinete.

Recordamos que cuando se "destapó" a la Dra. Claudia Sheinbaum como candidata presidencial de Morena, a las "corcholatas" perdedoras les ofrecieron premios de consolación para sanar heridas y evitar posibles fracturas internas, como coordinaciones en el Congreso o la incorporación al equipo de gobierno de la nueva presidenta, en su caso.

Los ofrecimientos provenían de quien tenía el poder para hacerlos aunque, en estricto sentido, ya no le correspondiera porque, en la ortodoxia del cambio de gobierno entre políticos del mismo partido, quien concluye su mandato, en respeto a su sucesor, se abstenía de dejar herencias o de formular recomendaciones. Claro que eso era antes, en los tiempos del priísmo.

En el caso que nos ocupa, quienes quedaron en el gabinete de la presidenta como herencia del pasado no parecen haber sido nombramientos concertados. Tampoco lo fueron los coordinadores de los Grupos Parlamentarios de Morena en las Cámaras de Senadores y de Diputados, Adán Augusto López y Ricardo Monreal, respectivamente, dos políticos que no se caracterizan por su lealtad e institucionalidad, al menos no ahora, en esta nueva etapa de sus carreras políticas.

Para poner en contexto la reciente "rebelión de la granja" ocurrida en el Senado y tratar de entender lo sucedido con la iniciativa presidencial contra el nepotismo, habría que recordar los comentarios del ex secretario de Gobernación, Adán Augusto López, publicados en marzo de 2024 (LaPolíticaOnLine). Según esa información, el ex gobernador de Tabasco daba a entender que ya había acordado con AMLO ser el titular de la bancada de Morena en el Senado. Y a la pregunta de si ya tenía el visto bueno de la candidata Sheinbaum, comentó que era suficiente con el acuerdo presidencial, y sentenciar que “los primeros dos años de Claudia va a seguir mandando Andrés”.

El 5 de febrero pasado, la presidenta Sheinbaum envió al Senado la iniciativa de reforma constitucional contra el nepotismo electoral. La reforma establece que no podrá participar en la elección “la persona que tenga o haya tenido en los tres años anteriores al día de la elección un vínculo de matrimonio, concubinato, relación de pareja, de parentesco por consanguinidad o civil en línea recta, sin limitación de grado, y en línea colateral hasta el cuarto grado, o de afinidad hasta el segundo grado, con la persona que está ejerciendo la titularidad de ese cargo.”

La reforma fue bien recibida por el Senado, por lo que no se avizoraba algún problema para su aprobación. En realidad, es una prohibición descafeinada del nepotismo que se queda corta ante nuestra realidad política, al concentrarse exclusivamente en los cargos de elección popular y aplicable únicamente al mismo cargo. Ignora la cereza del pastel del nepotismo: el que se da en la administración pública, en los tres Poderes de la Unión, el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial.

El problema surgió por un artículo transitorio que establecía que la ley entraría en vigor a partir de 2027, lo que significaba afectar algunos proyectos políticos personales. Por lo pronto, de tres senadores. Una del Partido Verde y dos de Morena, que ya se veían en campaña electoral en 2027 para sustituir a sus parientes en las gubernaturas de sus estados. La del Verde a su marido, en San Luis Potosí, y los de Morena, el de Guerrero, a su hija, y el de Zacatecas, a su hermano.

A diferencia de los tiempos del gobierno del de Macuspana, cuando los legisladores morenistas no cambiaban ni una coma a sus iniciativas, ahora le enderezaron la plana a la intención política de la presidenta, cambiando la fecha de vigencia de la ley para que se aplique a partir de las elecciones de 2030, tres años después de lo establecido en el proyecto original.

En la conjura, el coordinador Adán Augusto López operó con el senador Manuel Velasco para modificar la propuesta presidencial a conveniencia de los intereses del Partido Verde, que no de los del Palacio Nacional. En el mismo sentido, los diputados morenistas aprobaron la iniciativa reformada por los senadores, en solidaridad con los intereses de la familia Monreal.

Adán Augusto no oculta que su prioridad son las consignas del paisanaje sobre las directrices presidenciales. Habrá que sumar este nuevo desdén político al de la reelección de la presidenta de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, Rosario Piedra, en la que el ex gobernador tabasqueño decidió “irse por la libre” y no atender la recomendación de Palacio.

En las circunstancias actuales, Claudia Sheinbaum requiere unidad y solidaridad de todos, en particular el apoyo de estos alfiles en el Congreso, y que no la distraigan con sus grillas internas. La modificación a la reforma contra el nepotismo, por razones estrictamente de conveniencia personal, no se justifica. ¿Pretenderán Adán Augusto López y Ricardo Monreal jugar vencidas con la presidenta?

Marzo 6 de 2025

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