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Sin tiempo para la vida que soñé...

migueldealba5

Por Déborah Buiza

@DeborahBuiza


De pequeños soñábamos con ser, hacer y tener muchísimas cosas. En nuestra imaginación no existían los límites que impone la realidad conforme crecemos. En ese entonces ¿qué soñabas ser?, ¿cómo pensabas que iba a ser tu vida?

Con el paso del tiempo, nuestros sueños y deseos se fueron transformando. Algunos fueron dejados de lado por imposibles; otros, se postergaron para atender lo “urgente”, lo “importante”, lo necesario; otros más se sustituyeron por sueños aún más grandes e increíbles... y algunos simplemente los descartamos porque, en algún momento, nos convencimos de que eran imposibles porque no teníamos tiempo para realizarlos.

¿En realidad no tenemos tiempo, o es que lo dedicamos a otras cosas? Dicen que a lo que dedicas tiempo, energía y corazón es dónde está tu interés. ¿A qué le dedicas tu tiempo, en qué inviertes tus energías?

Te propongo hacer el ejercicio de revisar tu día a día durante una semana y anotar las actividades que realizas, para saber cuánto les dedicas de tu tiempo y energía. ¿Qué notas? ¿Hay algo a lo que quisieras dedicarle más tiempo?

A eso que realmente quieres, deseas, anhelas y sueñas ¿cuánto tiempo le dedicas?; ¿por qué le dedicas tanto tiempo, espacio y energía a algo que en realidad no quieres?

¡Vamos! No digo que botes todo ya, ahorita, porque seguramente tienes muy buenas razones para permanecer en dónde estás y para hacer lo que estás haciendo.

La invitación es a dejar de decirnos cosas que no son ciertas; a dejar de darnos explicaciones que no convencen a nadie y que sí nos pesan y nos dejan estancados.

También podríamos preguntarnos sobre dos aspectos que, por lo general, ocupan gran parte de nuestro tiempo, energía y espacio; apachurran nuestro corazón y atormentan nuestros pensamientos con frecuencia: la actividad laboral y las relaciones personales. ¿Por qué permanecer en un empleo que no nos satisface a nivel personal ni profesional? ¿Para qué permanecer en una relación que no es satisfactoria, productiva ni plena? ¿Para qué continuar en una actividad profesional que ya no nos permite crecer ni desarrollarnos?

Respuestas y razones hay muchas. La idea no es sobre responsabilizarse, cargarse de culpas o malos pensamientos; las decisiones que tomamos en su momento, que nos llevaron a donde nos encontramos ahora, fueron las mejores que pudimos tomar, de acuerdo a las circunstancias y entorno.

Sin embargo, ahora podemos revisar si el lugar en donde estamos sigue siendo la mejor opción, o si podemos -y debemos- tomar nuevas decisiones que nos lleven a otros lugares, quizá más cómodos, amplios, luminosos y alegres.

Y no se trata de adoptar la filosofía de “sólo hago lo que me place o lo que me gusta, sin ninguna responsabilidad u obligación”; la de "si cuesta trabajo, mejor no lo hago”, ni “si implica un esfuerzo o poner de mi parte, mejor lo dejo”, sino que nuestra vida, con todo y sus complejidades, responsabilidades y obligaciones, se parezca un poquito a lo que soñamos que sería; que nos permita disfrutar de los días y dormir tranquilos durante las noches.

Se trata de ir buscando los “cómos” para crear los espacios, aunque en principio sean pequeños, para hacer las cosas que nos puedan acercar a los sueños que queremos cumplir, o a la vida que deseamos llevar. Las cosas no se dan de un plumazo ni, como en las películas, se hace un cambio radical espectacular de una escena a otra...

Pero quizás esas cosas nunca sucederán si no ponemos manos a la obra en algún momento; si no empezamos por algún lado y continuamos así, día con día, aunque sea paso a pasito.

A tí, ¿a qué te gustaría dedicarle más tiempo, energía y corazón?

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