Por Omar Garfias
@Omargarfias
Sin acceso a los servicios de salud no hay transformación ni gobierno con sentido social.
El 29 de noviembre de 2019, el presidente López Obrador liquidó al Seguro Popular, instauró el INSABI y tomó bajo su mando a las instalaciones y el personal de salud de Sinaloa. Prometió, para el 2020, todas las medicinas y todos los servicios gratuitos, “como en Dinamarca”, dijo.
Su estrategia fue centralizar, concentrar los recursos en sus manos.
Los resultados han sido muy malos.
En Sinaloa, en 2018, un millón 16 mil personas declararon al INEGI ser derechohabientes del Seguro Popular.
Dos años después, ya en el gobierno del presidente López Obrador, solo 689 mil dijeron contar con el INSABI.
Fueron 317 mil los sinaloenses que perdieron su acceso a los servicios de salud, los más pobres, los que no tienen IMSS o ISSSTE.
Como no hay servicio ni medicinas en las instituciones públicas, los sinaloenses hemos tenido que pagarlos de nuestras bolsas.
El gasto en salud que la gente hizo de su propio bolsillo, en Sinaloa, alcanzó un promedio de 5 mil 207 pesos; esto fue 3 mil 108 pesos más que en 2018, según el INEGI.
Sinaloa es el estado con el mayor gasto en atención ambulatoria y medicamentos en todo el país.
La cantidad de personas atendidas en instituciones de gobierno disminuyó 53 por ciento.
La razón de que no haya medicinas, instalaciones ni consultas médicas es que no hay el presupuesto necesario para ello.
El presidente no acompañó su promesa con dinero.
El gasto por derechohabiente del IMSS, que deben recibir todos los servicios y medicinas, en 2022, fue de 4 mil 600 pesos, mientras que el gasto por derechohabiente del INSABI o IMSS Bienestar fue de 2 mil 911.
Existe una brecha por cerrar de 1 mil 689 pesos por cada uno de los 689 mil sinaloenses que tienen INSABI. Esto significa que se necesitan 1 mil 163 millones de pesos de incremento.
Además, hay 595 mil sinaloenses que no tienen ningún servicio de salud, de manera que el requerimiento para cada uno de ellos es de 4 mil 600 pesos, lo que implica un total de 2 mil 737 millones de pesos de faltante en el presupuesto federal de salud para nuestro estado.
En suma, para hacer efectivo que el INSABI o el IMSS Bienestar otorguen todos los servicios de salud a todos los sinaloenses sin seguridad social se requiere un incremento presupuestal de 3 mil 900 millones de pesos respecto al actual.
No hubo ese presupuesto extra en 2022 para la salud de los sinaloenses.
El verdadero informe del primer año de gobierno en este tema lo dio el gobernador cuando, el pasado 21 de noviembre, informó que el director del INSABI le mintió sobre el envío de 75 millones de pesos para concluir los hospitales Pediátrico y General de Culiacán.
Si no mandan, mintiendo, 75 millones que prometieron, tenemos pocas esperanzas de que sí entreguen los 3 mil 900 millones extras que son necesarios para comprar las medicinas faltantes y contratar a más médicos.
Mientras no tengamos ese dinero extra en Sinaloa, la promesa del presidente será solo un bonito verso o una burla.
Con el presupuesto de siempre, tendremos el servicio de siempre pero empeorado, porque el INSABI resultó ineficiente y…mentiroso.
La entrega de pequeñas cantidades de dinero no compensa la falta de acceso a los servicios de salud.
Le pregunto al señor Andrés sobre su experiencia; mientras repara una tubería me contesta.
“Somos nacidos para que nos cargue la chingada. 40 pesos de la consulta con Don Simi y 20 pesos del Paracetamol, son 60 pesos por una calentura. Mejor aprieto el cuerpo y me aguanto…. A los que sí llevamos es a los niños y son cuentas de 200 pesos… Un día de trabajo. Por un accidente, un parto, una diabetes, son miles de pesos… Somos nacidos para que nos cargue la chingada”.
Ni sentido social, ni transformación alguna.
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