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Urgen a transitar a finanzas más sostenibles para enfrentar la emergencia climática



+ Pese a los claros impactos de la emergencia climática

en América Latina y el Caribe, los países más emisores

de gases de efecto invernadero en la región presentan

bajos niveles de finanzas sostenibles


De acuerdo con el Índice de Finanzas Sostenibles (IFS) del Grupo de Financiamiento Climático para Latinoamérica y el Caribe (GFLAC), presentado en la 3ª edición de la Semana de Financiamiento Climático y Sostenible, realizada del 3 al 7 de octubre, ninguno de los 20 países más emisores tienen niveles altos de finanzas sostenibles.

El índice es una herramienta que, con base en cuatro variables, mide qué tan sostenibles son las finanzas públicas de los países. Esto es, mide 1) los ingresos provenientes de fuentes internacionales que tienen como objetivo atender el cambio climático; 2) los egresos asignados, vía presupuesto público, a la atención explícita del cambio climático, y los compara contra 3) los ingresos de fuentes tributarias y no tributarias asociadas a actividades intensivas en carbono causantes del cambio climático; y, 4) los egresos presupuestarios asignados a actividades intensivas en carbono.

Esto, para saber qué tanto las finanzas se han desacoplado de las actividades intensivas en carbono y transitado hacia otras más sostenibles. Cada variable vale un punto, las variables positivas se suman y las negativas se restan. Un país con finanza sostenibles muy altas debería tener 4 puntos.

De acuerdo con los resultados de la tercera edición del IFS 2022, con datos a 2021, El Salvador es el país mejor situado con una puntuación de 2.7 de 4 puntos, debido a que cuenta con altos niveles de ingresos sostenibles y bajos ingresos y egresos en actividades intensivas en carbono, mientras que México, Trinidad y Tobago y Uruguay aparecen en los últimos tres lugares del ranking con finanzas sostenibles muy bajas. (Gráfico superior)

Durante los tres años de análisis, seis países (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Cuba, El Salvador) han mejorado su posición en el IFS. Por ejemplo, Argentina pasó de una puntuación de 1.3 en la primera edición a 2.2 en la tercera edición del Índice, mientras que 12 países (Bolivia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, Jamaica, México, Nicaragua, Panamá, Perú, República Dominica, Trinidad y Tobago, y Uruguay) empeoraron su posición en el índice. Por ejemplo, Costa Rica pasó de 3.1 puntos en la primera edición a una puntuación de 1.7 en la tercera edición.

El análisis por variable muestra que en materia de ingresos sostenibles[1], Cuba es el más alto. Esto, porque del 100 por ciento de sus ingresos provenientes financiamiento para el desarrollo en 2020, el 42.30 por ciento está asociado con la atención del cambio climático, seguido de Costa Rica con 40.21 por ciento.

Esto no quiere decir que son los que más financiamiento internacional reciben, sino que, del total que reciben, casi la mitad se destina para la atención del cambio climático.

De igual forma, Cuba aparece con el puntaje más alto en la variable de presupuestos sostenibles, debido a que del 100 por ciento del total de presupuesto establecido en 2021, asignó 5.51 por ciento a actividades asociadas a la atención del cambio climático, principalmente a aquellas etiquetadas como cambio climático en el sector ambiental; así, la mitad está relacionado a actividades asociadas a la transición energética (eficiencia energética y energía renovable) en el sector energético, y la atención de los denominados desastres naturales.

Mientras tanto, el resto de los países asignaron menos de 1.0 por ciento del total de su presupuesto en 2021, con lo cual mostraron que, en cuanto a asignación presupuestal, la atención del cambio climático no es prioritaria en la mayoría de los países, al menos no de manera explícita.


Por su parte, en la variable de ingresos intensivos en carbono, Ecuador es el que aparece con el mayor puntaje, y es que del 100 por ciento de sus ingresos, 35.42 por ciento provinieron de actividades intensivas en carbono en 2021. Le siguen Bolivia con 19.23 por ciento y México con 15.81 por ciento, con los ingresos más intensivos en carbono, mostrando que sus finanzas aún dependen fuertemente de actividades que causan el cambio climático.


Finalmente, en la variable de presupuestos intensivos en carbono, Bolivia y México son los países con mayores asignaciones presupuestales intensivas en carbono, debido a que del 100 por ciento del presupuesto boliviano en 2021, se destinó 19.23 por ciento a actividades como la producción de petróleo, y 15.81 por ciento en el caso de México.

En suma, los 20 países del estudio recibieron 10 veces más ingresos procedentes de actividades intensivas en carbono en comparación con ingresos sostenibles procedentes de financiamiento y cooperación internacional para la atención del cambio climático, mientras asignaron 39 veces más presupuestos intensivos en carbono que en presupuestos sostenibles. Sobresale el caso de México, que destinó 15.81 por ciento a presupuesto intensivo en carbono en comparación con 0.05 por ciento asignado vía presupuesto sostenible.

Lo anterior muestra la dificultad de países de la región de desacoplar sus finanzas de actividades que provocan el cambio climático.

Como recomendaciones se insiste en generar nuevas y más sostenibles formas de generación de ingresos para cubrir las necesidades de los países, como la creación de más impuestos ambientales y climáticos para tasar a las actividades contaminantes; integrar la atención del cambio climático de manera explícita en los presupuestos públicos, más allá de los sectores ambiental y energético; crear estrategias nacionales de financiamiento climático para implementar políticas como las Contribuciones Nacionalmente Determinadas y otras políticas de acción climática, así como mejorar la transparencia en la presentación y desagregación de información presupuestal y financiera.

El informe completo del IFS 2022 podrá ser consultado en la página de https://www.sustainablefinance4future.org/ a partir del 15 de octubre.


[1] Para este análisis se utilizó el año 2020 como año de referencia, ya que es el dato más actualizado en las dos fuentes de información consultadas.

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