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Siguen las desapariciones, no hay transformación



Por Omar Garfias Reyes

@Omargarfias


“Yo no sé de qué manera suplicarles a ustedes, señores que se dedican a levantar gente. No los voy a juzgar, solo les pido que hagan bien su trabajo y que investiguen bien a las personas para que no se equivoquen matando gente inocente. Para que no dejen más niños, esposas y padres llorando. Les imploro que terminen de averiguar lo que quieren saber y me lo regresen, él no es la persona que buscan.”

Fernanda Meraz, esposa de Jhonatan E. Ochoa Rentería, desaparecido el 7 de mayo, apelando al “buen corazón” de los criminales.


“¿Dónde está mi hija? Yo solo estoy suplicando a las personas que se la llevaron, por favor, que me regresen a mi hija. Ella era madre y padre de tres niños que están pidiendo todos los días que su madre regrese. Yo les suplico, por favor, que se pongan la mano en el corazón y que sepan el dolor de una madre y de unos hijos que están esperando a su madre. Mi hija siempre fue, es muy luchona. Los fines de semana hacía comida para vender. Tengan misericordia”.

Madre de Yenliu Esmeralda Ortega Frasquillo, desaparecida el 17 de enero.


“Por favor, a las personas que se llevaron a mi esposo ayer en la noche, por favor, se los pido, se los suplico, que me lo entreguen. Él es inocente, es una persona que trabaja. Él es albañil y yo trabajo en el hospital. Nosotros estamos luchando por sacar adelante a mi niña que está enferma. Por favor, es una equivocación, se los suplico. Por favor, por favor. Se llama Edgar Iván, por favor. Es el muchacho que sacaron de aquí de atrás. Él es inocente, él estaba dormido, por favor. Él cuida a mis hijas cuando yo me voy a trabajar en la noche. Se los suplico”.

Esposa de Edgar Iván Torres Berrelleza, desaparecido el 16 de febrero.


Este es el dolor más grande que puede sentir un ser humano.

Es una agonía continua, sin reposo.

Es el drama mayor.

Aquí no ha habido ninguna transformación ni ningún cambio significativo del gobierno.

Siguen sucediendo desapariciones.

Siguen mandando los criminales.

Siguen las víctimas sin volver a sus hogares.

Siguen rotas las vidas, siguen rotas las familias.

El registro oficial del Gobierno mexicano llegó a las cien mil personas desaparecidas.

Tan sólo durante este sexenio han desaparecido 31 mil seres humanos.

Bajo el gobierno de Andrés Manuel López Obrador.

Casi 25 personas por día.

Las desapariciones de mujeres siguen aumentado respecto a enero de 2022.

En abril, nueve mujeres desaparecieron diariamente.

Actualmente, el presupuesto federal para la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas (CNB) es de sólo 747 millones de pesos.

El gobierno federal gastó 1 mil 326 millones de pesos en 2021, el doble en publicidad oficial y 434 millones para la construcción de estadios de béisbol.

En 2022 gastará: 65 mil 670 millones, 88 veces más, en el Tren Maya y 3 mil 873 millones, cinco veces más, en el Proyecto del Bosque de Chapultepec.

El presupuesto dedicado a cada dependencia indica el interés del gobierno en los problemas. Para atender la tragedia de las desapariciones, el gobierno federal apenas dedica siete mil pesos por persona desaparecida.

Uno de los instrumentos esenciales para resolver este drama es el Banco Nacional de Datos Forenses; con él se podría identificar a quién pertenecen los restos humanos que se encuentren.

Dos leyes mandatan su creación, desde 2017. Sin embargo, el presidente no lo ha implementado luego de tres años y medio de gobernar.

Lo que sí hizo fue el Centro Nacional de Identificación Humana, aunque la mayoría morenista en el Congreso, en una broma macabra, no le asignó ni un peso de presupuesto.

Al presidente no le importa el dolor de las víctimas.

No ha hecho lo que debió hacer: invertir dinero en la solución y fortalecer los mecanismos de reparación del daño y de impartición de justicia.

El 7 de agosto de 2018, como presidente electo, López Obrador dijo a familiares de desaparecidos: “tenemos que estar dispuestos a perdonar, yo lo dije en campaña y lo repito ahora. Respeto mucho a quienes dicen que ‘ni perdón ni olvido’, pero digo: ‘olvido no, perdón sí'”.

“La violencia no se puede enfrentar con violencia, el mal no se puede enfrentar con el mal… No se puede apagar el fuego con el fuego, el mal hay que enfrentarlo haciendo el bien” agregó.

Los familiares no le piden al presidente que viole derechos humanos.

Las víctimas le piden que aplique la ley, que los policías impidan que los criminales sean dueños de las vidas y del territorio, que sus empleados atiendan eficaz y eficientemente a los familiares, que se busque e investigue con suficientes recursos humanos y materiales, que no haya impunidad, que se haga justicia.

Las víctimas le piden al presidente que cumpla con su obligación.

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