Por Déborah Buiza
@DeborahBuiza
Hay momentos en la vida que se perciben como “nuevos comienzos”: el inicio de una formación académica, un nuevo empleo o una promoción laboral; la llegada de un integrante a la familia, una mudanza o un cambio en la situación sentimental. “Comienzos” que implican una nueva logística, recursos, tiempo de adaptación y aprendizaje a alta velocidad, y mucha paciencia.
Sin embargo, día a día, y aunque no parezca o se sienta así, siempre comenzamos de nuevo. En cuanto abres los ojos, hay un día nuevo delante y aunque lo hayas planeado y tengas considerada una rutina, es posible que algo se salga del programa y, aunque todo vaya de acuerdo a lo considerado, nunca hay un día igual a otro. Tú nunca eres el mismo (aunque parezca que sí y que incluso has sido de la misma forma ya demasiado tiempo).
La posibilidad de “comenzar de nuevo” está ahí, lista y latente para nosotros, sólo que no siempre la tomamos porque, entre otras cosas, implica asumir riesgos y es que a veces llegar a tener “estabilidad” o “paz” generada por ciertas rutinas o situaciones comunes y familiares nos cuesta bastante trabajo como para botar todo para ir, de nuevo, a la aventura, además de que para nuestra mente y emociones es un poco más manejable porque, aunque emocionantes en principio, esos “nuevos comienzos” generan un alto nivel de estrés (en el que no podríamos vivir por demasiado tiempo).
Varias películas han tomado esa idea de “comenzar” una y otra vez siempre el mismo día o momento crucial, con la posibilidad de cambiar algunas cosas y con ello generar nuevos efectos, o incluso la pérdida de la memoria a corto plazo, como si se tratara de una pizarra que queda en blanco al terminar el día. Aunque eso es ficción, te propongo preguntarte:
¿Qué pasaría si tomaras la posibilidad de hacer nuevos comienzos diarios?
¿Qué pasaría si miraras con ojos nuevos lo que se presente en el día que tienes?
Si no tuvieras miedo de comenzar de nuevo ¿qué intentarías?, ¿qué riesgos correrías?
A veces creemos en esto de empezar de cero cuando “iniciamos” algo, pero tampoco es totalmente cierto. Aunque estuviéramos frente a una actividad de la cual desconociéramos todo, o enfrentáramos una situación totalmente ajena, la verdad es que comenzamos desde nosotros, desde lo aprendido previamente; desde quienes somos, de lo que hemos experimentado, de lo que sentimos y desde lo que ignoramos.
Y aunque estas dos ideas pudieran parecer contrarias, darse la oportunidad de “empezar de nuevo” y considerar que "no empezamos de cero o de la nada” sería interesante darse unos minutos para preguntarse en qué cosas podrías tener nuevos comienzos y cómo capitalizar tu experiencia y tu persona para dar unos giros interesantes cada que lo consideres necesario para cambiar el rumbo, salir de la rutina o agregar algo a tu existencia.
Y tú ¿qué harías diferente si hoy comenzaras de nuevo?
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