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A la primera... y bien


Por Déborah Buiza

@DeborahBuiza


Recuerdo la historia de un burro que, cuando paseaba, encontró una flauta y, al acercarse a ella, con su aliento hizo que sonara. ¿Qué tal? ¡Un burro se encuentra una flauta y, a la primera, logra tocarla!

¿Conoces el dicho como el burro que tocó la flauta?

En realidad muy pocas cosas salen a la primera, bien hechas, perfectas, con éxito.

A veces parece que es así, pero si las miramos bien, es porque detrás hay muchos años de trabajo, conocimiento y preparación para ese momento que parece ser una “primera vez”.

Aprender a caminar lleva su tiempo, su esfuerzo y su práctica. No lo notamos porque es algo que tenemos programado hacer a cierta edad y el entorno nos motiva a hacerlo. Pero no es algo que salga a la primera. Una vez que caminamos, podemos perfeccionar el andar, modificar el estilo de la marcha, incluir elementos arriesgados como tacones o ruedas, correr y entrenar para hacerlo a altas velocidades o por grandes distancias… En fin, eso tan natural que no sale a la primera, es algo que no sólo realizamos sino podemos modificar, perfeccionar, ajustar, entrenar…

Así como el andar, tan natural, pasa con casi todo.

Si algo parece que salió a la primera, valdría la pena observarlo con detenimiento y preguntar ¿qué hay detrás?, y cuestionarnos si, de ser necesario, ¿podría repetirse con buenos resultados o sólo sería una especie de suerte de principiante?

En mi opinión, creo que no podemos esperar a hacer las cosas hasta que estemos total y plenamente seguros de que van a salir muy bien, y mucho menos a la primera; de que nos vamos a lucir; de que conseguiremos el éxito. Me parece arriesgado pensar de esta manera, ya que no sólo podríamos perder oportunidades de aprendizaje y experiencia, sino porque dejamos pasar tiempo, que es un recurso ilimitado.

Intentar algo tantas veces como sea posible debería ser una práctica regular y esperada, si queremos conseguirlo y elevar nuestras posibilidades de éxito.

Claro que uno no se va a aventurar en la imprudencia e ignorancia absoluta a hacer cosas que lo pongan en riesgo (o a los demás), nomas porque sí o por contar con un exceso de confianza personal; son fundamentales el trabajo y conocimiento personal, que nos permitan ser conscientes de las capacidades, habilidades y limitaciones que tenemos.

Picar piedra, intentar, e intentar una y otra vez…

¿Cuántas veces se intentó hacer funcionar la bombilla? ¿Cuántas puertas habrá tocado la gente exitosa que admiramos? ¿Cuánto hay que entrenar para, en unos segundos, pasar una prueba de alto rendimiento y ganar el primer lugar? ¿Cuántas entrevistas y castings tuvieron que hacer los artistas que ahora gozan de fama y reconocimiento?

Necesitamos observar con cuidado los procesos detrás de los éxitos, de los triunfos y de las metas alcanzadas para no perder el piso y creer que las cosas van a salir bien a la primera.

Necesitamos aprender a manejar la frustración y el rechazo para tolerar que podemos intentar y participar en cosas en las que no nos van a elegir y, a pesar de eso, seguir en el intento y buscar nuevas formas de lograrlo.

Necesitamos dejar la ilusión o fantasía, casi infantil, del reconocimiento, del éxito y la fortuna instantáneos, sólo por ser uno mismo. Es muy poco probable que alguien llame a la puerta con la oportunidad de oro para ser y hacer lo que siempre soñamos. Necesitamos participar, buscar oportunidades -crearlas, si no existen-, y tocar puertas… todas las que sean necesarias.

Y tú ¿cuánto has dejado pasar o no has intentado porque crees que no saldrá bien a la primera o no tendrás éxito?




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