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Es un lujo entender el arte a través de contar historias verdaderas, y la vida de este famoso pintor italiano de la época del renacimiento es una de ellas.
Lucrecia y SofÃa Spinetta llegaron al Convento de Santa Margherita en Prato, Italia, a principios de julio de 1456, en donde era capellán del convento fray Filippo Lippi, renombrado pintor y monje que habÃa alcanzado mucha fama al pintar las más hermosas madonnas o vÃrgenes coronadas, con una elegancia de lÃneas y delicadas transparencias cromáticas.
Filippo pasaba mucho tiempo enfrente de su caballete mirando la tabla en la que llevaba dÃas trabajando; era un encargo de Ottavio de Valenti, el personaje más acaudalado de Prato.
Era una virgen sentada en un maravilloso trono, reproducido con piedras preciosas, y su manto del más fino lapislázuli, pero no tenÃa cara. ¡Filippo no encontraba una cara para la virgen!
Fray Filippo fue al convento, como siempre hacÃa los lunes por las mañanas, y al ver a la nueva novicia, Lucrecia, quedó encantado con su belleza.
"Hermana Lucrecia", le dijo con delicadeza, "es una autentica bendición tenerla aquÃ, cuando tan necesitado estoy de lograr algo verdaderamente magnÃfico y hermoso para mi mecenas".
Apoyado el pintor por Cosimo de Medici, logró que permitieran a la joven novicia ir al estudio para que fuera su modelo.
La relación entre Lucrecia Buti y el famoso Filippo Lippi tendrÃa consecuencias insospechadas, ya que poco después el artista y la musa se convirtieron en amantes y se vieron envueltos en un romance escandaloso que amenazaba destruir sus vidas.
Era tan fuerte su relación, que el artista y su joven amante estaban dispuestos a desafiar las leyes de la iglesia y los estrictos códigos de conducta vigentes en la Italia del Siglo XV.
A solicitud de los Medici, el Papa PÃo II se interesó por la difÃcil situación del reconocido pintor Fray Filippo y Lucrecia Buti y, según consta en los archivos del Vaticano, les concedió un permiso para que contrajeran matrimonio.
Esto sucedÃa en la época del Renacimiento Italiano, un periodo en el que existÃa un mundo lleno de pasión ilÃcita, injusticias terribles y abusos en la vida monástica.
Filippo fue uno de los pintores más importantes del siglo XV. Actualmente, la sala ocho de la Galleria degli uffizi, en Florencia, está dedicada a él y en muchas de sus obras aparece la figura de Lucrecia.