Por Profa. Mayra Núñez Perea
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Galeria Mayra
Visitar lugares durante el Día de muertos es un verdadero deleite que mueve todos los sentidos al ver ese gran abanico de colores, aromas y sonidos que te transportan a un mundo donde la vida y la muerte se entrelazan.
Uno de los personajes más interesantes son las brujas, que tienen un lugar debido a su asociación con el mundo espiritual y lo sobrenatural.
La imagen de la bruja se remonta a la antigüedad, donde las mujeres practicaban la curandería y eran veneradas y temidas por su conocimiento de lo natural y lo espiritual.
Sin embargo, durante la edad media, la Inquisición y otros movimientos religiosos empezaron a perseguir a estas mujeres, a las que tacharon de brujas y acusaron de practicar la magia negra y de tener pactos con el diablo.
Miles de mujeres fueron ejecutadas durante esos tiempos oscuros.
Con el paso del tiempo, la percepción de las brujas cambió.
En la actualidad, las brujas se han convertido en figuras de poder y de misterio, representando lo oculto y lo desconocido; su imagen es una mezcla de tradición y modernidad, encapsulando tanto el miedo como el respeto hacia lo que no comprendemos completamente.
Vestirse de bruja es una forma de conectar con la historia del misticismo y rendir homenaje a las mujeres que fueron mal interpretadas y perseguidas por sus conocimientos y habilidades.
La figura de la bruja, desde sus orígenes hasta su lugar en el Día de muertos, refleja una historia de transformación y de resistencia.
A través de los disfraces y celebraciones mantenemos viva la memoria de aquellas que fueron mal interpretadas y celebramos el poder y el misterio que representan.
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