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Los retos de los partidos opositores (Parte 1)



…salir del populismo

es muy distinto

a volver a donde

estábamos antes.

Ese ‘antes’ se devaluó

en el mismo momento

en que permitieron

los éxitos populistas.


Nadia Urbinati


Por Omar Garfias

@Omargarfias


El primer paso para alcanzar una reconciliación entre los ciudadanos y los partidos reclama demostrar que éstos ya no son lo mismo de antes.

Una franja importante de ciudadanos no ven razones para reconciliarse con el PRIANPRD.

La evidencia muestra que Morena ha perdido votos desde el 2018, pero también los resultados electorales revelan que esos votantes no se han trasladado suficientemente hacia los partidos de oposición.

Un buen número de mexicanos parece requerir más garantías y seguridades antes que apoyar a los partidos de siempre.

No ha sido suficiente el llamado al voto antiobradorista.

Presumiblemente, una cantidad importante de ciudadanos quiere estar segura de que no volverán los errores del pasado; quisiera ver un deslinde serio por parte de los viejos partidos, por ejemplo, una autocrítica de su desempeño en el gobierno y la exclusión de los personajes que le provocan más recelo.

El sistema económico y social previo a 2018 no resolvió muchas de las necesidades básicas y ahondó desigualdades, exclusiones e injusticias.

Muchos de los problemas sociales que padecemos se derivan de malas políticas y deficientes implementaciones de gobiernos pasados.

El gobierno del presidente López Obrador tampoco está superando las carencias sociales, pero eso no exime que los de antes den explicaciones previamente a volver a recibir el voto popular.

Vemos a las mismas figuras que antes han sido funcionarios, ahora conduciendo un partido o buscando una candidatura, como si ese pasado en el gobierno nunca hubiese sucedido.

Ni sobre los programas que sí tuvieron buenos resultados han hablado.

Ningún partido y ningún político de oposición ha hecho una autocrítica y un análisis de las administraciones municipales, estatales o federales donde ha estado.

Admitir los errores es la señal de que no se tiene la intención de repetirlos, es el marco para valorar justamente lo que sí funcionó y el indicador que da la perspectiva de que son posibles realidades diferentes a las del pasado.

Otra exigencia fundamental no satisfecha a la ciudadanía, es el deslinde de la corrupción.

Ante el grito de hartazgo de corrupción que significó la elección de 2018, los partidos opositores no han reforzado sus filtros éticos. No reaccionaron.

No ha habido ninguna censura sobre los casos más indefendibles de los gobiernos del PRIANPRD.

El tamaño de la derrota que les infligió Morena no les llevó a ser más rigurosos con la fama pública y el modo honesto de vivir de sus dirigentes; no crearon ninguna nueva prueba, ninguna nueva manera de aclarar los señalamientos, ni decidieron someterse a exámenes independientes y autónomos.

Ya no digamos un ejercicio de transparencia de los recursos del partido: ningún mecanismo nuevo que generará confianza, como si no lo necesitaran.

Muchos ciudadanos no han visto aplicar una criba estricta que les inspire a votar por las siglas del PRIANPRD.

Los actuales gobiernos morenistas también se baten en escandalosos casos de corrupción pero, malamente, están protegidos por una narrativa que, todavía, los disculpa.

La oposición no tiene ese mismo crédito atenuante con la población, por lo que debe ser más estricta y ejemplar en su vínculo con la deshonestidad.

Una parte de la derrota de los partidos se explica por su incapacidad para ser canal de expresión de la inconformidad ciudadana.

Una porción importante sigue pensando que el PRIANPRD representa al pasado que los trató mal.

No les creen que, con ellos, no volverán los malos gobiernos y la corrupción.

Están pendientes las acciones públicas de autocrítica, abrirse al escrutinio de la prensa y de la sociedad civil, publicar la ponderación necesaria de lo bueno, efectuar los deslindes creíbles respecto a la corrupción y marginar a los impresentables.

Van a seguir perdiendo si no corrigen sus incapacidades.

Es irreal pensar que no hay requisitos políticos para recuperar la confianza ciudadana.

Es muy difícil para los políticos dar este paso, tan difícil como a los ciudadanos votar por figuras que no les dan garantía ni confianza en que no vuelva a cundir la corrupción y los malos gobiernos.

Les urge demostrar que no son lo mismo que antes, que no vienen otra vez por el botín.

Demuéstrenlo.

Mientras no lo hagan, no van a tener los votos que necesitan.

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