top of page

Mujeres que transforman al mundo: Belle da Costa Greene

Biblioteca Berenson, I Tatti, The Harvard University Center for Italian Renaissance Studies. / Fotografía de Belle da Costa Greene tomada por Theodore C. Marceau / 1911.
Biblioteca Berenson, I Tatti, The Harvard University Center for Italian Renaissance Studies. / Fotografía de Belle da Costa Greene tomada por Theodore C. Marceau / 1911.
ree

Profa. Mayra Núñez P.

https//mayragalleryart.com

YouTube Mayra Gallery Art

Galeria Mayra


Al leer un libro que habla de este personaje, decidí investigar más sobre él y, como ya mencioné en otras ocasiones, hay historias verdaderas que deben contarse, especialmente aquellas que fueron silenciadas, ocultas o distorsionadas.

Contarlas es un acto de justicia; leerlas, un acto de transformación, porque al conocer lo que otros vivieron elegimos ver el mundo con más profundidad, más empatía, más verdad.

Esta es la historia de Belle.

En una época en que el color de la piel podía dictar el destino, Belle Marion Greene eligió el suyo con una mezcla de audacia, inteligencia y dolor.

Nacida en 1879, fue hija del primer afroamericano graduado en Harvard. En esos años, los Estados Unidos no estaban preparados para reconocer —y menos aceptar— la grandeza de una mujer negra, así que reinventó su historia y se convirtió en “Da Costa Greene”, mostrando ascendencia portuguesa para ocultar sus raíces afroamericanas. No fue por vergüenza, sino por supervivencia.

Belle no sólo cruzo umbrales, los transformó. En 1905 fue contratada por el magnate J. P. Morgan como su bibliotecaria personal.

Belle poseía una mirada aguda y un gusto exquisito. Adquirió manuscritos medievales, libros incunables y obras maestras que hoy forman parte de la Biblioteca Morgan, una institución que ayudó a fundar y dirigió durante décadas.

Fue bibliotecaria de J. P. Morgan y una de las mujeres más influyentes en el mundo del arte en el Siglo XX.

Vestía con elegancia, hablaba con firmeza y negociaba con los coleccionistas más poderosos del mundo.

Su presencia siempre llamaba la atención. Decía: “Al ser una bibliotecaria, no significa que tienes que vestirte como tal”, y a cada paso desafiaba los estereotipos de género, belleza y raza.

Vivió entre el privilegio y el silencio. Su legado es una mezcla de belleza, dolor y resistencia.

Pero detrás del aplauso había silencio. Belle vivió ocultando su origen, separada de su padre, quien nunca aceptó que negara ser una mujer negra.

Su vida fue una coreografía entre el privilegio y la pérdida.

¿Cuántas veces se habrá preguntado si el reconocimiento valía el sacrificio?

¿Cuántas veces habrá deseado decir: soy hija de Richard Greene y aún así merezco estar aquí?

Belle da Costa murió en 1950 sin revelar públicamente su verdadera identidad. Hoy su historia resurge como testimonio de resistencia, estrategia y dolor.

Fue una mujer que eligió vivir en el filo de la verdad, y desde ahí construyó belleza, conocimiento y poder.

Su legado no es sólo el de una bibliotecaria brillante, sino el de una mujer que entendió que la historia no siempre se hereda, a veces hay que escribirla, incluso si implica borrar partes de una misma.

Belle da Costa no sólo organizo libros, curó silencios, adquirió tesoros medievales, cartas de reyes y códices sagrados; transformó la colección privada de J. P. Morgan en una biblioteca pública, abierta al conocimiento, aunque ella misma vivía cerrando puertas a su verdad.

Morgan le dio acceso. Belle le dio sentido. Él tenía el dinero, ella el ojo. Él, el apellido; ella, el secreto. Juntos crearon un templo del saber.

Actualmente la biblioteca Morgan funciona como una biblioteca pública —The Morgan Library and Museum— y aunque en su fachada no dice su nombre, cada sala lleva el eco de Belle. Es un monumento a lo que se puede construir cuando el talento desafía al prejuicio.

Hoy el nombre de Belle resurge como testimonio de poder, estrategia y memoria.

La Biblioteca se ubica en 225 Madison Avenue, esquina con la calle 36, en Nueva York, EUA. Es un lugar histórico y majestuoso, a pocos pasos de Grand Central Station.

La sala de lectura tiene estantes que se elevan hasta el techo, repletos de libros encuadernados en piel; hay vitrinas con códices medievales, cartas de reyes, partituras originales...

Hay una sala de manuscritos, una galería de dibujos y grabados y una cámara de tesoros donde se exhiben piezas únicas, como una Biblia de Gutenberg, cartas de Dickens, bocetos de Rembrandt…

Dicen que cada vitrina, cada etiqueta, cada adquisición, lleva la huella invisible de Belle.

bottom of page