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Mujeres y hombres que son la clase baja en toda sociedad



Texto e imagen

de Fernando Silva


Cuando leemos sobre desigualdades sociales en «La lucha de clases» como el principio teórico fundamental de la filosofía marxista y del materialismo histórico o en la «Condición de clase y posición de clase» de Pierre Bourdieu, es posible —con la exigencia de precisión y objetividad propias de la metodología de las ciencias— reflexionar, observar con detenimiento, identificar y comprender de mejor modo los múltiples móviles con sus intrincadas causas y sus correspondientes efectos en la construcción sociocultural en cada sociedad en base a concordancias bioéticas. Por ello, detectar, analizar, poner en evidencia y denunciar el lóbrego, abusivo e ilegal desempeño de gentuza carente de miramiento y civilidad que además se asume «toda poderosa», es algo más que una acertada y sensata práctica de seres humanos que nos reconocemos en respetabilidad y facultad para arrostrar las tóxicas secuelas de hechos temerarios y fatuos que atentan contra la inteligencia, la libertad, la justicia, la paz, la educación y la cultura. Máxime, en el beligerante escenario mundial en donde los irracionales conflictos bélicos y caos sociales emanan —en alto grado— de ideologías fascistas en conformidad con los intereses de oligarquías elitistas, racistas, clasistas y aporofóbicas.

Desde luego, las poblaciones definidas por entornos de existencia y prácticas análogas pueden desplegar peculiaridades desiguales cuando adoptan ideologías que causan daño intencionadamente o estructuras sociales heterogéneas e, inversamente, pueden presentar propiedades comunes, ya que se ejercen posiciones homólogas —transculturales y transhistóricas— que resultan de la vinculación de hechos, mismos que posteriormente son estudiados y narrados cronológicamente por investigadores sociales que, científicamente hablando, no sólo radica en la divulgación de teorías, sino en su comprobación, tanto en el análisis lógico-formal como en su congruencia con la existencia efectiva de lo profundizado y, esencialmente, avalado por la comunidad sociocientífica vinculada a temas éticos, morales, educativos, políticos, económicos y ambientales, es decir, todos los aspectos culturales en cada nación, por ende, a los generados en sus demarcaciones territoriales.

En ese sentido, si no se considera en la estructura social la convivencia en bien común se preservarán los embustes y las injusticias, propagándose las manifestaciones que constriñen odio y discriminación. Estos tóxicos factores criminógenos engendran la indiferencia que normaliza las conductas ilegales que, a su vez, propician progresiones delictivas, falta de ecpatía, violencia de todo tipo, crisis circunstanciales... La cavilación sobre las imprudencias de individuos que han perdido la aptitud para reconocer los derechos de sus semejantes y la equidad social se puede inquirir desde el diplomático, funcionario, filósofo, político y escritor Nicolás Maquiavelo, pasando por el polímata Jean-Jacques Rousseau; el economista François Quesnay; el economista, filósofo y moralista de la Ilustración Adam Smith; el político y teórico James Madison, así como el escritor, filósofo y político Edmund Burke. No obstante, cuando empleamos sus concepciones, reiteradamente se hace alusión a la visión marxista-leninista a partir un socialismo utópico, corriente inicial de la teoría sociológica enfocada hacia una sociedad más equitativa, justa y que se reinventa para bien como alternativa a la lucha de clases del socialismo tradicional, asimismo, del socialismo científico, ese que es vertiente del pensamiento caracterizado principalmente por su estructura formal, basada en el estudio de la historia socioeconómica a través de los siglos y la aplicación de su tesis frente al capitalismo rapaz.

En este entendido, la pérdida de eficiencia y equidad de las economías, por un lado, y del cruel acrecentamiento de la pobreza y la vulnerabilidad de más del 50 por ciento de la humanidad, por otro, constituyen el brutal esquema cuya propagación mundial es incitado, en particular, por el neoconservadurismo-liberal, los aparatos del pérfido capitalismo a través de estrategias por medio de instituciones económico-financieras internacionales, destacándose las agencias de Bretton Woods (el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial) que, desde la década de los ochenta del siglo pasado incrementaron su poder, convirtiéndose en el dispositivo nodal para la implantación de perversos «ajustes estructurales» en todo el mundo.

De esta manera, las élites empresariales, ruines inversionistas y economistas sobornan a servidores públicos de notable torpeza para confabular en provecho de malévolos intereses, dejando a la mayoría de los países en permanente subdesarrollo o en la miseria. Con «ley de hierro», las oligarquías se ciñen al libre comercio y los deseos miméticos en una dimensión de violencia envuelta en extrema cólera e ira expresadas con acciones abyectas y palabras altivas e injuriosas. Y como bien dice Joan Manuel Serrat en su canción «Algo Personal»:


Probablemente en su pueblo se les recordará

como cachorros de buenas personas,

que hurtaban flores para regalar a su mamá

y daban de comer a las palomas.


Probablemente que todo eso debe ser verdad,

aunque es más turbio cómo y de qué manera

llegaron esos individuos a ser lo que son

ni a quién sirven cuando alzan las banderas.


Hombres de paja que usan la colonia y el honor

para ocultar oscuras intenciones:

tienen doble vida, son sicarios del mal.

Entre esos tipos y yo hay algo personal.


La hipocresía como su bandera de cabecera les da para imponer una estratificación social en la cual comparten características como: obtener beneficios económicos y materiales de manera ilícita; no pagar impuestos; privatizar los servicios sociales; fomentar regímenes totalitarios con gobernantes que imponen; promulgar noticias falsas; controlar los medios masivos de comunicación en donde producen contenidos mediocres y polarizadores; fiscalizar en su provecho al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial; decidir qué país es un peligro para quebrantar su soberanía; generar conflictos bélicos para obtener, vía el lavado de dinero, ganancias multimillonarias; generar caos social para atemorizar a gente ignara; detestar los sistemas democráticos… Además, con cínico y falaz donaire se autoaprueban como ejemplos a seguir.

Lamentablemente, mujeres y hombres alejados de los valores y derechos humanos, que además crearon la división de clases, dejaron en claro que son ellos la clase baja en cualquier sociedad. De ahí el hacer conciencia a partir de observar, leer, reflexionar y actuar en bien común con el plausible propósito de contribuir en pro de elevar la calidad humana. Por lo tanto, alcemos la voz con dignidad y participemos activamente evidenciando con argumentos y pruebas veraces, el estado ilegal, irregular e inconveniente de tan ponzoñosos personajes.

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