Por Omar Garfias
@Omargarfias
Primera. Sistema de seguridad social que garantice atención médica, medicinas y pensión por incapacidad, enfermedad y vejez.
Los campesinos mexicanos están excluidos del sistema de seguridad social de modo que cuando se enferman, sufren accidentes, padecen invalidez o llegan a viejos, no tienen ingresos y tampoco tienen acceso a los servicios de salud con mayor presupuesto, como lo son el IMSS o el ISSSTE.
Segunda. Plan de inversión en la productividad del campo.
Financiar maquinaria, instalaciones, bodegas, sistemas de riego, digitalización, tecnología, agricultura de precisión, insumos de calidad.
Urge democratizar la productividad de calidad mundial. Recuperar el liderazgo global de la producción agrícola.
No hay programas federales ni estatales para este rubro. El rezago de la productividad agrícola ha ido en aumento y ello se refleja en una pérdida de competitividad.
Tercera. Formar asociaciones campesinas integradas en cadenas de valor.
Incrementar el poder en el mercado y las capacidades productivas al crear clústers, grupos de campesinos organizados.
La asociación de campesinos que se dedican al mismo cultivo en la misma región permite comprar insumos a mejor precio, comunicarse las mejores prácticas productivas, compartir costos de asesoría técnica, almacenamiento y transporte además de incursionar, con menor riesgo, en procesos industriales que incrementen el valor agregado de su cosecha.
Cuarta. Esquema de negociación conjunta con comercializadores.
La justicia en el reparto de las ganancias por la agricultura implica un necesario equilibrio entre las partes que negocian.
Los campesinos deben acudir al mercado, pero juntos, en condiciones equitativas, a acordar los precios con los proveedores y los consumidores.
Un frente común le da forma a una relación más justa con el gobierno y con el resto de la sociedad.
La disminución de la parte de la riqueza que se queda en las familias campesinas se deriva, también, de su disgregación y de que la negociación es individual.
Muchos países tienen espacios institucionales donde se desarrolla esa negociación, en condiciones más equilibradas, así el mercado funciona sin distorsiones ocasionadas por la desigualdad de información.
Quinta. Plan de adaptación al cambio climático.
Desarrollar el uso de semillas mejoradas, siembra directa, conservación de suelos y manejo de agua que garantice que la actividad pueda realizarse sin agotar los recursos naturales.
Sexta. Programa de investigación, innovación y desarrollo de tecnología para el campo.
Vincular a las universidades, los centros de estudio y a los grupos de ciencia privados con los retos y problemas de la agricultura para, permanentemente, fabricar soluciones que la mejoren.
Séptima. Plan de aprovechamiento de los mercados globales.
Implementar las acciones que permitan incrementar las exportaciones agroalimentarias y la atracción de inversión extranjera.
Octava. Plan especial para fortalecer a los pequeños y medianos campesinos.
Apoyar, de sobremanera, a este sector para que reduzca costos de producción, empaque, comercialización y exportación, además de cerrar la brecha tecnológica, la diferencia qué hay entre los recursos que usan estos campesinos y los agricultores con mayor rendimiento.
Novena. Programa de estímulo a la producción para la seguridad alimentaria.
El gobierno considera que hay alimentos cuyo abasto, necesariamente, debe estar asegurado, por ser fundamental para el consumo del país.
Muchas naciones tienen definido un producto al que consideran esencial para su seguridad alimentaria y, en consecuencia, ofrecen a los productores un ingreso mínimo que les incentive para seguirlo sembrando y no cambiar a otro cultivo.
En México, señaladamente, es el maíz uno de esos productos básicos para la alimentación de los mexicanos.
Es imprescindible, para fomentar la producción nacional y retribuir justamente el esfuerzo de los campesinos, definir un programa que apoye la producción esencial para el país.
No deben ser pobres las familias campesinas que garantizan la seguridad alimentaria de todos los mexicanos.
Antes que todo, hay una condición básica para que los gobiernos lleven a cabo programas y políticas sobre el campo.
Esa condición es respetar al pueblo campesino.
El presidente no cumple lo que prometió, un diputado los insulta.
Por lo que se ve, no hay respeto.
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