¿Qué significa querer paz?
- migueldealba5
- hace 2 días
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Por Omar Garfias
@Omargarfias
Es exigir que los tres órdenes de gobierno cumplan su obligación legalmente establecida de garantizar la seguridad pública y la vigencia del estado de derecho; de impulsar la recuperación económica y de desarrollar la reconstrucción del tejido social.
El pueblo de Sinaloa pasa por una de las épocas más difíciles de su historia. En los primeros siete meses de 2025, la violencia letal, homicidios, desapariciones y feminicidios ha crecido más que en cualquier otro estado: 74 por ciento. El robo a comercios ha aumentado 108 por ciento y el robo de vehículos 276 por ciento.
En un año de crisis de inseguridad van 4 mil 800 víctimas de la violencia letal (según cifras del grupo Sabuesas Guerreras), y 6 mil 800 vehículos robados.
En diez de los últimos 11 meses ha descendido el número de trabajadores registrados ante el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y se estima que 40 mil sinaloenses han sufrido un proceso de inestabilidad o pérdida en la formalidad de su empleo.
El tránsito por las carreteras de Culiacán ha disminuido de 268 mil a 179 mil vehículos, al comparar los meses de julio de los años 2024 y 2025. Los horarios de las tiendas departamentales terminan a las siete de la tarde.
La impunidad es rampante. Ni siquiera se da a conocer la cantidad de sentenciados por los delitos cometidos este año, donde ha privado el crimen; solo mencionan los datos de detenidos. Suponemos que son cifras ridículamente pequeñas, vergonzantes.
Querer paz significa exigir al gobierno que implemente políticas y programas para resolver realmente la inseguridad y sus consecuencias.
La paz para Sinaloa significa objetivos y metas muy precisos:
Garantizar la seguridad pública, el combate a la impunidad y la vigencia irrestricta del estado de derecho.
Alcanzar la tranquilidad. Disminuir la percepción de la inseguridad hasta que Culiacán se ubique entre las cinco ciudades con el mejor indicador de la encuesta nacional de seguridad urbana.
Dejar de ser un centro de violencia. Abatir los delitos de homicidio doloso, desaparición, robo con violencia, extorsión y robo de vehículo hasta lograr las tasas de los estados más pacíficos, según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
Generar un nuevo y eficaz sistema de seguridad. Construir instituciones locales responsables de la prevención, investigación y persecución del delito capaces, eficaces, eficientes y honestas. Estructurar un plan estatal de reconstrucción de las policías locales y de la Fiscalía y aumentar sus presupuestos hasta obtener los mayores estándares internacionales respecto al número de elementos, capacitación, equipamiento, servicios de apoyo, confianza, probidad y supervisión ciudadana.
Atender digna y profesionalmente a las víctimas. Duplicar los presupuestos para la búsqueda de los desaparecidos y la atención a las personas desplazadas y a quienes han padecido un delito.
Recuperación económica
Apoyar a los desempleados. Atender las consecuencias inmediatas en los ingresos de las familias más necesitadas. Implementar un programa de empleo temporal de apoyo a quienes han perdido su empleo.
Seguridad para la economía. Conformar un estado de orden público y seguridad ciudadana en los trayectos y zonas de la vida laboral y empresarial. Establecer un plan de seguridad para la actividad económica en acuerdo con la representación de trabajadores y patrones que incorpore tecnología, estrategias y experiencias exitosas, evaluado semanalmente por instancias técnicas y ciudadanas independientes.
Reconstruir la economía. Estructurar un modelo económico que genere 70 mil empleos formales al año, eleve la productividad, disminuya sosteniblemente la pobreza y aumente el producto interno bruto per cápita hasta los niveles estatales más altos que reporta el INEGI. Construir e implementar, en colaboración con los ciudadanos, un plan de recuperación económica que resuelva la situación financiera, fiscal, comercial, tecnológica, de prospectiva al futuro y de imagen ante inversionistas y consumidores para las empresas sinaloenses y el conjunto del estado. Reconstruir el tejido social con base en la cultura de legalidad y los valores de convivencia armónica.
Recuperar a los jóvenes de las garras de la delincuencia. Atender focalizadamente a la juventud en mayor situación de vulnerabilidad y riesgo de incorporarse al crimen organizado. Desarrollar un programa amplio que brinde soluciones de empleo, combate a las adicciones e integración familiar y comunitaria.
Difundir valores cívicos a niños y jóvenes. Impulsar la cultura de la legalidad y la convivencia armónica en la niñez y la juventud. Desarrollar un programa educativo con alumnos y padres de familia donde se delibere explícita y claramente sobre la crisis de inseguridad y las consecuencias funestas de la narcocultura.
Estructurar cultura de paz. Impulsar la cultura comunitaria que posibilite que nunca más se repita la crisis de inseguridad y violencia. Generar una reflexión pública planeada sobre la importancia de la participación ciudadana, el respeto a la ley, el rechazo a la violencia y la colaboración con la comunidad.
En Sinaloa no se quiere volver a la Pax narca; se necesita paz para todos, merece paz todo el tiempo.
La historia de los grandes cambios sociales es la historia de procesos de unidad social en torno a un propósito común.
La unidad de la sociedad es la impulsora de los cambios.
Los ciudadanos pueden aumentar su capacidad de colaborar para resolver problemas comunes y exigir que sus problemas y preocupaciones sean las prioridades del ejercicio gubernamental y del presupuesto público.
Es necesario construir una plataforma de coordinación que consolide la unidad ciudadana en pos de un mejor Sinaloa.
La unidad es la clave de la construcción de un Sinaloa pacífico, próspero y bien gobernado.
¡Basta ya, queremos paz!
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