Por Omar Garfias
@Omargarfias
Tres de cada 100 mil sinaloenses enfermaban de dengue antes de iniciar el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador.
La administración morenista cambió la forma de comprar los insecticidas y la retrasó cuatro meses.
La tasa de enfermos subió de tres a diez de cada cien mil en el primer año de gobierno morenista; a 25, en 2020; a 52, en 2021 y a 21, en 2022.
Son datos de la propia Secretaría de Salud.
Si había corrupción en la compra de los fumigantes, se debió encarcelar a los delincuentes, pero no retrasar la adquisición.
Aún más paradójico resulta que, a pesar de muchas declaraciones, no existe ninguna observación a funcionarios de la administración anterior, que iniciaban a tiempo la fumigación, pero, en cambio, la Auditoría Superior de la Federación sí levantó siete procedimientos de responsabilidad sancionadora contra miembros del gobierno obradorista. O sea, estos últimos lo hicieron tarde y con irregularidades.
En el segundo informe del gobierno del estado se da cuenta de muchas acciones de magnitud que no implican mayor trascendencia.
Un ejemplo: en Sinaloa hay 130 mil estudiantes de educación superior y el gobierno estatal reporta que dio talleres de bienestar emocional a 1 mil 379 de ellos.
Es claro que las acciones para la salud mental son minúsculas.
Al iniciar el gobierno morenista en nuestra entidad, la mortalidad por cáncer de mama era 1.8 puntos porcentuales menor que la tasa nacional.
Se revirtió esa situación favorable y en 2022 fue 2.7 puntos mayor que la media del país y, en 2023, otros 2.7.
Antes morían menos mujeres que en la tasa del resto de México... y ahora mueren más.
Al iniciar el gobierno morenista en nuestro estado, la mortalidad por cáncer de cuello cérvico uterino era 1.5 puntos menor que la tasa nacional.
Se revirtió y en 2022 fue 0.4 puntos mayor que la media del país y, en 2023, otros 0.4
Más mujeres muertas, comparativamente.
La muerte de recién nacidos sinaloenses también ha aumentado respecto a la tasa nacional. En 2021 estábamos 1.6 puntos abajo y hoy, en 2023, lamentablemente, 0.2 arriba.
La diferencia favorable que manteníamos respecto a la tasa nacional en mortalidad infantil se redujo de 1.6 puntos a 0.2.
La diferencia favorable que manteníamos respecto a la tasa nacional en mortalidad por diabetes mellitus, se redujo de 56 a 17 puntos.
La diferencia favorable que manteníamos respecto a la tasa nacional en mortalidad isquémica del corazón, se redujo de 18 a seis puntos.
La razón de muerte materna sí presenta mejora.
La salud de los sinaloenses no va bien.
Cuando mejora la salud del país, no mejoramos tanto o hasta empeoramos, y cuando empeora México, la salud de nosotros empeora más.
Los gobiernos de Sinaloa, el anterior y el actual, fueron de los primeros en ceder el control del sistema de salud estatal al gobierno federal. Se sumaron presurosos a la desaparición del Seguro Popular y a la centralización en el INSABI y, después, en el IMSS Bienestar.
La carencia de acceso a los servicios de salud creció más en los estados que aceptaron la centralización.
El número de sinaloenses sin acceso a la salud en 2018 era de 394 mil. Esa cantidad subió en 2020 a 595 mil y en 2022 a 820 mil.
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía, INEGI, reporta que en 2018 el 41 por ciento de las personas en Sinaloa tenía que atenderse fuera de las instituciones de salud del gobierno, pagar consultas y medicinas de su propia bolsa.
En 2022 ese porcentaje subió a 60 por ciento.
El INEGI dice que el gasto en consultas y medicinas de los sinaloenses ha crecido 36 por ciento desde que entró el gobierno obradorista.
Los datos oficiales indican que la gente pobre tiene que ir a los consultorios anexos a las farmacias.
En los hechos, la política del gobierno ha privatizado el acceso a los servicios de salud.
Las instituciones de gobierno no tratan igual a todos los mexicanos. Los derechohabientes de PEMEX tuvieron un presupuesto per cápita de 32 mil pesos para este año; los del ISSSTE, de 11 mil; los del IMSS, de 8 mil, y los del IMSS- Bienestar, para los más pobres, sólo 3 mil.
Mantuvieron lo peor del pasado: un sistema segmentado que da menos a quien más lo necesita.
Si los del IMSS no reciben medicinas, operaciones ni consultas a tiempo, los del IMSS Bienestar, con menor presupuesto, menos.
La salud de los sinaloenses está mal.
Los gobiernos estatales se sumaron incondicionalmente a la centralización por disciplina política, y no por razones de administración pública y de ciencias de la salud.
Falló el experimento del INSABI.
Eso significó más muertes, más enfermedad y más dolor.
Cada error, cada programa que se hace sólo para aparentar que se trabaja, cada decisión centralista desde la CDMX sin conocer Sinaloa, cada presupuesto insuficiente, cada promesa incumplida ocasiona tragedias y gastos catastróficos en las familias.
Han sido años de más enfermedad, gasto y muerte.
No hay humanismo.
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