México, obligado a definir
su modelo de gobierno:
radicalización y sin diálogo
o gobernar para todo el país.
New York Times
Si un gobierno convierte las reformas constitucionales en inapelables elimina la posibilidad de revisión, objeción o corrección de la ciudadanía o de otras instituciones democráticas.
Estos cambios pueden llevar a un desequilibrio de poder y, en casos extremos, a una forma de gobierno autoritaria o dictatorial.
Pareciera que eso pasa en México, con la complicidad de las cámaras de Diputados y de Senadores, que votan sin cuestionar las consecuencias para toda la nación.
Como en otros países democráticos, la Constitución y las leyes están diseñadas para ser herramientas vivas: son susceptibles de reformas y adecuaciones para atender las necesidades y contextos cambiantes de la sociedad.
Por su carácter duradero y su capacidad de redefinir el marco de derechos y deberes ciudadanos, las reformas constitucionales están sujetas a revisión y crítica para evitar abusos de poder y proteger los principios democráticos.
Inhabilitar la apelación de reformas constitucionales puede generar consecuencias como eliminar el contrapeso democrático –fundamental-, que permite a otros poderes o a la ciudadanía cuestionar y revisar las decisiones tomadas en lo constitucional. Lo contrario deriva en reformas unilaterales para beneficio de un grupo en el poder.
Cuando un gobierno realiza modificaciones constitucionales sin temor a revisión acentúa la concentración del poder y abre la puerta a decisiones poco transparentes, o que no necesariamente responden al interés colectivo. ¿Recuerda los pasos iniciales de varias dictaduras históricas?
En contextos donde las reformas son inapelables los derechos ciudadanos, como las libertades de expresión, de participación y de organización se restringen, sin una instancia a la cual recurrir.
Las constituciones están diseñadas para evolucionar conforme cambia la sociedad. Cuando las reformas son inapelables limitan la capacidad de adaptación de la Constitución y generan un sistema rígido que excluye -incluso- a las futuras generaciones.
Si las cámaras legislativas aprueban reformas sin el cuestionamiento ni la consulta ciudadana rompen el principio de representación. El Congreso cede su papel y se convierte en un ente que legitima a un sólo grupo.
¿Es un paso hacia la dictadura?
La dictadura no necesariamente se establece de inmediato; comienza con el debilitamiento gradual de los mecanismos democráticos. Esto puede incluir la reducción del Poder Judicial, eliminar contrapesos, restringir a la prensa e inhabilitar apelaciones a las reformas constitucionales.
Si el gobierno busca concretar reformas sin posibilidad de revisión o de apelación, genera una señal de alarma de que se avanza hacia un sistema menos democrático y potencialmente autoritario.
Para contrarrestarlo, es clave que los ciudadanos, la academia, los medios de comunicación, las organizaciones de la sociedad civil y partidos de oposición realicen acciones como:
Informar y Concienciar a la ciudadanía los riesgos que conllevan las reformas inapelables y sus posibles impactos a largo plazo.
Recordar a los legisladores su obligación de representar a sus electores y no a los intereses del Poder Ejecutivo.
Exigir que las reformas sean debatidas de forma pública, con la intervención de expertos y la participación de distintos sectores de la sociedad.
Se pueden interponer acciones de inconstitucionalidad o amparos colectivos en el caso de que las reformas afecten directamente los derechos y libertades, pero en el México actual eso se perdió.
Hacer inapelables las reformas constitucionales reduce los principios de pluralidad y revisión democrática y se convierte en un peligroso precedente. En cualquier democracia, es esencial que el Poder Legislativo y la ciudadanía sean conscientes de la importancia de mantener un sistema que permita el cuestionamiento, la revisión y la apelación de decisiones políticas.
Ya ni la mañanera del pueblo sirve para eso. ¿O sí?
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