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Amistades ¿peligrosas?


Por Déborah Buiza

@DeborahBuiza


Seguramente conoces dichos como: “El que con lobos anda, a aullar se enseña”, “Dime con quién andas y te diré quién eres”, “Uno se va pareciendo a las cinco personas más cercanas”, y similares expresiones que nos alertan y recuerdan que las personas de las que nos rodeamos tienen una influencia en nosotros y en nuestra vida.

Aunque es probable pensar que, siendo adultos, esto de las “malas influencias” ya no aplica y por lo tanto no importa con quien te relacionas porque ya nadie te puede cambiar o influir en tu manera de ser o hacer las cosas, no siempre es así. Si no lo crees, mira a las personas con quienes te juntas y pregúntate qué de ellas has integrado a ti y a tu forma de ver la vida, de reaccionar frente al mundo, o si la interacción con ellas ha modificado en algo tu estado de ánimo.

¿Te has dado cuenta que “copiamos” expresiones, actitudes y conductas de los demás, incluso ya al ser adultos? Las explicaciones pueden ser muchas, desde que sentimos simpatía o porque nuestras neuronas espejo tienen la capacidad de “copiar” al que está enfrente; porque queremos pertenecer, etc.; sin embargo, lo importante es darnos cuenta cómo nos influyen las personas con quienes convivimos, ya que el efecto de ello y sus consecuencias tendrá un impacto en nuestra vida a corto y largo plazos.

¿Qué has aprendido de las personas con quienes convives? ¿Cómo has cambiado desde que te relacionas con tal o cuál persona?

Podemos dejarnos bien influenciar por los demás, pero también podemos hacer nuestros los malos hábitos y actitudes negativas (incluso nefastas) de las personas con las que convivimos.

Y ya sé que empiezo a sonar como la abuelita regañona que te decía que cuides con quién te juntas y que esos “amiguit@s” tuyos no me gustan, pero hay que identificar a las personas que sacan tu peor versión, te involucran en problemas o situaciones complicadas, no te aportan y resultan ser una “mala influencia”.

Hoy te propongo revisar a las personas que están en tu vida y preguntarte: ¿me suman?, ¿me inspiran?, ¿me motivan?, ¿me apoyan?, ¿validan mis emociones?, ¿respetan mis límites y decisiones?, ¿envidian, opinan, juzgan, critican y discriminan la vida de los demás?, ¿critican sus gustos o apariencia?, ¿comentan sobre el cuerpo de los demás, incluso a sabiendas de que los hacen sentir mal?, ¿Hacen o dicen cosas para herir o lastimar a otros?, ¿se burlan de los demás...?

Si fuera cierto que quienes nos rodean tienen un efecto en nosotros, ¿qué pasaría si nos rodeamos de personas agradecidas, que sueñen, sean emprendedoras, amen y disfruten la vida, vean en tí grandeza, quieran verte feliz y triunfar, y que te animen a intentarlo?

Si de nuestra cuenta corre, es una buena decisión dejar entrar a nuestro círculo personas que aporten alegría, que nos impulsen a seguir nuestras metas y sueños, que nos jalen hacia adelante, a disfrutar, a la salud, que no nos metan en problemas, que sean un lugar seguro para nosotros.

Y tú ¿tienes amistades peligrosas?a

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