Por Déborah Buiza
@DeborahBuiza
A veces la vida se pone complicada, hay etapas o momentos en los que somos vulnerables o no estamos al cien; sin embargo, algunas creencias pueden limitarnos a sentirnos cómodos recibiendo ayuda, atención y cuidado.
Hay una idea muy extendida, y en mi opinión sobrevalorada y mal entendida, respecto a la exigencia de total y absoluta independencia y autonomía en los adultos, de que deberíamos ser capaces de salir solos adelante, sin importar lo que nos suceda y sin considerar que tal vez no contemos con las herramientas o los recursos para, por nuestra cuenta, ponernos de nuevo en pie.
Pregúntate por un momento ¿te sientes cómodo cuando alguien cuida de ti?¿Quién te hizo creer que lo tienes que hacer todo tu solo? ¿No mereces que te cuiden si estás mal? ¿No está bien ser cuidado o sostenido? ¿A quién beneficia esto?
Necesitamos recordar que, aunque seamos adultos funcionales y responsables de nuestra vida, merecemos ser amados y, con ello, cuidados, protegidos y sostenidos; con mayor razón cuando no podamos hacerlo por nosotros mismos.
No somos unos niños pequeños para que hagan todo por nosotros, pero sí podemos dejarnos cuidar y acompañar cuando las cosas van mal; aunque tengamos que transitar y hacer las cosas por nosotros mismos, siempre serán mejores las circunstancias si estamos acompañados, tenemos un refugio o un lugar seguro al cual regresar a cargar pilas y sanar nuestro corazón.
Es importante construir, con quienes amamos y nos aman, espacios y lugares seguros a los cuales regresar o estar en lo que pasa la tormenta, en lo que resolvemos nuestros duelos, en donde podamos tomar una sopa de pollo caliente mientras curamos nuestro corazón y juntamos fuerzas para salir a luchar por nuestras metas, sueños, proyectos o lo que sea que tengamos que enfrentar.
Es fundamental salir de los espacios donde no nos sentimos cuidados, pero también procurarnos y acercarnos a los lugares donde podemos ser cuidados y aceptar la ayuda y el cuidado.
Si no estamos solos ¿por qué pretender estarlo? ¿Por qué “hacernos los fuertes” si podemos contar con la buena escucha y el cariño de quienes nos aman y que podrían abrazarnos con todo su amor para darnos ese espacio de armarnos de nuevo?
¿Qué pasaría si te dejas cuidar? ¿Qué pierdes si dejas que cuiden de ti cuando no puedes hacerlo tu mismo?
El amor es buen trato y cuidado y, lo reitero, mereces ser amado, cuidado, protegido y sostenido, sin importar la edad que tengas, sobre todo cuando por las circunstancias no puedas hacerlo por ti mismo. Eso no está mal.
Necesitamos aprender a recibir buen trato y cuidados; alejarnos de donde no nos lo dan; dejarnos cuidar aún más en momentos críticos; confiar en que será temporal, que pronto estaremos fuertes de nuevo para, con nuestras propias fuerzas, seguir adelante. Se trata, también, no sólo de cuidarnos, sino dejar que nos cuiden.
Una cosa es ser independiente, autónomo, con apego seguro, y otra, obligarnos a andar solos por la vida, cuando en realidad no lo estamos, no es necesario y hasta puede ser una especie de maltrato para nosotros mismos.
Aun los más valientes, fuertes e intrépidos guerreros necesitan un lugar a dónde regresar después de las batallas para sanar sus heridas, descansar, comer y fortalecer el cuerpo, el espíritu, la mente, el corazón, el alma. Quienes nos aman son ese lugar, son nuestro hogar.
Y tú, ¿te dejas cuidar cuando las cosas van mal?
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