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El espejismo de las remesas y la necesidad de pagar impuestos








Monedas que cruzan mares y cielos,

susurros de un alma que no está lejos.

Manos que siembran en tierra ajena,

frutos que nutren la patria llena.


Poema Remesas de amor

Autor desconocido



Las remesas son el tema del día. Esas cantidades exorbitantes de dinero que fluyen de un país a otro; que no buscan más allá que ayudar a familias ancladas en naciones de poco desarrollo y sin muchas posibilidades de salir adelante.

En el caso de México, a sus gobiernos anteriores y ahora a la 4t, con todo y su segundo piso, les ha cruzado la idea de aplicar impuestos a las jugosísimas cantidades de miles de millones de dólares que bien podrían sacarle de apuros.

Lo que sus expertos no se detienen a analizar es que esas cifras YA pagaron impuestos por parte de los trabajadores involucrados.

Desde siempre, los impuestos han sido una fuente esencial de ingresos para los gobiernos. Empezaron como tributo sobre la producción, la tierra y el comercio. Luego evolucionaron para financiar infraestructuras, servicios públicos y seguridad nacional. Ahora son herramienta para, supuestamente, lograr el desarrollo económico.

Por su lado, las remesas surgen de la migración de trabajadores que envían dinero a las familias en sus países de origen. Se convirtieron en una de las principales fuentes de financiamiento para muchas economías, especialmente en América Latina y Asia. En el caso de México, son una fuente vital de ingresos para millones de familias, con miles de millones de pesos anuales en envíos.

Sin embargo, está latente la imposición de Impuestos a las Remesas. Sólo buscan el cómo.

Los gobiernos de los Estados Unidos y de México evalúan diversas estrategias para gravar las remesas. Es dinero que ya pagó impuestos en donde fue generado, lo que hace que un nuevo cobro sobre las transferencias pueda considerarse una doble tributación. Implementar estos impuestos podría tener consecuencias económicas negativas y afectar a millones de familias que dependen de esos ingresos para su sustento.

Solo un dato: más de 12 por ciento de la población mexicana es receptora de remesas. Casi 5 millones de hogares en México se ayudan con esos envíos.

La mayor parte de las remesas que ingresan a México provienen de los Estados Unidos y de Canadá, enviadas por migrantes que buscan apoyar a sus familias que se quedaron en el país. En 2024, México logró captar casi 65 mil millones de dólares en remesas, de los cuales 99 por ciento se recibió mediante transferencias electrónicas y el resto en efectivo o en especie.

El intento de captar recursos adicionales refleja la desesperación gubernamental por encontrar fondos para cubrir deficiencias estructurales en la administración pública. En lugar de gravar las remesas, el gobierno podría enfocarse en eficientar el gasto público y fortalecer la economía local para generar más oportunidades de empleo.

Las remesas son un recurso económico fundamental, pues no solamente benefician de forma directa a las familias receptoras, sino que tienen un impacto significativo en la economía nacional.

Ayudan a cubrir necesidades básicas, como alimentación, vivienda, salud y educación.

Son una de las principales fuentes de ingresos externos de México y contribuyen significativamente al Producto Interno Bruto (PIB). En tiempos de crisis económica, son un amortiguador financiero para gran número de familias.

Muchas personas utilizan los ingresos para emprender pequeños negocios, con lo cual fomentan el desarrollo local y generan empleos.

A pesar de los retos económicos y políticos, las remesas desempeñan un papel crucial en la estabilidad económica regional; de ahí la importancia de preservarlas sin gravámenes adicionales que perjudiquen a las familias mexicanas.

A Donald Trump se le hace agua la boca al pensar en la cantidad de dinero que podría ganar con impuestos a las remesas. Será otro tema, porque primero es la India, luego México y China, en ese orden.

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