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En las sectas, al parecer, no existen los derechos legales ni humanos



Por: Fernando Silva


Los derechos humanos ¿son un asunto central en la agenda de los países miembros de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) como un «ideal» común para todos los pueblos y naciones? Categóricamente ¡No! Y francamente es patético, ya que si nos damos la oportunidad de observar, leer y reflexionar en las infames condiciones en las que sobreviven miles de millones de personas en el mundo, fácilmente podríamos percatarnos sobre el mal uso de la palabra «ideal» por parte de quienes gobiernan, ya que la direccionan como un prototipo imperfecto que sirve de pauta para disfrazar inmisericordes objetivos de grupos ideológicos en todas las naciones o, simplemente, asumieron que la palabra «ideal» existe tan sólo en el pensamiento de unos cuantos que buscamos la equidad, la paz, el estado de derecho, la justicia, la bondad… y no como el fin, sino como el principio en el que se funda la ética, la dignidad, el respeto y los valores universales en pro de elevar la calidad humana y el bien común.

Lo repugnante es que en la mayoría de las naciones existen grupos elitistas y de mafias en todos los extractos sociales con ideologías fascistas, extremistas y autoritarias, que sistemáticamente agreden y asesinan a personas por motivos raciales, culturales, políticos o dogmáticos, con la execrable finalidad de degradar a toda persona que no consideren apta a sus doctrinas, al grado de crear sectas en donde victimizan, esclavizan y hasta trafican sexualmente a mujeres y niñas, generan pornografía infantil y hacen negocios con el crimen organizado, asimismo, fraudes en la Internet y muerte. Entre las más conocidas están: Templo del pueblo, Ku Klux Klan, Davidianos, La Familia, La puerta del cielo o Secta OVNI, Aum Shinrikyo (Verdad Suprema), La Iglesia Católica Tradicional de la Ermita, Moon, Narcosatánicos, Nueva Jerusalén, NXIVM, Children of God (Niños de Dios), Nuwaubianismo, Alt-right (o La Derecha Alternativa), Aleph o Verdad Suprema, Cienciología, Grupos neonazis, Escuela de Yoga de Buenos Aires, Black Axe…

En este sentido, los países se debaten entre su pasado histórico colmado de muerte, intolerancia, represión, violencia y administraciones arbitrarias desde el poder de los privilegios, en que las elites económicas, políticas, oligárquicas e ideológicas, los secuestran para beneficiar sus irracionales ambiciones y por controlar un mundo globalizado, así como tecnologizado, donde la gente se siente extraña y ve como natural el que estos grupos dominen, decidan y obliguen a cumplir sus presiones económicas en cuanto a la salud, el comercio de medicamentos, la formación académica, lo laboral, los «valores» familiares… bajo la amenaza de no invertir y, con ello, endurecer monetariamente el mercado de valores, provocar fuerte desaceleración económica para inducir desplomes inmobiliarios y financieros, descarrilar la recuperación en los mercados emergentes, desatar conflictos bélicos, ciberguerras…

Un atroz denominador de estas sectas y/o mafias es captar a mujeres y niñas para la trata de personas y prostituirlas con empresarios, políticos y personas millonarias; también brindando talleres conocidos como Executive Success Programs (ESP) o programas de éxito ejecutivo, dirigidos por Emiliano Salinas, hijo del ex presidente mexicano Carlos Salinas de Gortari; asimismo, secuestrando, torturando, mutilando, sometiendo sexualmente a las víctimas y cometiendo homicidio sin el mayor remordimiento, por lo que ¿tal impunidad se mantiene con el amparo o complicidad de los gobernantes locales e internacionales? En ese sentido, después de la Segunda Guerra Mundial se protegieron los básicos derechos del hombre, con la intención de imposibilitar sucesos tan horrendos como los acaecidos en los campos de concentración nazi, desgraciadamente —como en todo proceso legal— quedan aristas en la Declaración de Derechos Humanos que se postularon en el art. 2.1, en el que se redactó la libertad religiosa, y en el art. 18, la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión, que incluye la libertad de manifestar la creencia individual y colectivamente. Años más tarde, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de 1966 y diversos pactos y convenios internacionales garantizaron la libertad de pensamiento, de conciencia, de religión, creencias o convicciones. Lo que las sectas aprovecharon para que ninguna autoridad intervenga en la confidencialidad de sus cultos, salvo denuncia, que naturalmente la mayoría no quiere hacer por miedo a represalias.

Sobre el particular, desde los planteamientos liberales del Estado de Derecho se salvaguardó una concepción incondicional de los derechos humanos, prueba de ello es el art. 17 de la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano, que dice: «La propiedad es un derecho inviolable y sagrado». Pero con la expansión del pensamiento Iusracionalista, esa concepción absoluta se transformó en la consideración de que su ejercicio tiene limitaciones. Por lo que los derechos fundamentales, como el derecho de libertad de creencias y la libertad de conciencia, se basan en la preservación y respeto superlativo de la dignidad de todo ser humano. Se ha considerado que la conducta es mejor o comprensible en quien hace conciencia que en quien actúa por convicción; sin embargo, si tratamos la cuestión conceptual de forma normativa, deberemos desechar los conceptos de medio/fin, motivo/móvil, porque están impregnados de valoraciones morales que determinan las sociedades o grupos con los que coexisten.

Una apreciación normativa significa que los motivos de uno y otro, más allá de los hechos, se valoran por el Sistema del Derecho como funcionales/no funcionales socialmente hablando y desde la diferenciación de los sistemas jurídicos que imperan en cada país. Obviamente, si lo funcional se vincula a la moral de cada sociedad, es cuestión aparte, lo que debería corresponder al Derecho es si un hecho pertenece a su sistema, si lo puede introducir en su operatividad y en qué sentido, o si lo incluye en su funcionamiento y/o lo destierra por ser cuestión de otro sistema judicial. Así de laberíntico como se lee, es lo que permite las interpretaciones de las leyes, lo que por supuesto faculta a los abogados su impúdico desarrollo de amparos y argumentos de defensa en favor de estas criminales organizaciones.

Aquí el cuestionamiento principal es si este tipo de impías sectas en persuasión coercitiva y que proceden dentro de grupos organizados, jerarquizados, que diseñan una dinámica de conducta grupal propia, son constitutivas de los impulsos delictivos de sus miembros y, por lo tanto, es posible sancionarlos con anticipación. Ya que no se entiende, el que se tenga basta información sobre sus delitos y continúen en franca impunidad. Quizás, parte del problema sea que estas mafias tienen entre sus líderes a multimillonarios, ex presidentes, líderes del crimen organizado y personas con influencia en la farándula, gobernantes, personalidades del deporte y con los dueños de poderosos medios de comunicación.

Estimado lector, es importante hacer conciencia y tener el valor civil para denunciar todo tipo de actos que pongan en peligro la vida de cualquier ser humano. No es aceptable que como sociedad demos la espalda al sinnúmero de situaciones que amenazan la vida y la dignidad de la gente que con engaños termina en escenarios de horror.

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