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Entender las violencias de Sinaloa



Por Omar Garfias

@Omargarfias


Las violencias en Sinaloa no son un accidente, una anormalidad, un producto de inadaptados sociales, una secreción minoritaria, ni se dan solo en el marco del narcotráfico.

No son un tumor; las violencias son parte del cuerpo, son un órgano con el que funciona una proporción importante de la sociedad sinaloense.

Son un barro de pus que creció tanto que transformó el cuerpo (la sociedad sinaloense) y se convirtió en su hígado, en músculos y huesos.

Las violencias organizan sectores grandes de nuestra sociedad.

Estructuran la convivencia en extensiones amplias de nuestro territorio.

El tejido social lo constituyen los sistemas de interacciones que tenemos los miembros de la sociedad.

Idealmente, esas interacciones son establecidas por los órganos del Estado: el Legislativo, el Ejecutivo y el Poder Judicial, elegidos democráticamente por nosotros, con contrapesos y control.

El gran y único tejedor ya no es el Estado.

La economía ilegal ha conformado sus propios tejidos sociales, con un ingrediente vertebrador: las violencias.

Las violencias en Sinaloa han dado forma a sus propios tejidos sociales, constituyen un modo particular de ser y estar en el mundo, dan significancia a la existencia de muchísimas personas.

Han aparecido muchas formas de vivir y convivir basadas en la violencia.

En Sinaloa mucha gente vive, canta, trabaja, pide, convive, habla, negocia, convence, festeja, maneja, violentamente.

Alerta con precisión Adrián López: “Si algo queda claro es que el simplismo no nos va a sacar de la compleja situación de violencia, narcocultura y narcopolítica que vivimos en Sinaloa. La pregunta es ¿cuándo la vamos a reconocer y, por lo tanto, abordarla de verdad?”.

La presencia de la violencia en la vida sinaloense es tal que la mayoría de las veces en que no hay muertes es porque hay narco control y pax narca, ese estado social donde no nos han violentado porque nos hemos portado como ellos han dictado.

Las violencias se han extendido hasta llegar a ser práctica de gente que no son narcos y en ámbitos diferentes al de la economía ilegal.

La metástasis ha llevado a que las violencias definan una cantidad importante del tránsito vehicular, relaciones familiares, diversión, producción y negociaciones comerciales.

Los violentos no son personas que no recibieron educación y la formación en los valores; por el contrario, perfectamente insertados en los aparatos educativos y familiares, han percibido claramente que importantes trayectorias de éxito incluyen a la violencia.

Para muchos violentos, lo que les aconsejaban mamás y maestros era contradicho por el triunfo ostentoso de los malos.

Las violencias son una vía eficaz para tener prestigio social, bienes y privilegios.

Una forma de sobrevivir a las violencias ha sido incorporarse a ellas.

Ser violento es una forma de estrategia conjunta de desarrollo.

Las violencias están en todos lados: en la economía, en la fila del banco, en las urnas, en las decisiones del ampayer, en los gritos, en las motos, en la música, en las bromas locales.

Las violencias se han expandido; es un error pensar que no nos han tocado o no nos van a tocar.

Las violencias reclaman sangre, muertos, dominación. Es un error pensar que se puede coexistir sanamente con ellas.

Las violencias no son sólo fama. Es un error pensar que se compensan explicando que tenemos bellos paisajes, camarones grandes y que aquí nació Pedro Infante.

Las violencias significan un reto muy complejo que debe ser analizado profundamente. Es un error darle respuestas triviales y soluciones simplonas.

Claudio Lomnitz dice que la violencia rara vez es un acto sin intenciones a futuro.

La violencia impune da pie a la formación de una sociedad de castas.

Hagámonos cargo de nuestras violencias, no las disimulemos, no las relativicemos, no las normalicemos.

Analicemos con rigurosidad para, de ahí, desprender la acción pública que necesitamos.

“Afuera están matando personas como nosotros;

afuera, el cuerpo es un campo de batalla;

afuera, la vida es un milagro oscuro;

afuera, los que ríen apagan el sol.

Amarnos, María, tal vez amarnos

para poder caminar juntos a un día

donde la tierra deje de ser ese abismo sin luz

al que van a parar todos nuestros amigos antes de tiempo”.

Nicolás Peña Posada

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