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¿Espionaje o labor de inteligencia?


TEMAS CENTRALES


Por Miguel Tirado Rasso


De acuerdo a una investigación

del New York Times (2023),

México se convirtió en el usuario

más prolífico de Pegasus.


Pegasus es un programa espía desarrollado por la empresa tecnológica israelí NSO Group, concebido para combatir la delincuencia y el terrorismo; su venta está restringida a gobiernos y agencias estatales. Al menos, eso es lo que afirman sus fabricantes.

Teóricamente, no habría razón para poner en duda los beneficios de esta clase de espionaje, salvo que, en la práctica, se ha perdido el rigor en su aplicación y ha desbordado los convenientes propósitos de sólo usarse contra el crimen organizado y los terroristas, al abarcar otros terrenos que afectan los derechos humanos.

El sofisticado software es excepcionalmente potente y puede acceder remotamente a los teléfonos afectados para robar información privada. Una vez instalado en el teléfono, activa el micrófono y la cámara desde un panel de control remoto.

El spyware se activa al enviar un mensaje o hacer una llamada al teléfono a investigar, sin importar si la persona contesta la llamada o abre el mensaje recibido. Por eso es indetectable. Hace las veces de geolocalizador, y, en su momento, puede autodestruirse.

Precisamente por el uso de esta herramienta de espionaje con propósitos muy distintos a los señalados por su fabricante, surgieron quejas y denuncias de particulares espiados por Pegasus en diversos países, incluido México. El tema se volvió noticia por la información dada a conocer con motivo del litigio entablado por WhatsApp en contra de NSO Group, en los Estados Unidos de América (EUA).

En 2019, WhatsApp demandó a la empresa israelí por acceder ilegalmente a los servidores del servicio de mensajería instantánea para instalar el software espía; alegó que NSO Group explotó una vulnerabilidad de la aplicación para infectar 1,400 celulares de usuarios, incluidos periodistas y activistas de derechos humanos, para quienes reclama una reparación por los perjuicios experimentados. Entre los afectados también hay disidentes políticos, diplomáticos y altos funcionarios de gobiernos extranjeros.

En diciembre de 2024, Phyllis Hamilton, jueza de Distrito Norte de California, dictó una resolución en la que concluía que NSO Group había violado las leyes contra el fraude y acceso ilegal a datos informáticos de los EUA y de California, así como las condiciones de servicio de WhatsApp, al instalar Pegasus en sus servidores.

En marzo pasado, una Corte Federal de Primera Instancia ordenó a la empresa revelar a WhatsApp los documentos y código relacionado con Pegasus. Dos golpes judiciales a los creadores de Pegasus, a quienes no les ha ido muy bien en el litigio, aunque en ocasiones se perciba cierta consideración judicial sobre algunos temas donde el rigor del juzgador se ablanda.

El litigio continúa y la empresa se resiste a acatar las órdenes judiciales. Uno de los reclamos de la demanda es la revelación de los nombres de los clientes del software, un tema delicado que NSO Group evita responder.

Ante la responsabilidad que se le atribuye por el uso torcido del espionaje, la empresa ha emitido comunicados en los que expone su posicionamiento: “La empresa no opera los sistemas que provee y, tras un riguroso proceso de selección, son las agencias de inteligencia y policiales las que determinan cómo usan la tecnología para apoyar sus misiones de seguridad pública".

Y en México ¿qué ha sucedido con Pegasus? De acuerdo a una investigación del New York Times (2023), nuestro país se convirtió en el usuario más prolífico de Pegasus.

Según el reportaje, México fue el primer cliente que lo adquirió (marzo de 2011). El software se ha aplicado en la lucha contra la delincuencia organizada, pero también, de manera ilegal tanto en México como en otros países, para espiar a críticos del gobierno, periodistas y personas que defienden los derechos humanos, algo que ninguno de los gobiernos denunciados quiere reconocer.

En México, el uso de Pegasus inició con el presidente Felipe Calderón, y de ahí en adelante, sus sucesores lo han seguido usando, aunque en lo oscurito. En el sexenio de Enrique Peña Nieto el software fue adquirido por la Procuraduría General de la República y el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN).

Durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador la herramienta resultó muy útil, aunque el mandatario se comprometiera públicamente a detener las prácticas de espionaje, a las cuales calificó de ilegales, pero cuando fue inocultable el espionaje realizado, se justificaría al decir que eran labores de inteligencia, no de espionaje.

Una investigación de “Ejército Espía” reveló que la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) suscribió un contrato, en abril de 2019, por un “Sistema de Monitoreo Remoto de Información” con Comercializadora Antsua, empresa con derechos exclusivos para contratar Pegasus, ya con el de Macuspana en pleno ejercicio del poder. La investigación también expuso que el operador de Pegasus era el Centro Militar de Inteligencia, una unidad de la SEDENA celosamente encubierta (Artículo 19).

En la más reciente audiencia judicial del caso de WhatsApp contra NSO Group, en marzo pasado, se supo, por declaración del abogado de la empresa israelí, que de un listado presentado por WhatsApp de 1,233 usuarios atacados por Pegasus en abril y mayo de 2019, México fue la Nación con más víctimas (456), seguido de India (100) y Bahrein (82). Esto es, cuando la 4T afirmaba que no se hacía espionaje, sino labores de inteligencia.

A ver que más información surge a lo largo de este litigio en relación con las víctimas mexicanas afectadas por esa labor de inteligencia.

Abril 24 de 2025

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