La prometida olvidada que terminó como reina
- migueldealba5
- 30 may
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 31 may


Por Profa. Mayra Núñez P.
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Galería Mayra
Cuando estás frente al cuadro “La coronación de Napoleón Bonaparte” es obligado detenerte, observar y sentir cómo surgió la verdadera historia de este personaje. En los años de la revolución francesa, dos jóvenes soldados rasos —Napoleón Bonaparte y su hermano Lucien— conocieron a las hermanas Clary, hijas de una acomodada familia de comerciantes en Marsella.
Para Napoleón, ambicioso y estratega incluso en asuntos del corazón, Desirée Clary representaba una oportunidad. Un enlace con la hija de una familia influyente podría ayudar a su acenso en la sociedad.
Napoleón la cortejó con intensidad. Le prometió amor eterno y un futuro juntos. Desirée, joven e ingenua, se aferró con toda su alma a sus palabras. Napoleón le ofreció que a su regreso de la batalla se casarían.
Sin embargo, Napoleón no regresó solo. Con él venía Josefina de Beauharnais, una viuda con conexiones poderosas en la alta sociedad parisina, a quien presentó como su futura esposa.
Sin alguna palabra de consuelo o remordimiento, Napoleón rompió, con una cruel indiferencia, el juramento hecho a Desirée.
En cambio, Napoleón pidió a su hermano y a su cuñada (hermana de Desirée) que la llevaran con ellos a París. De esa forma, él la tendría cerca.
Para evitar conflictos con Josefina, Napoleón pidió a Desirée casarse con uno de sus mariscales más valientes, Jean-Baptiste Bernadotte, quien estaba locamente enamorado de ella.
Desirée obedeció. La pareja contrajo matrimonio y, lo que parecía una boda sin mayor trascendencia, cambió radicalmente cuando —en 1810— Bernardette fue designado heredero al trono de Suecia, por lo que se convirtió en el rey Carlos XIV.
Así, la joven Desirée Clary se convirtió en la reina consorte de Suecia, pero nunca se acostumbro a la rigidez de la vida en la corte.
Aunque le gustaba pasar temporadas en Paris, también se establecía por temporadas en su nuevo reino.
Hasta la fecha, la dinastía Bernardotte reina en Suecia, y lo que Napoleón dejó atrás, la historia lo convirtió en eterno.
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