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No es opcional


Por Déborah Buiza

@DeborahBuiza


En la vida hay cosas que pueden ser opcionales y/o sujetas a negociación. Realizar actividad física suficiente y regular, que nos permita mantener nuestro cuerpo en buenas condiciones, no es una de ellas. ¿Por qué hemos pensado que sí?

El cuerpo humano tiene distintas capacidades, entre ellas: resistencia cardiovascular, resistencia muscular, fuerza, flexibilidad, potencia, velocidad, coordinación, agilidad, equilibrio y precisión que, en su conjunto, nos permiten realizar nuestras actividades diarias, desde las muy pequeñas –casi insignificantes o que pasan desapercibidas– hasta las más grandes o muy visibles.

Nuestro cuerpo es una máquina perfecta, un vehículo que nos permite experimentar la vida. Sin embargo, es una máquina que requiere mantenimiento, no sólo “reparaciones” cuando ya lo llevamos al límite o algo se “desajusta”. Nuestro cuerpo es, con frecuencia, el gran olvidado y sólo nos acordamos de él cuando, después de mucho, se “queja” o se “niega” a continuar en las condiciones en que lo hemos “operado”.

Te propongo un pequeño ejercicio. Imagina que en este momento tuvieras 70 años y quisieras viajar, bailar, comer a tus anchas, amar y hacer esas cosas que tanto disfrutas pero que, a pesar de tus “ganas”, tu corazón ya no funcionara adecuadamente, no tuvieras una gran movilidad y requirieras de ayuda para desplazarte, para vestirte, comer o ir al baño. Ahora imagínate en esas condiciones a los 60… a los 50 años…

Hacer ejercicio regularmente no es una solución mágica, no evitará que el tiempo nos pase la factura ni es la fuente de la eterna juventud, así que invariablemente enfrentaremos al envejecimiento. Sin embargo, ejercitarnos sí puede hacer una gran diferencia en la forma en que nuestro cuerpo encare el futuro y, con ello, lo que podamos experimentar después.

Quiero que grabes esto en tu mente (aunque te moleste): ¡Hacer ejercicio no es opcional! Hacer ejercicio debe estar incluido en la rutina, sí o sí.

¿Cuánta actividad física realizas diariamente?

Y no es que te conviertas de la noche a la mañana en un atleta de alto rendimiento o le dediques varias horas del día al ejercicio. Simplemente, se trata de que incluyas el ejercicio en tu rutina.

Empezar puede resultar difícil; encontrar los espacios, los tiempos, los lugares o la actividad que nos guste puede ser un reto en sí mismo; ya no hablemos de mantenernos constantes, pero necesitamos intentarlo un día sí y otro también.

Necesitamos romper con las creencias en relación a las personas que hacen ejercicio (porque a lo mejor eso nos detiene para hacerlo, nosotros no queremos ser de “esas personas que…”), necesitamos derrumbar las creencias respecto a hacer ejercicio (como que se tiene que invertir mucho tiempo, es muy costoso o difícil, etc.), y encontrar aquella actividad física que nos permita no sólo mover el cuerpo y mejorar sus capacidades sino, incluso, disfrutar de ello.

¡Haz ejercicio!

¡Es que no tengo tiempo! ¡Es que espero a estar motivado! Déjame decirte algo: ¡eso no pasará! No es que un día llegue el momento en que estés súper motivado y, además, tengas el tiempo perfecto para entrenar.

Hay que buscar cuál es la mejor actividad para ti. No a todas las personas nos gusta o funciona lo mismo: hay personas de gimnasio; hay quien ama las actividades en solitario y al aire libre; quien es más de clases en grupo o deportes de contacto, etc. Es importante conocerte y conocer qué le sienta bien a tu cuerpo. Hay muchísimas opciones y estoy segura que alguna es para ti.

Piensa a futuro, hazlo por tu yo del futuro y por todo lo que quieres hacer en los próximos 20 ó 30 años; hazlo por ser autónomo e independiente la mayor parte del tiempo posible.

Recuerda que el cuerpo es nuestro hogar. Olvida la cuestión estética y piensa en términos de funcionalidad. Imagínate con un corazón más resistente, músculos más fuertes y resistentes que protejan tus huesos. Imagínate más flexible, con movimientos más precisos, ágiles, coordinados y precisos, imagínate tener el equilibrio suficiente para seguir bailando, andando, viajando, creando, viviendo…

Incluir en tu vida al ejercicio te permitirá dormir, sentir y pensar mejor. ¡Decídete! Empieza con dedicarle 10 minutos diarios y sigue hasta que sea una hora. Piensa que es algo que haces de tí para tí; no pongas excusas, mejora la relación que tienes con tu cuerpo e invierte en tu futuro, en un mañana con autonomía. No lo pienses más y, como dice el lema de una marca de tenis, ¡sólo hazlo!

Y tú ¿cuánta activación física integrarás a tu vida?

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