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Océanos, los mayores aliados contra el cambio climático



El océano genera el 50 por ciento del oxígeno que necesitamos, absorbe un 25 por ciento de las emisiones de dióxido de carbono y captura el 90 por ciento del exceso de calor generado por esas emisiones. No solo actúa como "los pulmones del planeta", sino que también es el mayor "sumidero de carbono": es un amortiguador fundamental ante los impactos del cambio climático. El océano es esencial para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero globales y para estabilizar el clima del planeta. Sin embargo, el aumento de estas emisiones de efecto invernadero ha afectado a la salud del océano, al calentar y acidificar el agua del mar, lo que ha provocado cambios nefastos para la vida subacuática y en tierra firme; además, ha reducido la capacidad del océano para absorber dióxido de carbono y proteger la vida en el planeta. Algunas razones por las que es necesario proteger el océano como nuestro mejor aliado en una solución contra el cambio climático, puedes leerlas a continuación. Las ventajas de los manglares y los corales


Los hábitats oceánicos, como las praderas marinas o los manglares, junto con sus redes alimentarias asociadas, pueden atrapar el dióxido de carbono que hay en la atmósfera llegando incluso a cuadriplicar la velocidad a la que pueden hacerlo los bosques en tierra firme. Su capacidad para atrapar y almacenar el carbono hace que estos manglares sean un recurso altamente valioso en la lucha contra el cambio climático. Los manglares constituyen algunos de los ecosistemas del planeta más ricos en carbono, ya que almacenan una media de mil toneladas por hectárea, tanto en la biomasa como en el suelo subyacente. Además, también ayudan a garantizar pescas saludables, mejoran la calidad del agua y proporcionan protección a la costa frente a inundaciones y tormentas. Los arrecifes de coral se encuentran entre los ecosistemas más valiosos económica y ecológicamente que existen en nuestro planeta. Con una extensión que abarca menos del 0,1 por ciento de todo el océano mundial, sirven de sustento a más del 25 por ciento de la biodiversidad marina, además de ayudar hasta a mil millones de personas por la protección que ofrecen en las costas, en la pesca, como fuentes de medicamentos, con ventajas para el ocio y favoreciendo beneficios turísticos. Las áreas marinas protegidas, es decir, aquellas áreas diferenciadas cuyo objetivo es su conservación a largo plazo, suponen una de las mejores opciones para conservar la salud oceánica. Las áreas marinas protegidas abarcan un 6,35 por ciento del océano, es decir, casi diez veces más que en el año 2000. Para proteger estos manglares y arrecifes de coral es fundamental ampliar la extensión de esas áreas, lo que hará que también se mantenga la resiliencia del océano ante el cambio climático. El potencial del océano y la energía eólica

El océano es una fuente increíble de energías renovables, tanto el viento en alta mar como la energía oceánica, derivadas de fuentes naturales como el viento, el agua y las mareas, y que no producen dióxido de carbono ni otros gases de efecto invernadero que contribuyan al calentamiento global. La energía eólica en alta mar se genera gracias al flujo de aire a través de turbinas que hacen girar mecánicamente generadores eléctricos. La tecnología de energía eólica, que se ha utilizado durante milenios, ha evolucionado durante los últimos años para lograr maximizar la electricidad producida.

La energía eólica podría conseguir más de un tercio de las necesidades energéticas globales y convertirse en la fuente de energía primordial del planeta. Dinamarca fue el primer país del mundo en construir un parque eólico marino. Los sistemas de energía oceánica se valen de la energía térmica y cinética del agua marina: las olas o las corrientes, por ejemplo, para producir electricidad y calor.

Los sistemas de energía oceánica se encuentran todavía en una fase inicial de desarrollo, con algunos prototipos de dispositivos para las corrientes de marea y oleaje en fase de investigación. La energía oceánica posee el potencial de superar fácilmente los requisitos energéticos actuales que necesita el ser humano. El futuro del transporte marítimo ecológico

Aproximadamente, el 90 por ciento de los intercambios comerciales se realizan por vía fluvial o marítima, lo que supone cerca del 3 por ciento de las emisiones de gases con efecto invernadero a nivel mundial. Es fundamental una reducción a cero de las emisiones de CO2 de los buques para 2050 en nuestra lucha contra el cambio climático. Esto significa un cambio de los combustibles fósiles tradicionales a fuentes de energías nuevas con cero emisiones, como el hidrógeno, el amoníaco, el metanol o el viento. Los corredores marítimos ecológicos, que son rutas marinas entre dos puertos que favorezcan tecnologías con emisiones neutras de carbono en los barcos, son una forma de acelerar la descarbonización en el sector marítimo. Ya existen corredores ecológicos implantados que cruzan el Pacífico y entre los puertos de Los Ángeles y Shanghai, y también en el Atlántico entre los puertos de Amberes y Montreal. Gracias a la inversión en nuevas tecnologías y para conseguir que los combustibles alternativos sostenibles mejoren su rentabilidad, la descarbonización del sector marítimo puede suponer un motor para el desarrollo ecológico en todo el mundo. El transporte marítimo ecológico forma parte de una economía "azul" sostenible, que fomenta el desarrollo económico y el bienestar de las personas a través de prácticas de producción, intercambio comercial y trasporte marítimo adecuados que no perjudiquen la salud de los océanos. La resiliencia de las comunidades costeras

Más de 680 millones de personas, cerca del 10 por ciento de la población mundial, viven actualmente en zonas costeras bajas. A la vez que soportan el peso del cambio climático, las comunidades altamente vulnerables de las zonas costeras bajas, que incluyen las pequeñas islas, tienen 15 veces más posibilidades de perecer debido a inundaciones y tormentas, si las comparamos con regiones mucho menos vulnerables. Una acción por el clima basada en el océano debe reducir esos impactos, además de generar resiliencia en los ecosistemas y las comunidades costeras que dependen de un océano sano. Eso incluiría medidas de adaptación que predijeran los riesgos, la vulnerabilidades y las soluciones, donde se incluyan sistemas de alerta temprana y aquellas soluciones sostenibles de tipo natural que ayuden a las comunidades a afrontar litorales y ecosistemas en constante cambio. Los sistemas de alerta temprana, con la cesión de responsabilidades a individuos y comunidades para que puedan responder ante los peligros de forma oportuna y apropiada, permiten salvar numerosas vidas y formas de subsistencia que se ven amenazadas por los desastres generados por el cambio climático. Es más, un simple aviso con 24 horas de antelación puede reducir el daño producido en aproximadamente un 30 por ciento. En la actualidad, un tercio de los habitantes del planeta, principalmente en los países desarrollados y los pequeños Estados insulares en desarrollo, no están protegidos por sistemas de alerta temprana.

El secretario General de la ONU, António Guterres, ha encargado a la Organización Meteorológica Mundial encabezar el esfuerzo de garantizar que, en los próximos cinco años, todas las personas de este planeta estemos protegidos mediante sistemas de alerta temprana contra los fenómenos meteorológicos extremos ya en aumento, además de frente al cambio climático.

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