Olas de calor amenazan la salud, la agricultura y el medio ambiente
- migueldealba5
- 31 jul
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Un año después de que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) advirtiera que las olas de calor se convertirían en una amenaza cotidiana, amplias regiones del mundo registran temperaturas récord e incendios forestales que cuestan vidas y devastan la economía y el medio ambiente.
Las agencias especializadas reiteran la urgencia de una acción global que incluya alertas tempranas y planes sanitarios contra el calor.
El 25 de julio de 2024, António Guterres, secretario general de la ONU urgió a la acción global frente al calor extremo, un enemigo silencioso y mortal. A un año de distancia, las olas de calor azotan a muchos países y evidencian la urgencia de atender ese llamado e implementar alertas tempranas y planes sanitarios de acción contra el calor.
En esa ocasión, Guterres advirtió que las olas de calor dejarían de ser fenómenos esporádicos y se convertirían en una amenaza cotidiana para millones de personas en el mundo, una previsión que se cumple este verano boreal, con amplias regiones que registran temperaturas récord e incendios forestales.
La Organización Meteorológica Mundial (OMM) detalló que en Estados Unidos casi 100 millones de personas han recibido alertas por condiciones de calor peligrosas.
En el norte de África y Medio Oriente, el calor provoca cortes masivos de electricidad y agua, interrumpe servicios esenciales y pone en riesgo la vida de miles de personas.
La región mediterránea y los Balcanes sufren la tercera ola de calor del verano, lo que ha interrumpido las actividades al aire libre, agrícolas y laborales, y tiene un gran impacto en la salud. Además, el calor extremo ha alimentado incendios forestales devastadores que han causado víctimas y empeorado la calidad del aire.
Turquía registró un récord de 50,5°C de temperatura en Silope, al sureste del país, mientras en otras localidades cercanas las temperaturas rondaron los 50°C. Chipre documentó un récord de 44,6°C en julio.
El calor extremo en Grecia, Italia y España provocó el cierre de atracciones turísticas.
En Chipre, Grecia y Turquía se produjeron incendios forestales que obligaron a la gente a huir de sus hogares, cobraron numerosas vidas y causaron densas columnas de humo.
En Escandinavia también hace calor. Finlandia registró más de 15 días con temperaturas superiores a los 30°C; Noruega y Suecia se vieron afectadas por temperaturas anormalmente altas, que generaron alertas por un riesgo extremo de incendios forestales.
Europa tuvo el junio más caluroso
Las grandes olas de calor, intensificadas por las altas temperaturas superficiales del mar en el Mediterráneo occidental, provocaron un estrés térmico muy intenso en el oeste y el sur de Europa.
La OMM sostuvo que estos eventos son una clara señal de que el mundo no está preparado para enfrentar un fenómeno que será cada vez más frecuente e intenso debido al cambio climático.
Para reiterar importancia de tomar medidas, varias agencias de la ONU, lideradas por la OMM y la Oficina para la Reducción del Riesgo de Desastres, lanzaron una serie de nuevos recursos para mejorar la forma en que los gobiernos gestionan el riesgo térmico.
La iniciativa busca ayudar a los países a prepararse mejor ante olas de calor, coordinar las respuestas a niveles local, nacional e internacional, para evitar muertes que pueden prevenirse.
La implementación de sistemas de alerta sanitaria por calor podría salvar más de 98 mil vidas al año en 57 países. A pesar de ello, muchos gobiernos aún carecen de planes de acción adecuados frente al calor extremo.
El llamado a la acción impulsa medidas concretas en cuatro ámbitos críticos:
Cuidado a poblaciones vulnerables;
Protección de trabajadores expuestos al calor;
Fortalecimiento de economías y sociedades con datos científicos; y,
Reducir el calentamiento global al límite de 1.5 °C mediante la transición energética y el abandono de combustibles fósiles.
Emergencia diaria de salud pública
Entre los materiales para asistir a los gobiernos hay un informe que analiza las políticas de diez agencias internacionales; otro que examina los planes de respuesta de Canadá, India, Reino Unido, Australia y Francia, y un tercero que presenta estudios de caso en doce países, incluyendo Argentina, Ecuador y Egipto.
Todos los documentos comparten una idea central: no basta saber que el calor es peligroso; hay que actuar con rapidez, coherencia y basados en la ciencia.
“El calor extremo ya no es un problema climático lejano; es una emergencia diaria de salud pública”, afirmó la coordinadora de la Oficina Conjunta de Clima y Salud de la OMS y de la OMM, Joy Shumake-Guillemot. “El calor mata, aunque lo hace en silencio”.
A menudo, las cifras oficiales no reflejan la magnitud real del problema porque muchas muertes por calor no se registran como tales. Sin embargo, los impactos son ciertos y cada vez más evidentes: desde trabajadores expuestos sin protección hasta personas mayores y niños que sufren en viviendas sin ventilación ni acceso a servicios médicos.
Ante este escenario, las agencias internacionales insisten en que estamos a tiempo de reducir el impacto del calor extremo si hay voluntad política, inversiones sostenidas y una colaboración más estrecha entre ciencia, salud pública y gobiernos.
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