Tantos pasos en mi vida...
- migueldealba5
- 19 mar
- 4 Min. de lectura
Por Araceli Mendoza

¿Dónde están los zapatos con los que dí mis primeros pasos?
Tantos zapatos me han acompañado desde entonces, desde esos primeros pasos con inseguridad; pasos de emoción; pasos con miedo; pasos de felicidad; pasos empoderados; pasos de triunfo; pasos de angustia; pasos de tristeza; pasos de enfermedad; pasos de incertidumbre… ¿Qué zapatos traía esos días, en esos momentos?
¡Caray, cuántos zapatos! ¿Aquellos blancos o los de charol? ¿Cuántas veces volteamos a ver los zapatos usados en cualquiera de las situaciones ya mencionadas; cuántas veces recordamos esos zapatos que nos acompañaron?
¿Qué hacemos con los zapatos? ¿Los regalamos, olvidamos lo mucho que nos acompañaron en momentos importantes? ¿A dónde van? ¿Quedan colgados en los cables de la luz, porque están ahí, pero quién los pone ahí?
Haz pasado alguna vez por donde venden cosas usadas y siempre están ahí los zapatos que alguien usó, que acompañaron a alguien; que sirvieron para dar pasos de triunfo; tal vez para ir a una cita; quizá le quedaban apretados… o grandes.
¿Quién inventó los zapatos, artículos que protegen a los pies? Sí, en plural, a los pies, que sostienen a nuestro cuerpo, delgado o corpulento, y lo sostienen durante el día o tal vez durante la noche.
Están ahí desde que los inventaron. Por cierto, hoy en día existen muchas marcas muy famosas; cada vez más costosos. Las personas que los llevan ¿sienten alguna emoción?
Hay quienes los guardan como un gran tesoro por su alto costo, pero ¿qué nos pueden contar esos zapatos? Los pies que ocuparon estos zapatos ¿estaban llenos, plenos, cuando se quitó el calzado? ¿Qué guardaron? ¿Sudor, amor o tal vez presenció violencia o una escena de amor?
Hoy existen zapatos para infinidad de gustos, desde los cómodos o de confort, tenis, botas, sandalias, zapatillas… Están ahí, presentes en la vida de millones de personas en todo el mundo. La industria del calzado es, de verdad, un éxito, porque todos necesitamos zapatos.
Pero también existen lugares donde, por su pobreza, marginación o tradiciones no usan zapatos, como algunos de africa. Tal vez esas personas son más libres, no están atadas a un artículo que es testigo de situaciones, de emociones y que tal vez hasta es un contaminante difícil de degradar para el medio ambiente.
Esas personas no tienen que recordar cuándo usaron los zapatos negros que los acompañaron al funeral de su padre; lo que tenían eran sus pies, esos que les siguen acompañando hasta ahora que son adultos. Los mismos que usan desde que eran niños.
Hay personas que convirtieron los primeros zapatos en bronce para recordar los primeros pasos, pero hasta esas pequeñas esculturas se pierden, como se pierden los zapatos cuando en un accidente salen volando de tus pies y quedas ahí, inerte. ¿Quién recoge esos zapatos? ¿Dónde quedan?
El hombre prehistórico fue quien inventó el calzado hace aproximadamente 15 mil años. Todo comenzó con las sandalias. En egipto se confeccionaban con paja trenzada u hojas de palmera. Eran exclusivos para los hombres y faraones (nótese la exclusión de las mujeres, desde entonces).
Se cree que el calzado existe desde el fin del paleolítico (10.000 años a. C.), debido a que hay pinturas que muestra cómo se trabajaba el cuero, a pesar de que era común el caminar descalzos y usar los zapatos únicamente en casos extremos (al salir de casa).
Los romanos y los griegos inventaron los zapatos y las sandalias, pero el primer zapato, la sandalia del faraón, tenía una punta larga y puntiaguda. Los romanos patentaron la sandalia y comenzaron a usarla hace unos mil quinientos años.
La personalidad de las mujeres o de los hombres casi siempre se mide en base a qué tan limpios tienen los zapatos que llevan. De ahí que los señores siempre buscan al bolero, personaje que deja los zapatos relucientes porque les aplica todas las grasas que transporta en su cajón de madera con sus brochas y el trapito que silba cuando saca el brillo. Pero este hombre, tan solicitado en las oficinas, en especial en las de gobierno, no siempre tiene los zapatos limpios. ¿Una contradicción?
Para las damas ¿traer el calzado de moda es por estatus? La moda y el estatus quedan atrás cuando hay que caminar, por lo que cambian los zapatos con tacón de 15 centímetros para dar estilo a la figura a las piernas de las mujeres, por un zapato cómodo, que dé confort.
Dicen que la edad se refleja en los zapatos, en especial cuando ya no puedes usar los tacones de 15 cm. Entonces vas con el zapatero para que los reduzca. Nuevamente acudes a la zapatería y buscas un tacón más cómodo, más pequeño, hasta llegar a los zapatos de abuela, casi iguales a las botitas que usabas cuando dabas tus primeros pasos. ¿Acaso son los mismos con los que diste tus primeros pasos?
Caminar se vuelve complicado a cierta edad y hasta te tienes que apoyar en un bastón o una andadera, parecida a la que usaste al dar tus primeros pasos, con esos zapatos que se perdieron. Ya como adulto mayor, caminas con miedo, con zozobra, con desesperación por no poder ir más rápido… ¿Serán estos los últimos zapatos que te acompañarán? Salúdalos y agradece, porque después no sabremos dónde quedarán o quién caminará con ellos.
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