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Tener un hijo, plantar un árbol, escribir un libro...


Por Déborah Buiza

@DeborahBuiza


Recuerdo de niña haber escuchado que “hay tres cosas que cada persona debería hacer en su vida: plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro”. Al ser pequeña, se me hacían tres tareas bastante complejas de lograr, aunque pensé que sería buena idea hacerlas.

Al tiempo, en una actividad escolar nos regalaron unos arbolitos que sembramos en el camellón frente a la casa donde vivimos y pensé que, al menos, el punto de la sembrada del árbol estaba resuelto. Me sentí contenta. Sin embargo, aún quedaban dos pendientes.

Después, en alguna conversación escuché a mi papá decir que aquello de “escribir un libro” podría resolverse haciendo una tesis de licenciatura (aunque yo había imaginado escribir una novela, pero igual podría funcionar).

Hoy desde mis 40+ caigo en la cuenta de que compré una idea y nunca me pregunté ¿para qué plantar árboles, tener hijos y escribir libros?, y mucho menos me detuve a cuestionarme si era algo que yo quisiera realizar.

Creo que frases como la del poeta José Martí, y muchas otras que circulan por todos lados, repetidas casi como “mantras”, “perlas de sabiduría” o “verdades inexorables de la vida”, con el paso del tiempo, al perder contexto y en diferentes circunstancias, quedan desactualizadas, muchas veces sin darnos cuenta.

Las creencias, además de dar dirección y fondo a nuestra conducta, necesitan ser revisadas cada cierto tiempo, analizadas, replanteadas y, en caso de ser necesario, sustituidas por otras que funcionen más o sean más “apropiadas” a las condiciones en que nos encontramos o a lo que queremos lograr, y no realizar el ejercicio de revisar y reformular nuestras ideas puede llegar a limitar nuestra experiencia y entorpecer nuestro desarrollo.

En este caso, y a modo de ejemplo (te propongo como ejercicio que le apliques la misma pregunta a cualquier creencia que quieras revisar), preguntémonos: “¿aún es válido para mí, en 2023, esto de tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro?”.

¿Qué pasa si no queremos o no podemos tener hijos o hijas? ¿Qué pasa si no queremos escribir un libro, porque no nos guste o no sepamos? ¿Qué tal si lo nuestro no es sembrar árboles?

Si de lo que se trata es de dejar huella, una maravillosa huella en el mundo y en los demás, ¿qué cosas podríamos plantar, criar y escribir que permanecieran en el tiempo y nutrieran la historia?

Se me ocurre que tal vez podríamos cuidar a las infancias que ya están aquí, sin importar si las parimos o no; que podríamos trabajar para que cada vez más espacios fueran amigables para ellos y porque las condiciones laborales fueran las idóneas para la crianza, de forma que tanto cuidadores como menores pudieran vincularse y desarrollarse óptimamente.

Tal vez podríamos sumarnos a la infinidad de pequeñas grandes acciones en mejora de la ecología o contribuir en alguna organización de la sociedad civil en el tema que nos interese.

Quizá no lleguemos a escribir un libro, pero ¿qué tal unos mensajes motivadores con frases de aliento y cariño para la gente que amamos, o con la que por alguna razón nos vinculamos…? No sé, sólo son ideas a botepronto.

Y a tí, si fuera el caso, ¿qué te gustaría plantar, criar o escribir? ¿Qué idea te gustaría replantear para dar otra dirección a tu vida?

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