Texto e imagen de Fernando Silva
Sin lugar a dudas, leer es una esmerada diligencia que nos beneficia en muchos aspectos, ya que además de abrir las puertas al conocimiento y/o a la información, contribuye de manera positiva en nuestro entendimiento, inteligencia y razón natural haciendo las veces de válvula de escape a determinadas situaciones que nos alteran, como los conflictos bélicos, la violencia de todo tipo, las enfermedades, la malignidad, las catástrofes naturales, los peligros del cambio climático, la pérdida de un ser querido… En concreto, además de reconfortarnos propicia el ser conscientes de la conciencia y, por ende, de activar cualidades para afrontar desde las gratas satisfacciones hasta las situaciones de desventura como una oportunidad de aprendizaje, lo que revela —con mayor accesibilidad— cómo acoger favorablemente el o los propósitos inmediatos y/o futuros. Entonces ¿qué experimentamos después de abrir un libro? Lo primero, regularmente, es cómo se embelesan la vista, el tacto y el olfato al ver la presentación, las imágenes, el diseño, el color y la tipografía, seguido de la textura del papel y quizás lo más intenso sea ¡su deleitoso olor! Ahí inicia la arcana y espléndida aventura con el respectivo incremento de la actividad neuronal que, conforme pasan las páginas, estimula la función cognitiva superior para dar paso a las subjetivas ilusiones; incluso, hay quienes no contienen sus impulsos y subrayan palabras o resaltan frases con un rotulador, otros hacemos anotaciones en un cuaderno o la siempre estimulante pausa para realizar una reflexión.
Al paso del tiempo y entregados en la contemplación, quizás nos habremos desternillado o estemos inquietos por la incertidumbre sobre lo que se nos presenta en la lección, evidenciando que la lectura es gratificante al conectarnos de manera vehemente con los personajes y las situaciones como si fueran reales. Es decir, los libros nos han prendido y es posible que hasta pospongamos el comer o el dormir. Así, hasta la última página y, dependiendo de cada quien, se antoja releerlo o —después de volver en sí— respirar profundo para ir en la búsqueda de otros libros. Un aspecto a tener en cuenta es que hay quienes aseguran que si un adolescente al acabar la etapa de formación básica no es lector, es poco probable que adquiera el gusto por la lectura. Afirmación que no comparto, ya que he comprobado —incluso conmigo mismo— que cualquier edad es buena para disfrutar de tan elevado deleite. Es tan sencillo como entender que al hacerlo desarrollamos la natural curiosidad y que —si desde temprana edad— se nos explica y se nos inculca, nos veremos atraídos con mayor facilidad por la historia, los personajes, las ciencias, la filosofía, las bellas artes, entre otras nociones. Entendidos de que un ser humano propenso a querer enterarse de algo observa, escucha, hace preguntas, piensa, comprende de mejor manera a sus semejantes y, en especial, crece intelectualmente haciendo consciencia de que la lectura viabiliza el que descubra otras experiencias, valores universales y sociales, advierta otros modos de pensar, sea más empático, tolerante, fraterno, bondadoso, justo… Fundamentalmente, leer contribuye a que nos esmeremos para evolucionar valorando generosamente nuestro entorno, la ética-moral de la sociedad en la que nos toca vivir y, con ello, la propia, respetando y colaborando en pro del bien común, teniendo en cuenta que es una experiencia colectiva que nos permite saber sobre diversas situaciones del presente, ya sean buenas o malas, e intercambiar —en un espíritu de sensata armonía— opiniones con quienes convivimos de manera frecuente para deliberar sobre una lectura.
Sobre el particular, la escritora Ella Berthoud subraya en su libro El placer de la lectura lo siguiente: «Como biblioterapeuta, aprovecho la lectura y confío en ella; para mí es tan importante como la comida. Mi trabajo consiste en observar a la persona en su conjunto: su vida, sus gustos, pasiones, deseos, esperanzas, sueños y cualquier problema que pueda tener. Entonces le receto los libros ideales para ella en ese preciso momento, en función de lo que está pasando en su vida, los nuevos caminos que puede estar tomando o qué grandes acontecimientos de la vida le estén sucediendo. Mi objetivo es dar los libros adecuados a las personas adecuadas en el momento adecuado de su vida, y por lo tanto me tomo muy en serio la lectura como pasatiempo. Los niños aprenden la empatía, los códigos morales y las normas sociales a través de los cuentos que les leen de pequeños, después en las historias que se leen a sí mismos cuando tienen la edad suficiente, y luego en los libros que leen en la adolescencia. Nuestra comprensión del mundo está modelada a lo largo de la vida por la lectura: periódicos, novelas, biografías, no ficción, lectura online... Creo que cada novela que lees da forma a la persona que eres, pues se dirige a ti a un nivel profundo, inconsciente y altera tu propia naturaleza con las ideas que te muestra. Con cada novela que absorbes, vives una vida que es diferente a la tuya y esto te afecta a un nivel fundamental. Leer con conciencia plena, como mostraré, puede ayudarte a reflexionar de manera significativa sobre los textos que lees, ya sean novelas, periódicos en papel u online, poemas o no ficción».
Por consiguiente, al darnos la oportunidad de leer por el extraordinario deleite de hacerlo, es importante no inmovilizarnos o ignorar aquellas palabras que no conocemos o tratar de interpretarlas; para ello, es vital seguir algunas estrategias como: inferir el significado por el contexto; releer el párrafo fijándonos en los signos de puntuación, como los dos puntos; los guiones (cortos y largos), los paréntesis… que —después de estos signos— de manera regular continúa una definición, una explicación o una cláusula que nos ayuda a entender el significado de la palabra que se desconoce. La tercera consiste en dividir la palabra en sílabas o en sus partes y comprobar si su raíz nos resulta conocida. La cuarta es a partir de la utilización de prefijos latinos, entendidos de que el idioma español es un lenguaje derivado del latín, por lo que existen muchas palabras que conservan su forma original. Y una quinta para la decodificación consiste en dividirlas en sus raíces griegas o latinas.
Por las razones antes mencionadas, el objetivo es propalar e incentivar la lectura con el fin de evaluar profundamente la trascendencia de tan enriquecedora experiencia, entendidos de que un buen lector vive en continuo placer y, que la «biblioterapia», como intervención educativa, plantea que es posible mejorar la salud por medio del contacto habitual con la acción de leer. Asimismo, considerando que la interpretación que se realiza en cualquier lectura es una tarea personal, habrá tantas deducciones válidas como lectores haya. Así que la sana invitación va ligada a elevar la calidad humana en pro de ser individuos activos en nuestras sociedades para disfrutar de la convivencia en armonía y en paz.
Comments