

Texto e imagen de Fernando Silva
Cualquiera de las buenas intenciones que pretendan poner un alto a las agresiones que lesionan o son susceptibles de dañar la dignidad, integridad o libertad de mujeres y hombres, si no cuentan con la esencia del bienestar general en la determinación de la voluntad en función de la activa participación social - política - cultural puede desvirtuarse profundamente perjudicando nuestra vital facultad de decidir y ordenar la conducta —individual y colectiva— al grado de transformase en propósitos hueros. Por lo que es fundamental dirigir nuestras intenciones en el ámbito moral y ético con tolerancia, respeto, elocuencia, inteligencia, responsabilidad… Además, con el conocimiento reflexivo promovido por la doble suficiencia conciencia y consciencia. En este entendido, si consideramos que nuestro breve transcurso de vida está compuesto, entre otros aspectos, de variables emocionales no acumulativas, podemos pensar atenta y detenidamente sobre qué y cómo queremos ser y, por ende, actuar en consecuencia basándonos en ideales y principios humanistas que nos permitan elevar la calidad humana, naturalmente, amparados en el ejemplar obrar.
Evidentemente, cavilar así no es una decorativa envoltura teórica e identificativa. Tengamos en cuenta que el imperante caos ecuménico alcanzó su pico más alto de conflictos bélicos desde la II Guerra Mundial, el inquietante dato se puede leer en el estudio realizado sobre la paz global del Institute for Economics and Peace (Instituto de Economía y Paz), en el que indica que hay 56 guerras internacionales que permanecen activas, con 92 países involucrados fuera de sus fronteras, lo que puede acarrear un lamentable récord de muertes. Lo paradójico es que tecnócratas socioeconómicos del «Grupo de los Siete (G7)», asociación y foro político-económico intergubernamental conformado por Alemania, Canadá, los Estados Unidos de América, Francia, Italia, Japón y Reino Unido, aseguran que el mundo mejora, que la gente vive más y progresa; sin embargo, es fácil advertir que hay un terrible contrasentido, si leemos y observarnos la disminución en la brecha ideológica-política-económica entre la gente de países desarrollados y la de los que se encuentran en imperecedero desarrollo, al evidenciarse cómo las finanzas de los primeros se contrajeron y, en muchos casos, su endeudamiento se incrementó, lo que acrecentó la incertidumbre menguando su crecimiento.
En ese áspero escenario, se hizo presente el hartazgo al irracional ataque criminal mantenido por el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu hacia el pueblo palestino, entre otros conflictos bélicos como el de Rusia-Ucrania, emergiendo solidarias manifestaciones de repudio. En ese sentido, la doble moral del gobierno de EEUU ha experimentado en las últimas semanas desde simples rifirrafes hasta enérgicas delaciones por parte de la comunidad internacional, lo que ha puesto en tela de juicio el brutal apoyo armamentista que brinda principalmente a Israel y a Ucrania. Incluso, en Israel hay nutridas expresiones de protesta en donde amplios sectores de la sociedad alzan la voz para exigir que se detenga la barbarie y, a la par, exhortando diligentes elecciones para destituir a Netanyahu. En esa procaz tesitura, la comunidad europea se enfrenta a varias disyuntivas éticas y morales después de invadir, violentar y pauperizar a un sinnúmero de pueblos y de apoyar conflictos bélicos en gran parte del mundo, lo que ha exaltado el neofascismo y neonazismo que promueven —en pleno siglo XXI— la opresión, el hostigamiento, el odio y la discriminación contra personas de sectores vulnerables. Esto, a decir de investigadores sociales, fue incentivado en gran medida por la denominada Educación por competencias (CBT-E, por sus siglas en inglés) e implantada por la soberbia de actores internacionales como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y grupos de conservadores-capitalistas. Sobre el particular, quien fuera representante del Bundesministerium für Bildung und Forschung (Ministerio Federal de Educación e Investigación de Alemania), Hermann Müller-Solger, afirmó en la presentación de la conferencia de lanzamiento de la segunda fase del conocido proyecto Tuning (Educational Structures in Europe), refiriéndose a la magnitud del logro cultural en sí mismo que «La construcción de un Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), suponía se basara en la idea de cooperación desde el reconocimiento de las distintas tradiciones de los diferentes sistemas educativos de la Unión Europea, pero poco tiene que ver con la realidad material y simbólica que ha constituido el discurso de las competencias aplicado a la enseñanza institucionalizada».
Y con el mismo objetivo, el análogo proyecto cruzó el Atlántico para crear, entre 2004 y 2006, «Tuning-América Latina» como obligada «iniciativa» de las universidades privadas en pleno período neoliberal, para intercambiar información y controlar la colaboración entre estos futiles negocios de «formación» y adoctrinamiento de educandos, favoreciendo la expansión y efectividad de la libre empresa y de negocios en el entorno de una situación política-histórica-cultural establecida por esa especulación política y económica que lanzó un asalto al Estado —y también a los mercados financieros— desde las teorías neoclásicas y de la elección pública para convertirla en una ambiciosa metaideología clasista-consumista que compelió la actual y violenta crisis mundial. En concreto, buena parte de esa gente que está fanatizada es siniestra y destilan placer al hacer daño, lo que apremia divulgar —por todos los medios posibles— la necesidad de fortalecer la conciencia aplicando efectivas acciones como la buena educación de valores desde los hogares, lo que nos permitirá tener elementos de juicio para detener las contrariedades heredadas y renovadas por ruines gobernantes coaligados con quienes impulsan esa retorcida utilización de instrumentos de carácter económico para promover y escudar los intereses de cúpulas hegemónicas y, con ello, producir resultados librecambistas y geopolíticos beneficiosos para potentados que insisten en imponer su mentado «Nuevo Orden Mundial» bajo la hipócrita bandera del desarrollo sustentable. Tal falacia, reflejo de lo insustentable que ha sido el modelo neoliberal, que en los últimos treinta y cinco años se ha centrado en una supuesta preocupación entre el crecimiento económico y el deterioro ambiental. Pérfida estrategia delineada e impuesta por los organismos internacionales que no han sido otra cosa que la prolongación de modelos colonizadores, concentrados ahora en la mercantilización para dar rienda suelta a la explotación de los bienes naturales que se encuentran en naciones que mantienen sometidas en la pobreza para explotarlas sin misericordia.
Estos oscuros personajes son tan caradura que difunden su insolencia y ojeriza hacia una opinión pública —mayormente ignorante de estos temas— por medio de disfrazada «información» (noticias falsas) que propagan sin pudor adiestrados y sumisos comentaristas incrustados en sus medios masivos de comunicación, con la mala intención de dividir, confrontar y «sintonizar» con las masas, para socavar con depravado descaro los sustentos de la democracia e imponer a estratégicos políticos adheridos al ruin círculo conformado por grupos oligárquicos y de poderes fácticos que ostentan el poderío armamentista, financiero, militar e ideológico extremista global.
Por ello, es de suma importancia poner un contundente alto a la violencia de todo tipo, causante de los grandes daños a la humanidad, a todo ser viviente y al planeta Tierra. Entre las circunstancias que más nos han perjudicado destacan: cohecho y corrupción; conflictos bélicos; pobreza y desigualdad; inestabilidad económica y laboral; racismo y clasismo; inseguridad alimentaria y nutricional; violencia de género e intrafamiliar… Entonces, seamos sensatos y no caigamos en la falta de conocimiento por efecto de la ‘ignorancia supina’ y, mejor, elevemos la digna voluntad para participar activamente en pro de fortalecer el entendimiento, la inteligencia y la razón.
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