Por Déborah Buiza
Se acabó el verano y el regreso a clases nos pone a prueba, después de varias semanas de vivir en otra dinámica y velocidad; tratar de retomar la “rutina” puede ser un reto bastante fuerte, tanto que hasta se dice que, después de enero, la cuesta que “más cuesta” es la de agosto.
Si bien podemos observar cada inicio de ciclo como una gran “oportunidad” para “empezar de nuevo”, para “hacerlo mejor que antes” y sentirnos altamente motivados a hacer grandes cambios para mejorar algunos aspectos, lo cierto es que “colgarle” altas exigencias y expectativas puede complicar aún más el proceso de retomar el “ritmo”.
Intentar incorporar en el día a día las mil y una recomendaciones que encontramos en el camino de ser un poco más saludables y desarrollar la “mejor versión” de uno mismo, puede resultar una tarea casi imposible y frustrante, si no es que imposible.
Así que respiremos y vayamos por partes, con los pies bien puestos en el suelo, con lo que tenemos, con quienes somos, con quienes estamos.
Hagamos una revisión rápida ¿Cómo quedamos después del verano? ¿Con qué contamos? ¿Qué deseamos de los próximos seis meses?
En este punto, ¿qué tal si decidimos sólo retomar un tema y trabajar en él y, ya pasadas dos o tres semanas de que esté encarrilado, incorporamos otro tema y así nos vamos, sumando poco a poquito, despacito?
Olvídate de querer hacer “mañanas lentas” todos los días y preparar las loncheras más glamorosas, supernutritivas, equilibradas e instagrameables y, además, tener las rutinas matutinas y nocturnas más productivas y efectivas, vestir con outfits en tendencia todos los días, y…
¿Qué tal si los días que sea posible intentamos estar “más presentes”, bajamos las expectativas, las prisas y las exigencias absurdas, y salimos de casa un poco menos apurados? ¿Qué tal si nos escuchamos más y encontramos nuestro propio ritmo? ¿Qué tal si damos más espacio a las cosas que resultarán significativas al paso del tiempo?
Para este nuevo ciclo, ¿qué tal si hacemos lo necesario para ir con el corazón más contento y en paz, con la mente más abierta y dispuesta al aprendizaje, con la consigna de intentar y disfrutar lo más que se pueda, de crear espacios no sólo para el aprendizaje de contenidos, sino de convivencia, en los que prevalezca el respeto, la comunicación asertiva, la empatía, la colaboración, el cuidado mutuo y la ternura?
Y tú, ¿cómo enfrentas este nuevo ciclo?
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